Soy el Villano pero estoy Embarazado - Capítulo 54

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Al salir de la reunión, el secretario de Kang Se-heon se apresuró desde atrás y presionó el botón del ascensor. Con un sonido mecánico, las puertas se deslizaron y se abrieron; Kang Se-heon entró primero, seguido de cerca por su secretario. Cuando las puertas se cerraron y el ascensor inició el descenso, el secretario revisó el teléfono y compartió la última actualización que acababa de recibir.

—Parece que Wonha Electronics, en efecto, planeaba usar la red de distribución de KH.

—Sí. Si no fuera por eso, no hay manera de que Wonha hubiera aceptado trabajar con ellos tan fácilmente.

Le intrigaba por qué Wonha Electronics había decidido ponerse del lado de su tío. Kang Se-heon había estado barajando qué condiciones podía haber propuesto Wonha, así que envió a su secretario a confirmar si su suposición era correcta. Ahora, al ver que su predicción había sido acertada, el secretario no pudo evitar preguntar:

—¿Cómo lo supo?

Sin apartar la mirada de los números decrecientes en el display del ascensor, Kang Se-heon respondió en un murmullo sereno:

—Algo que Wonha no tiene y KH Mart sí. El hecho de que Wonha esté dispuesto a asumir un proyecto sin viabilidad comercial solo para acceder a KH Mart. Es obvio, ¿no?

Con la explicación de Kang Se-heon, el secretario asintió, comprendiendo.

—El único terreno donde Wonha Electronics siempre se ha quedado atrás respecto a nosotros: la red de distribución extendida por todo el país. Necesitan eso para lanzar su nuevo producto.

—¿Entonces no deberíamos detenerlos?

—No lo sé. ¿Crees que podemos, cuando mi tío está presionando tanto?

Kang Se-heon ya había dado el asunto por perdido, asumiendo que sería imposible.

Al salir al vestíbulo del hotel, metió la mano en el bolsillo y sacó el teléfono. Mientras encendía la pantalla para revisar sus mensajes, su secretario, con gesto grave, habló desde atrás.

—El nuevo producto que lanzará Wonha esta vez es casi idéntico al que sacará KH. Según cómo lo comercialicen, la cuota de mercado podría cambiar bastante. ¿De verdad vamos a quedarnos mirando?

KH había incorporado una tecnología nueva en su próximo teléfono, pero lo mismo había hecho Wonha. Como KH no llevaba una ventaja técnica sobresaliente, las preocupaciones del secretario eran comprensibles.

La solución para vender más eficazmente un producto similar era sencilla: o gastar una fortuna contratando celebridades de alto perfil para respaldarlo, o inundar el mercado con unidades para maximizar la visibilidad. En ese sentido, Wonha Electronics envidiaba la red de distribución de KH, algo que jamás había logrado establecer por su cuenta.

—Así que han decidido ir con todo para aplastarme esta vez. Mi tío… y Wonha también.

Sus intereses se alineaban, así que, por supuesto, unirían fuerzas.

Incluso al ver con claridad sus intenciones, Kang Se-heon se mantuvo tan compuesto como siempre. Le importaba poco si Wonha usaba su red de distribución o no.

—Yo ya estaba considerando nuevos canales de distribución. ¿Hasta cuándo vamos a seguir las mismas rutas fijas, como autobuses urbanos pegados al horario?

La red de distribución que su abuelo había construido toda una vida, dentro y fuera del país, no era más que infraestructura obsoleta a ojos de Kang Se-heon.

—Constituye un equipo TF.

—Entendido.

—Elige a los empleados con mejor desempeño de cada departamento y haz una lista.

Daba la impresión de que ya tenía un plan desde el momento en que se anunció la alianza de Wonha con KH Mart, pues dio las instrucciones sin vacilar.

—El plazo es de tres meses, el lugar es…

La frase se le cortó.

En la cafetería a un lado del vestíbulo, divisó un rostro familiar.

