Me convertí en el sucesor del Dios Marcial - Capítulo 247
“¿Eh?, no puedo creer lo que ven mis ojos. ¿Tugwi está teniendo problemas?”
“Así es.”
Gold Rich observaba el combate.
La pelea era más feroz de lo esperado, y la multitud estaba electrizada por el espectáculo sin precedentes de ver a Tugwi siendo llevado al límite.
Gold Rich estaba igual de sorprendido.
“Así que incluso ese monstruo resulta ser humano al final. También sangra. ¿Quién hubiera pensado que existiría alguien capaz de pelear contra él en igualdad de condiciones?”
Gold Rich negó con la cabeza.
Había escuchado reportes sobre la fuerza de ese hombre, pero ¿quién habría imaginado que sería hasta este nivel?
“¿Quién crees que gane?”
“Es difícil de decir. A este ritmo, ¿no ganará ese viajero de otro mundo? Aunque, claro, Tugwi debe tener todavía algún poder oculto.”
“El viajero de otro mundo gana, ¿eh?”
Tap, tap.
Sus dedos tamborilearon contra el escritorio.
“No me gusta eso.”
Yoo Baek-jun era un viajero de otro mundo. No sería raro que en cualquier momento dejara ese casino.
Pero Tugwi era un hombre de este mundo, completamente adicto al casino.
Mientras sus necesidades estuvieran cubiertas, las probabilidades de que se fuera eran mínimas.
“Aún no…”
Pensó Gold Rich.
“Tugwi sigue siendo demasiado útil. Sería problemático que perdiera aquí.”
Por el bien de sus propias ambiciones.
Gold Rich no tenía intención de pasar el resto de su vida en ese casino subterráneo. Quería ascender a la superficie y vivir rodeado de esplendor.
Sí, si era posible, incluso convertirse en rey.
Esa había sido por mucho tiempo la ambición de Gold Rich… y el deseo de sus ancestros.
Ese rey era incompetente, y los nobles estaban podridos hasta los huesos. Esta era la oportunidad perfecta.
El momento que la familia de Gold Rich había esperado durante generaciones había llegado al fin. La ocasión ideal para llevar a cabo su gran plan.
Y en eso, Tugwi era invaluable.
Especialmente con su título: el Rey Invicto de la Arena.
“¿Entonces qué harás?”
“Tendré que rezar.”
“¿Eh?”
Gold Rich sonrió.
“Para que Tugwi gane.”
Como siempre.
En el instante en que el corazón de Gold Rich se inclinó hacia desear la victoria de Tugwi, la estatua de la Diosa de la Fortuna ejerció su poder.
¡Kiiing!
Una energía inexplicable recorrió el casino, guiando la fortuna de la arena hacia Tugwi.
Sin embargo, había algo que Gold Rich había pasado por alto.
“¡GOLDRIIIIICH!”
“¡Uwaaah!”
No se había dado cuenta de que Tugwi anhelaba una pelea justa más que su propia adicción al juego.
El primer combate parejo de toda su vida… y Gold Rich, ese cerdo, lo había arruinado.
Enfurecido solo de pensarlo, Tugwi cargó contra él con intención asesina.
“¿P-por qué está haciendo esto?!”
“¡Señor Gold Rich!”
Una situación imprevista. Gold Rich llamó apresuradamente a sus guardias.
“¿Q-qué hacen parados?! ¡Deténganlo!”
“S-sí…!”
Pero su oponente era Tugwi. No había un alma en esa arena que no conociera su fuerza, incluyendo a los guardias.
“¡Quítense de mi vista, sabandijas!”
“¡Keugh!”
Aterrados, los guardias no tenían ninguna oportunidad contra él.
Tugwi los destrozó como si fueran insectos, cerrando la distancia hacia Gold Rich en un instante.
“¡Muere!”
Un puño como un rayo.
Gold Rich, que jamás había entrenado artes marciales, no tenía forma de esquivar ese golpe.
Pero—
“…!”
El ataque falló.
No, ni siquiera llegó a tocarlo.
El suelo bajo Tugwi colapsó de repente, haciéndolo perder el equilibrio.
“¡Ja, jajajaja!”
Gold Rich, congelado hasta ese momento por el miedo, soltó una risa de alivio.
“¡Así es! ¡La Diosa de la Fortuna siempre sonríe para mí! ¿En serio creíste que un despojo como tú podría matarme?”
Una burla descarada.
Una risa tan irritante que hacía hervir la sangre.
“Con que eras tú…”
Pero Tugwi solo rió de vuelta.
Porque ahora sabía exactamente quién había interferido en su emocionante combate.
“¡GRAAAH!”
“¡Ugh…!”
