El Manual Definitivo de inversiones de un genio de Wall Street - Capítulo 198
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- Capítulo 198 - Diferencias culturales (4)
Dos días después, en la sede de Hatchwork en San Francisco.
Hoy era el día de la segunda entrevista con los fundadores de Next AI.
—Por aquí, por favor.
La oficina de Hatchwork rebosaba energía y vitalidad, como era típico en una startup.
Escritorios de pie repartidos por todas partes, pizarras llenas de ideas, e incluso una mesa de ping-pong en el centro del salón… todo sugería un ambiente libre y experimental.
Poco después, Alex y yo llegamos a un espacio donde había unas cinco o seis personas reunidas.
Alex me fue presentando a cada una.
—Este es Corbin Dross.
Tenía una cara familiar.
El futuro CTO de Next AI, Corbin Dross.
Era un experto en escalamiento organizacional que había expandido múltiples compañías con éxito y se había ganado el apodo de “Ingeniero 10x”.
—Él es Ilya Vantell, Aiden Cadwin, Nova Linkrest y Kyle Thomas.
El resto eran nombres que no me sonaban.
Según explicó Alex, todos eran investigadores en inteligencia artificial.
‘¿Investigadores, eh…?’
Eso era una pista importante.
Comprender el trasfondo de los entrevistadores me permitía trazar una estrategia.
Pero todos ellos eran personas prácticas.
Así que probablemente la entrevista se enfocaría en detalles concretos.
—Entonces, por acá.
En la entrada del cuarto al que me guió Alex, había un letrero que decía “The Sandbox”.
‘¿Un sandbox?’
Seguramente era un espacio para hacer lluvia de ideas de forma libre y creativa, como construir y derribar castillos de arena.
Eso pensé, y entré.
Sin embargo, tan pronto como vi el interior, me congelé.
No había muebles en la sala, solo unos cuantos pufs (bean bags) tirados por todos lados.
‘De todas las cosas posibles…’
Odio los pufs.
No soporto la sensación de hundirme ni tampoco me agrada estar tan cerca del piso.
Pero no podía mostrar incomodidad en un lugar como este.
‘Por ahora, necesito acoplarme al ambiente.’
Lo que yo quería era convertirme en cofundador de Next AI. No podía darme el lujo de ser quisquilloso.
Tenía que mostrar respeto por su cultura y adaptarme.
—¡Uf, ya me cansé!
Uno a uno, las personas comenzaron a sentarse con toda comodidad, ya fuera en el suelo o en los pufs.
Así que escogí uno y me senté…
Justo en ese momento, noté que la persona junto a mí puso tranquilamente la mano en el piso.
Cuando su mano desnuda tocó la alfombra, cerré los ojos instintivamente.
‘Eso marea.’
Tocar la alfombra, por donde han pasado zapatos que acaban de salir del baño…
Pero eso era apenas el comienzo.
—¿Te gusta la pizza?
Alex, con una sonrisa brillante, trajo una pila de cajas de pizza desde la esquina.
—¡Pruébala! ¡Te aseguro que es la mejor pizza de América!
Abrió la caja, y todos empezaron a tomar una rebanada.
Con la misma mano con la que habían tocado la alfombra…
‘Dios mío.’
Intenté calmar mi mente mareada y tomé una rebanada de pizza.
Mis manos tampoco estaban exactamente limpias.
Así que traté de agarrarla solo del borde, la parte que no iba a meterme a la boca. Pero la rebanada era demasiado grande, y terminé viéndome torpe.
Algunas personas estallaron en carcajadas al verme.
—¡Jajaja! ¡Pareces alguien que nunca ha comido pizza! ¿Acaso en Wall Street no comen pizza?
Era una broma ligera, pero no podía dejarla pasar.
Si lo hacía, se crearía una dinámica de ‘Silicon Valley vs. Wall Street’.
Y no era bueno que se reforzara la percepción de que yo era un forastero. Así que puse una expresión un poco triste y hablé con calma.