Quizá porque había estado pensando en su tío, pero ahora su tía apareció justo ante él. Dudó entre ignorarla y seguir de largo, pero la situación se resolvió sin importar su elección.

—Por aquí.

Han Mi-sun lo llamó con la mano y le indicó que se acercara.

Para alguien que mostraba tanta indiferencia ante los intentos de Wonha por presionarlo, el simple hecho de ver a su tía le arrancó un suspiro de agotamiento.

—¿Todavía te queda algo que esperar de mí? —murmuró.

Al oírlo, su secretario, con tacto, dio un paso atrás, fingiendo no escuchar. A regañadientes, Kang Se-heon se dirigió hacia ella.

La persona sentada frente a Han Mi-sun estaba de espaldas, así que no alcanzó a ver quién era. Aun así, por alguna razón, ya sentía una aversión inexplicable.

—¿Estabas trabajando? ¿En una reunión?

—Sí. ¿Qué la trae por aquí, tía?

—Ay, es que me crucé con una cara conocida y me puse a charlar. Ah, cierto, ustedes dos ya se conocen. Salúdense. Ha pasado tiempo, ¿no?

El tono ligeramente más agudo en la voz de Han Mi-sun probablemente sonó antinatural no solo para él, sino para cualquiera alrededor.

La persona opuesta a ella se volvió para encararlo.

En el instante en que vio su rostro, a Kang Se-heon se le escapó una risita seca.

Llegar al extremo de orquestar un encuentro así… qué mente tan simplona.

—Cuánto tiempo, oppa.

Ante el saludo de Jung Hae-jin, Kang Se-heon solo respondió con un leve asentimiento.

Incluso con un intercambio tan mínimo, la diferencia de interés entre ambos quedaba clarísima.

Ahora que había entendido la razón de la convocatoria, no tenía excusa para irse. ¿Pero dónde sentarse?

Lanzó una mirada a los asientos junto a Han Mi-sun y junto a Jung Hae-jin. Lógicamente, debía tomar el lugar frente a Jung Hae-jin, lo cual implicaba sentarse al lado de su tía.

—¿Por qué te quedas ahí parado? Anda, siéntate.

Ajena a su vacilación, Han Mi-sun siguió prodigando atenciones a Jung Hae-jin.

—¿Cuánto hace que no se ven tú y Se-heon? ¿Dos años? ¿Tres?

—Seis.

—¿De veras? ¿Ya tanto? Cómo vuela el tiempo. Eras tan bonita entonces, Hae-jin, y ahora estás aún más hermosa.

—Gracias.

Mientras Han Mi-sun rememoraba en voz alta, murmurando «sí, así es», Kang Se-heon por fin tomó asiento.

Fue junto a Han Mi-sun y directamente frente a Jung Hae-jin.

Odiaba sentarse al lado de personas a las que no quería ver.

—Se-heon también dijo que quería ver otra vez a Hae-jin. Digo, eran cercanos en su momento, así que, por supuesto.

¿Alguna vez había dicho algo así?

Kang Se-heon se debatió entre corregir a Han Mi-sun, pero al final lo dejó pasar.

—Fue hace mucho.

—Por eso es aún más especial. Relaciones así escasean hoy en día.

Mientras Han Mi-sun asumía con entusiasmo el papel de casamentera, Kang Se-heon se concentró en el teléfono, ordenando sus mensajes. Con la expresión incómoda de Jung Hae-jin frente a él, a Han Mi-sun de pronto le vino algo a la mente.

—Ay, por Dios, olvidé que tenía una cita.

Tras comprobar la hora en su móvil, recogió a toda prisa sus pertenencias.

—Yo me voy ya; ustedes dos hablen con calma. Pónganse al día. ¿De acuerdo?