Aunque los ataques de Tugwi seguían fallando, su ferocidad era inigualable.
La escena se repetía: Gold Rich huyendo despavorido, Tugwi persiguiéndolo.
“Hmm.”
Y observando todo eso—Yoo Baek-jun.
Así no lo atrapará.
Tugwi era confiable, pero no podía ponerle una mano encima a Gold Rich.
La fortuna estaba de su lado.
Entonces solo quedaba un camino.
‘Ya es hora.’
Eliminar esa Suerte.
Yoo Baek-jun aguzó el oído.
¡Grrrrrumble!
El sonido de algo colapsando no muy lejos.
Una sonrisa se dibujó en sus labios.
“Ya era hora, mocoso.”
Mientras Yoo Baek-jun luchaba con Tugwi en el casino subterráneo, Seol-yeong había llegado a la superficie.
—Khh… Awooo…
El sol abrasador caía a plomo.
Seol-yeong cubrió su cara con sus patas delanteras y dejó escapar un largo aullido.
En respuesta, criaturas emergieron del desierto a su alrededor—los Kodogos.
—Chiiii…
—Khh… Grooowl…
Seol-yeong se apresuró a meterse bajo un Kodogo para escapar del sol.
Mostró una expresión de alivio.
—¡Hah!
Pero solo por un instante.
Como recordando su tarea, la expresión de Seol-yeong cambió.
Alzó la vista hacia los Kodogos.
—¡Umya, awoo… Aeeong!
—Shiiii…
—¡Kyaooo!
Seol-yeong conversaba con los Kodogos.
Nadie podía entender qué decía, y para un observador, parecía como si solo saltara de un lado a otro con emoción.
—¡Hooong!
Pero hablaba en serio.
Y sorprendentemente, los Kodogos parecían comprenderlo. Asintieron al unísono.
Uno de ellos lo cargó con cuidado entre sus brazos y se puso de pie.
¡Whooosh!
Incontables Kodogos comenzaron a excavar, descendiendo cada vez más profundo.
¿Su destino? El casino.
¡Booom!
Pero el casino había previsto ataques de monstruos como los Kodogos.
Círculos mágicos defensivos protegían firmemente el techo.
Inútiles ante Seol-yeong.
—Grrr…
Seol-yeong gruñó hacia la barrera y luego lanzó un zarpazo.
¡Craaack!
La barrera se rompió de un solo golpe.
Para Seol-yeong, cuyo poder como bestia espiritual seguía creciendo, no fue ningún obstáculo.
—¡Shiiii!
—¡Chiiii!
Los Kodogos irrumpieron por el techo y asaltaron el casino.
¿Su objetivo? La estatua de la Diosa de la Fortuna.
—¡Grooowl!
Seol-yeong vio la estatua.
—¡Hmph!
Lanzó un golpe—pero tropezó con una piedra suelta y falló.
—¡Uuwaaang!
Siguió intentando destrozar la estatua, pero era inútil.
Jadeando, recordó las palabras de Yoo Baek-jun.
—No importa cuánto intentes romperla, no se hará pedazos. Solo séllala con tu poder.
—Aunque seguro ni lo recordarás…
Los ojos de Seol-yeong se abrieron.
Observó detenidamente la estatua.
Una energía inexplicable fluía de ella, dominando todo a su alrededor.
—Kyarrr…
Al fin comprendiendo, Seol-yeong asintió y liberó su poder.
De su pequeño cuerpo brotó magia.
Una energía helada envolvió la estatua, formando una barrera inmensa.
—¡Screeech!
La energía que fluía de la estatua fue bloqueada.
—¡Hooong!
Seol-yeong entonces se irguió orgulloso.
Sin saberlo, sus acciones provocaron un enorme efecto dominó en la arena.
En el preciso momento en que Seol-yeong selló la estatua con su barrera mágica, el caos estalló en la arena.
“¿Q-qué pasa?!”
“¡¿El techo colapsó?! ¿¡Y Kodogos aparecieron?! ¿¡Cómo?!”
“¡Kyaaaah!”
El techo se vino abajo.
La noticia de que los Kodogos habían invadido desató el pánico entre la multitud.
En medio del caos, Tugwi seguía persiguiendo a Gold Rich con ansias de matarlo.
“¡Regresa aquí!”
“¡Jajaja! ¡Tonto! ¡Mientras la suerte esté de mi lado, jamás me atraparás!”
Y era cierto. Tugwi se acercaba una y otra vez, pero nunca lograba alcanzarlo.
Gold Rich reía burlonamente mientras huía por un pasillo angosto.
Entonces—
¡Rumble… CRASH!
“¡Guhk!”