—La verdad… tengo un pequeño trastorno compulsivo. Me cuesta mucho tolerar tener las manos grasosas. Por eso, suelo comer con tenedor y cuchillo. Y por eso, la gente siempre se burla de mí.
Apenas terminé de hablar, cayó un silencio incómodo.
Las sonrisas desaparecieron de los rostros, que ahora mostraban expresión de pena.
—Ah, perdón. No lo sabíamos.
—Debe ser difícil…
Alguien, apurado, me dio un plato de cartón con tenedor y cuchillo de plástico.
‘Esto sí es Silicon Valley.’
¿Cómo habría sido en Wall Street?
Seguramente se habrían reído burlonamente y dicho: “No exageres.”
Pero aquí era diferente.
Había una cultura donde se respetaban genuinamente esas peculiaridades.
Después de comerme unas cuantas rebanadas de pizza, comenzó la entrevista formal.
La primera en hablar fue una mujer llamada Vantell.
—Escuché que planeas invertir mil millones de dólares en inteligencia artificial por un amigo. ¿Qué tan cercano eres a ese amigo?
Era una pregunta inesperada.
Dudé un momento y la miré. Ella añadió:
—Es que mil millones me parece una cantidad inmensa solo por un amigo.
Había desconfianza en sus palabras.
Era demasiado para creer que alguien gastara esa suma únicamente por amistad.
En otras palabras, quería ver si yo ocultaba otro motivo.
Reprimí una sonrisa y me limpié las manos con una servilleta. Luego hablé con calma:
—Supongamos que alguien aquí, como Alex, está en peligro de morir. Si pudieras salvarlo con dinero, ¿te quedarías de brazos cruzados?
—Bueno, claro que haría lo posible por ayudar dentro de mis posibilidades. Pero… mil millones es demasiado. Lo siento, Alex.
—Qué cruel.
—¿Eso es todo lo que vale nuestra amistad?
Risas y bromas inundaron el cuarto.
Vantell, aún riéndose, pronto se puso seria y me miró.
—Por muy cercanos que seamos, mil millones es demasiado. Honestamente, no lo entiendo…
Eso significaba que aún no la había convencido.
Pero yo no me alteré en lo absoluto. Sonreí y lancé una nueva pregunta.
—Entonces cambiemos el escenario. ¿Y si para salvar a Alex tuvieras que entregar la mitad de los ingresos de este trimestre?
—Bueno, eso sí podría manejarlo. Pero mil millones…
—Exactamente.
La interrumpí y ella ladeó la cabeza.
—¿Perdón?
—Mil millones de dólares es menos de la mitad de lo que gané este trimestre… De hecho, ni siquiera es la mitad. Por eso puedo permitirme perderlos.
Durante un momento, el cuarto quedó en silencio.
Las expresiones de todos mostraban sorpresa y desconcierto.
Probablemente pensaban:
‘¿Escuché bien?’
La mitad de sus ingresos trimestrales equivale a mil millones. Eso significa que generó dos mil millones en solo un trimestre.
Mil millones de dólares son aproximadamente 1.4 billones de wones surcoreanos.
Una cifra que la mayoría jamás podría imaginar en toda su vida.
Pero para mí, no lo era.
—Claro que es una suma enorme, pero desde mi perspectiva, es dinero que puedo darme el lujo de perder. Si lo ves en términos porcentuales, es más fácil de entender.
Exacto, no había ninguna gran agenda detrás.
Simplemente, las unidades con las que yo trabajaba eran distintas.
Para mí, mil millones era una cantidad “desperdiciable” en una apuesta ambiciosa.
…
El silencio se prolongó de nuevo.
Por las miradas de todos, podía intuir lo que pensaban:
‘Wow, la gente de Wall Street realmente es distinta.’
Parece que se sintieron abrumados por la escala del dinero que manejo.
