Mago de Arena del Desierto Ardiente - Capítulo 110

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La Reina de Hielo era la última esperanza y guardiana de las razas de ultramundo que vivían en secreto dentro de Neo Seúl.

Gracias a su presencia, esas razas podían mantener su linaje en Neo Seúl pese a la dura persecución.

Por eso, la lealtad de esas razas hacia ella era casi ciega.

Borin no era la excepción.

El que se convirtiera en la Comandante de las Fuerzas Especiales Hoja Azul fue totalmente gracias a la Reina de Hielo, Serian Oliana.

Aceptó la peligrosa posición de Comandante porque quería ser de ayuda para ella.

Mientras lideraba a las Hoja Azul, enfrentándose a innumerables peligros y cruzándose con montones de personas, ninguna le dio una sensación tan inquietante como la que le dio Zeon.

Zeon estaba sonriendo.

Esa sonrisa aparentemente amable se sentía tan amenazante como una hoja afilada.

Borin sintió como si estuviera desnuda, completamente sola, frente al cuchillo más filoso del mundo.

Zeon preguntó con una sonrisa en el rostro:

—Entiendo que se lleven a Levin; tiene habilidades por las que vale la pena llevárselo. ¿Pero por qué al asesino? ¿Qué valor tiene?

…

Borin apretó los labios con fuerza.

Aunque había fallado su misión, no podía revelar el secreto a la ligera.

Al ver la reacción de Borin, Zeon puso cara de tristeza.

—¡Borin! Hagámosla fácil. Por favor no me obligues a hacer cosas malas. Si las hago, de verdad me voy a poner infeliz.

—¡Ugh!

El rostro de Borin se contrajo por un instante.

Con sus sentidos élficos, sintió que lo que decía Zeon era verdad.

Aunque no sabía a qué “cosas malas” se refería Zeon, estaba segura de que si actuaba, sería muy perjudicial para ella y para toda la unidad Hoja Azul.

—¡Haa!

Zeon suspiró.

Después de mirarla un momento, volvió la vista hacia las otras elfas.

—Parece que aún no se decide. Quizá tengamos que ayudarle tantito.

—¿Qué planeas hacer?

—Traigo unas cosillas interesantes. Entre ellas, hay un bicho llamado Devorador de Agonía. Es una criatura curiosa: se come los huesos de los seres vivos. Si te comen los huesos, te mueres, ¿no? Pero este bicho inyecta una toxina paralizante desde la boca al cuerpo de la presa. Esa toxina tiene efectos alucinógenos. Así que la víctima disfruta el mayor placer hasta que todos sus huesos son devorados… y entonces muere.

—Eso es imposible. No puede existir tal criatura en el mundo.

—¿Segura? Hasta donde sé, esa criatura también vino de Kurayan.

—Eso…

Las pupilas de Borin temblaron.

Pareció que Zeon metía la mano al bolsillo.

No estaba claro si de verdad había un Devorador de Agonía en el bolsillo de Zeon. Sin embargo, Borin había escuchado la leyenda del Devorador de Agonía por boca de la Reina de Hielo, Serian.

Pero le tomó un rato recordarlo, pues era información fragmentada.

‘¿Y si ese tipo de verdad tiene un Devorador de Agonía?’

Tan solo imaginarlo le erizó la piel.

Al final, Borin cedió.

—Está bien. Te lo diré. Él es un subproducto de un experimento.

—¿Un subproducto?

—¡Sí! Literalmente un subproducto. Como basura. Por eso su personalidad está destruida y solo quedan los instintos de matar.

—¿Qué clase de experimento fue?

—Eso queremos averiguar llevándolo.

—¡Hmm!

—Desde hace mucho circulan rumores sobre el Distrito Central, donde está el Ayuntamiento. Por eso también la Reina de Hielo estaba preocupada.

—¿Entonces el experimento se llevó a cabo en el Distrito Central?

—Nuestra suposición es que sí. Así que intentamos averiguar los detalles.

—Hmm.

Zeon frunció el ceño.

Si lo que decía Borin era cierto, entonces también podía entender los movimientos del Distrito Norte.

Aunque todos formaran parte de Neo Seúl, el Distrito Central y los otros cuatro distritos tenían cada uno gobernantes distintos.

Sus territorios se gestionaban estrictamente, lo que dificultaba la intervención de otros poderes.

Como intervenir equivalía a guerra, había que actuar con cautela.

—Muy bien. Ya te dije todo lo que sé. Así que déjanos ir ahora.

—Está bien. Pero con una condición. Que no se acerquen a Levin nunca más.

—Eso…

—No puedo dejarlas ir si no me hacen esta promesa.

—De acuerdo…

En ese momento, Brielle intervino.

—Júralo en nombre de Serian.

Ante la intervención repentina de Brielle, Borin se mostró desconcertada.

Jurar por el nombre de Serian, la líder de las razas de ultramundo, no era diferente a poner el honor en juego.

Si se violaba ese juramento, el nombre de Serian también se vería arrastrado por el lodo.

Es un hecho que solo los elfos conocen.