Una enorme roca cayó del techo colapsado, bloqueando perfectamente el camino entre Tugwi y Gold Rich.
Con los escombros cayendo, Tugwi tuvo que detenerse.
“Kehehe, ¡qué suerte la mía!”
“¡Maldito!”
Gold Rich se carcajeó mientras corría por el pasillo.
¿Su destino? La salida de emergencia.
El casino subterráneo tenía una ruta de escape para emergencias.
Gold Rich planeaba usarla para llegar a la superficie.
‘¡Maldito Tugwi, pagarás esta humillación con creces!’
Juró para sí mismo.
Después de todo lo que había hecho para ayudarlo a ganar, ¿así era como le pagaba?
“¡Maldito seas! ¿Eh?”
¡Thud!
El cuerpo pesado de Gold Rich chocó contra algo que bloqueaba su camino.
Se dio la vuelta.
Ahí estaba Yoo Baek-jun.
“¿T-tú?! ¿Qué haces—?!”
“Qué suerte la tuya.”
“¿Eh?”
Yoo Baek-jun lanzó su puño sin decir más.
Un golpe tan rápido que Gold Rich ni siquiera pudo percibirlo.
¡Inútil!
Gold Rich estaba seguro de que no daría en el blanco.
Pero—
¡CRACK!
“¡Keugh!”
El puño conectó.
De lleno en la cara de Gold Rich—con toda su fuerza.
“¡Ghk—! ¡Aaagh!”
¡Thud! ¡Crash!
El enorme cuerpo de Gold Rich rodó por el suelo.
Sus dientes volaron, y trozos blancos salieron disparados de su ensangrentada boca.
“¿Q-qué…?!”
“¿Qué más? Tu suerte se acabó.”
“¡E-espera—!”
Yoo Baek-jun levantó el cuerpo de Gold Rich y apartó los escombros que bloqueaban el paso.
Del otro lado, Tugwi—rompiendo la roca a golpes—se encontró con los ojos de Yoo Baek-jun.
“Un regalo.”
“¡Ghk!”
Yoo Baek-jun arrojó a Gold Rich hacia adelante.
Tugwi lo atrapó.
Una sonrisa cruel se extendió por su rostro.
“Un regalo que aceptaré con gusto.”
“¡Tu-Tugwi! Espera—¡solo escúchame—!”
“¡Yo te cerraré esa bocota!”
“¡Gyaaah!”
Tugwi comenzó a destrozar a Gold Rich sin piedad.
Yoo Baek-jun se dio la vuelta.
No había necesidad de seguir mirando.
“¡Yoo Baek-jun! ¡No te atrevas a irte! ¡Nuestra pelea no ha terminado!”
“Maldito loco…”
Yoo Baek-jun suspiró.
Le dolía la cabeza. Tenía el presentimiento de que se había topado con un sujeto problemático.
Se reunió con Han Seong-ah, que lo esperaba a medio camino.
“¡Jefe de familia!”
“Sí, vámonos.”
Apresuraron el paso.
¿Su destino? El almacén donde Gold Rich acumulaba sus tesoros.
En lo más profundo estaba una estatua enorme—y Seol-yeong, encaramado sobre ella.
—¿Mrrp?
“Buen trabajo.”
Yoo Baek-jun levantó a Seol-yeong, que se lamía las patas.
Éste se agitó feliz.
Ya era hora.
Yoo Baek-jun esperó.
El momento en que el furioso Tugwi terminara con la vida de Gold Rich.
Y cuando ese momento llegó—
“Ahora.”
Seol-yeong liberó la barrera mágica.
Yoo Baek-jun y Han Seong-ah blandieron sus espadas.
Un tajo que partió la estatua en dos.
¡Crash!
La estatua hecha pedazos colapsó.
Entre los escombros, Yoo Baek-jun recogió algo.
“Maestro, ¿qué es eso?”
“Un dado.”
El dado que la Diosa de la Fortuna sostenía en su mano.
‘Me encantaría llevarme la estatua, pero está vinculada a Gold Rich…’
No fue destruida en vano.
Por esa atadura, aunque se la llevara, no podría usarla.
Pero ese dado era diferente.
[Dado de la Diosa (Artefacto)]
Un dado que la Diosa de la Fortuna siempre llevaba consigo.
Fue entregado como regalo a un mortal, quien después esculpió una estatua que lo sostuviera para que solo sus descendientes se beneficiaran…
Ahora, solo el dado quedaba—en tus manos.
—Opción: Suerte
- Suerte: Al usar el dado, en asuntos de apuestas, la suerte absoluta garantiza que no puedas perder.
Solo una opción.
Pero era suficiente.
“Regresemos.”
Una sonrisa se dibujó en los labios de Yoo Baek-jun.