‘Normalmente es mejor no exhibir esas diferencias culturales… Pero cuando se trata de dinero, cambia la cosa. Ante una riqueza abrumadora, cualquier diferencia cultural se vuelve aceptable.’
El silencio lo rompió el CTO, Dross.
—Si invertimos en un proyecto tipo moonshot y tiene éxito, ¿cómo se dividirá la propiedad? ¿Los inversionistas se quedarán con todo?
Había un tono de cautela en su voz.
Parecía temer que yo intentara monopolizar la tecnología bajo el pretexto de inversión.
‘Siendo CTO, es natural que piense eso.’
Si yo actuara como un típico tiburón de Wall Street…
Él jamás me aceptaría como colega.
Por supuesto, ya tenía lista mi respuesta.
—Probablemente eso se decidirá entre todos los interesados, pero si toman en cuenta mi opinión, tal vez vaya en una dirección poco convencional.
—¿Poco convencional?
—Quiero que esta tecnología sea de código abierto.
…
¡Dross abrió los ojos como platos!
Parecía aún más sorprendido que cuando dije “puedo darme el lujo de perder mil millones”.
—Lo que quiero no es beneficio, sino resultados. Si hacemos la tecnología open-source, permitiríamos que científicos e investigadores del mundo colaboren. Así podremos obtener los resultados deseados más rápido y de manera más eficiente.
La razón de mi respuesta era simple.
‘Porque es la respuesta correcta.’
Desde el inicio, Next AI había defendido como valor central la “apertura”.
Se oponían a que una sola entidad monopolizara la tecnología, con la misión de que “todos deben beneficiarse de la IA”.
Claro que más adelante cambiaron esa política por razones de seguridad, pero en esta etapa, era el corazón de su filosofía.
Para ellos, la palabra “open-source” debía resonar con fuerza.
‘Funcionó.’
Vi una señal positiva en el rostro de Dross.
Parecía estar sumido en sus pensamientos, y no me cuestionó más.
Entonces, uno de los investigadores intervino.
—¿Y por qué inteligencia artificial, en particular? Tu área de experiencia es la medicina. ¿No sería más eficiente invertir en empresas de inmunología?
El que preguntó tenía un aire algo arrogante.
—La gente que no sabe mucho de IA tiende a tener expectativas exageradas. Creen que la IA es una especie de palabra mágica…
Su tono reflejaba superioridad académica. Como si menospreciara a los legos.
—Por ejemplo, está el problema de los clips. Supón que una IA tiene la misión de producir la mayor cantidad de clips posibles. A simple vista parece inofensivo, pero…
—Sí, lo conozco. Me impresionó bastante cuando leí la obra de Bostrom.
Los ojos del investigador se abrieron con asombro.
‘¿Una persona normal sabe de eso?’
—Es una idea impactante. La IA no comprende los matices de los valores humanos, así que se enfocaría únicamente en “producir clips”. En el proceso, podría desperdiciar recursos, destruir infraestructura esencial, o incluso usar humanos como material para hacer clips. Es un ejemplo perfecto de cómo una instrucción aparentemente inofensiva puede tener consecuencias catastróficas.
…
El investigador me miró en blanco por un momento, luego se recompuso y habló de nuevo.
—Si lo leíste, seguramente también pensaste en soluciones.
—Por supuesto. Para evitar eso, hay que diseñar la IA para que aprenda valores humanos.
Pero me interrumpió, hablando con tono emocionado.
—Eso no es tan sencillo. Los valores humanos son extremadamente contextuales y complejos. Es prácticamente imposible capturarlos en un sistema estático. Incluso el principio de “no hacer daño” es sujeto a interpretación.
—¿No se podrían diseñar mecanismos de seguridad suficientes?
—Para un sistema muy inteligente, incluso esos mecanismos podrían ser neutralizados. ¿Cómo mantendrías el control?
—Tengo una idea…
Lo miré por un momento, luego dudé antes de responder.