Nadie en la mesa ignoraba que estaba creando intencionalmente ese momento para ellos. Sin embargo, Kang Se-heon no tenía interés en seguirle el juego, así que simplemente guardó silencio. No era el único. Aunque Jung Hae-jin sabía perfectamente que era un montaje disfrazado de casualidad, se limitó a sonreír y no intentó detenerlo.

—Entonces, hasta la próxima.

Han Mi-sun le lanzó a Jung Hae-jin una mirada de complicidad antes de marcharse. Su paso rápido y seguro dejaba claro que creía que su ausencia acercaría a los dos.

En cuanto desapareció por el vestíbulo, la sonrisa tímida en el rostro de Jung Hae-jin se desvaneció. La delicadeza y reserva de hacía un instante se fueron por completo, sustituidas por una presencia audaz y vivaz.

El cambio repentino no arrancó ni una pizca de sorpresa a Kang Se-heon. Era como si hubiera sabido desde el principio que esa era su verdadera cara.

Su voz, ahora con más peso, rompió el silencio.

—¿Tienes idea de lo difícil que es ver tu cara?

—¿Y qué planeas hacer después de verla?

—Sigues igual de bueno para decir cosas que hacen sentir a la gente poco valorada.

Jung Hae-jin entrecerró un poco los ojos, pero Kang Se-heon no ofreció respuesta.

—En serio, qué frío. ¿Crees que debería tener que llegar a tanto solo para verte? ¿Sabes cuántas horas volé para estar aquí?

—Vuelve a volar.

—¡Oppa! —Jung Hae-jin alzó la voz, frustrada. La atención de algunos huéspedes cercanos hizo que Kang Se-heon le echara una mirada, visiblemente molesto.

—¿Sabes por qué se organizó esta reunión?

—Claro que sí. ¿Cómo no? La señora Han me dice desde hace siglos que seríamos la pareja perfecta. Está intentando emparejarnos.

—¿Y aun así viniste?

—Sí.

Relajando la postura, Jung Hae-jin se hundió un poco más en el sofá y cruzó las piernas con naturalidad. Girando la cabeza, se puso a observar a la gente que entraba y salía del hotel.

—Hombres hay muchos, pero los que mi padre aprueba son pocos. El problema es que a mí no me gusta ninguno. Este espera demasiado de mí; aquel me tiene miedo y sale corriendo.

—Por eso te fuiste al extranjero.

Sin dejar de mirar el teléfono, Kang Se-heon respondió con indiferencia. Como ya sabía por qué Jung Hae-jin había dejado el país, no se sorprendió cuando Han Mi-sun la arrastró a esta jugarreta.

—¿Y qué cambió con eso? Incluso desde fuera, me siguieron llegando informes sobre posibles candidatos matrimoniales. Al final pensé que sería más fácil conformarme con un emparejamiento decente y terminar con el trámite. Y la mejor opción eres tú.

—¿Me estás usando de escudo?

Ante la media sonrisa irónica de Kang Se-heon, Jung Hae-jin soltó una carcajada.

—Ya me sé tú carácter, tienes el trasfondo adecuado y no esperas nada de mí. Además, no eres del tipo que se enamora de cualquiera, así que supuse que no rechazarías mi oferta si insinuaba mi interés.

—Descarada.

—¿Y tú qué? —Jung Hae-jin se inclinó un poco hacia delante, apoyando el codo en la rodilla y la barbilla en la mano. A ojos de un tercero, parecía genuinamente interesada en él—. ¿Cómo me ves como posible pareja?

Solo entonces Kang Se-heon alzó la mirada.

Estaba a punto de responder cuando un rostro demasiado familiar apareció frente a él.

No solo se presentó Tae-seo ante Kang Se-heon, sino que además se sentó justo al lado de Jung Hae-jin. La audacia de su irrupción fue tal que ella ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar para apartarlo.

Deslizándose en la conversación con total naturalidad, Tae-seo cruzó la mirada con Kang Se-heon y asintió levemente.

—Así que esto es lo que se siente cuando estoy con Mirae.

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