—Integrar retroalimentación humana en el proceso de entrenamiento. No solo datos, sino crear un sistema que aprenda preferencias humanas y entienda el contexto.
El ambiente cambió al instante.
Pude ver la sorpresa nuevamente en los rostros.
Lo que acababa de mencionar era el Reinforcement Learning with Human Feedback (RLHF).
Para 2023, cualquier inversionista en IA conocía el término.
Pero en este punto, era todavía un concepto poco difundido.
—No es necesario definir explícitamente todos los valores. Si el sistema aprende a observar el comportamiento humano e inferir el contexto…
—La idea es interesante, pero en la práctica es difícil. Incluso con modelos actuales, los recursos computacionales están al límite. Si integramos retroalimentación, necesitaríamos al menos dos fases en el modelo, ¿no?
Uno de los investigadores me interrumpió, pero no fue con mala intención.
Su tono parecía crítico, pero no lo era.
Este era el tipo de discusión que solo ocurre entre expertos del campo.
‘Parece que ya me ven como colega.’
Eso significaba que ya no me veían como un extraño, sino como alguien que podía sentarse a la mesa en igualdad de condiciones.
‘Claro, este enfoque funciona bien con ñoños.’
Los investigadores son, en esencia, nerds.
Y los nerds tienden a encariñarse con quien comparte genuina pasión por su campo.
Así que seguí lanzándoles temas de su agrado.
—Recientemente leí un paper interesante sobre un mecanismo nuevo, que no usa RNN ni LSTM…
—¡Te refieres a mecanismos de atención! Usando pesos para…
Antes de que me diera cuenta, la sala estaba llena de discusiones técnicas acaloradas.
A medida que me sumergía más en la conversación, de pronto uno de los investigadores me miró, como si acabara de caer en cuenta de algo, y preguntó:
—¿De verdad vas en serio con esto?
No es que sea serio… simplemente sé el futuro.
Bueno, da igual.
Ahora la forma en que me veían era clara.
Alguien serio, con dinero, y con conocimiento y entendimiento de la inteligencia artificial.
En ese punto, ya no tenían motivos para no integrarme.
Como era de esperarse, Alex habló tras unos segundos de reflexión.
—De hecho, hay una razón por la que te invitamos. Queremos crear una organización que lidere el desarrollo seguro de la IA y discuta temas relacionados.
Ahora me estaba hablando del plan de Next AI.
Y luego dijo:
—¿Te gustaría unirte?
Me habían invitado.
Pero no podía emocionarme demasiado aún.
Lo que importaba era el rol al que me estaban invitando.
—Si se trata de una organización fundada con buenas intenciones, puedo donar. Pero si quieren algo más… me gustaría saber qué papel específico tienen en mente para mí.
—No es nada complicado. Como mostraste hace un rato, siéntete libre de aportar ideas.
Una sonrisa se dibujó naturalmente en mi rostro.
Eso significaba que no solo querían mi dinero como inversionista, sino también mi pensamiento estratégico.
En otras palabras, me estaban ofreciendo un puesto en la junta.
Alex continuó:
—Además, nos gustaría pedirte asesoría financiera para escalar. El mayor problema ahora es el financiamiento. El poder de cómputo necesario para este tipo de investigaciones es enorme…
—No te preocupes por los costos. Yo me encargo.
El rostro de Alex se iluminó con mis palabras, pero luego vaciló y añadió:
—Aun así, no podemos depender solo de ti, Sean. Así que… en realidad, estaba pensando contactar a Stark pronto.
—¿Stark?
Por un momento, mi mente se quedó en blanco.
Aaron Stark.
No hacía falta explicación.
El magnate que lideró la revolución de los autos eléctricos y abrió el camino a los viajes espaciales privados.
Pero entonces pensé…
‘¿Y él qué tiene que ver con esto?’
Drytio
nuevo contrincante xD
gracias por el capítulo
🍿😎👌🏽