Borin miró a Brielle.

—Tú… eres elfa, ¿verdad? ¿Pero por qué estás del lado de los humanos?

—No estoy del lado de los humanos. Estoy del lado de Zeon.

—¿No es lo mismo?

—¡No!

—Hmm.

—¿Qué vas a hacer?

preguntó Brielle sin rodeos.

Tras un momento de contemplación, Borin suspiró y respondió:

—No hay de otra. Juro en el nombre de la Reina de Hielo, Serian Oliana, gobernante del Distrito Norte: no habrá más intentos de acercarnos a Levin por parte mía ni del Distrito Norte.

—¡Hmph!

Brielle cruzó los brazos y resopló.

Su actitud se parecía a la de una niña esperando elogios de Zeon.

Zeon sonrió y dijo:

—Bien hecho.

—Ajá.

En ese momento, Borin le preguntó a Brielle:

—Pareces estar muy cerca de ser de sangre pura. ¿A qué tribu perteneces?

—Aunque te lo dijera, no la conocerías.

—¿Eh?

—Así que apaga tu curiosidad.

Con eso, Brielle selló los labios con firmeza.

Por su terquedad, Borin sintió que no tenía caso preguntar más.

Entonces ocurrió.

—Mira esto.

La voz repentina de Zeon la sacó de sus cavilaciones.

—¿Qué?

—Se escapó.

—¿Qué?

—El asesino, se fugó.

Zeon señaló el lugar donde había estado el asesino. Pero ya no había nadie.

El asesino había recobrado el sentido de pronto y huyó.

—Eso es imposible. Confirmamos que estaba en estado crítico.

—¡Tsk! Levin se va a enojar cuando despierte.

Zeon lo dijo, pero su expresión no mostraba remordimiento alguno.

El destino del asesino lo determinaría Levin.

Probablemente Levin tampoco querría que se lo llevaran al Distrito Norte. Eso habría hecho imposible su venganza.

Después de cargar a Levin, Zeon y Brielle se marcharon juntos.

Brielle le preguntó a Zeon en tono algo acusador:

—¿De verdad pensabas usar al Devorador de Agonía?

—Cómo crees que traería algo así.

—¿Entonces fue mentira?

—Sí.

—¿Neta?

—Así es.

—¡Wow! ¡Tramposo! Yo también me la creí.

Brielle negó con la cabeza, incrédula.

Observando la espalda de Zeon mientras se alejaba, Borin murmuró para sí:

‘Había un monstruo enorme oculto en los barrios bajos.’

Zeon llevó a Levin a su casa.

Levin recuperó la conciencia al día siguiente.

Quizá por la resaca de lo ocurrido con las elfas, Levin se mantuvo aturdido todo el día.

Zeon y Brielle no intentaron hablarle ni provocarlo.

Le dieron tiempo para ordenar sus ideas por sí mismo.

Zeon se sentó junto a la ventana, mirando la calle, mientras Brielle estaba absorta en sus experimentos.

¡Bang!

Un matraz con un líquido desconocido explotó.

—¡Hmph! Otro fracaso.

—¿Estás bien?

En ese momento, Levin le dirigió palabras cálidas a la atribulada Brielle.

—¿Por fin volviste en ti?

—¡Sí! ¿Y tú, estás bien?

—Estoy bien. No es nada nuevo.

—Brielle es valiente, no le teme al fracaso.

—Si no, los humanos me pegaban.

—¡Ah! Perdón.

—No fue Levin quien me pegó, así que ¿por qué te disculpas?

—Solo…

—Levin sí que es amable.

Por un momento, Levin sonrió con amargura.

Él sabía que no era para nada una persona amable.

Si lo fuera, habría escuchado a su madre y se habría quedado con su familia el día del incidente.

Como no lo hizo, sobrevivió solo.

Levin miró de reojo a Zeon, sentado junto a la ventana.

—¿Qué pasó con el bastardo?

—¿El bastardo?

—Decidí llamar así al asesino.

—Se escapó.

—Bien. Me preocupaba qué harían esas mujeres si se lo llevaban.

Levin sonrió ampliamente.

Dejar su venganza en manos de otros no era su estilo.

Recordaba el rostro del asesino, sus ojos, su olor, todo.

Sin importar la forma que tomara o la identidad que asumiera, Levin creía que podría encontrarlo.

Claro, primero tenía que recuperarse del todo.

Levin le preguntó a Zeon:

—¿El Distrito Norte seguirá molestándome?

—El Distrito Norte no podrá tocarte, así que no te preocupes.

—¿Eh?

Zeon le explicó al desconcertado Levin lo ocurrido ayer, cómo Brielle hizo que Borin jurara en nombre de Serian.

Ya enterado, Levin le dio las gracias a Brielle.

—¡Gracias, Brielle!

—Eh, no es para tanto.

Brielle alzó un poco la nariz.

—Pero debes ser cauteloso en otros distritos.

—¿Esa elfa llamada Borin va a filtrar información?

—Ayer debió de haber más de una persona que vio tu pelea. Por ellas, se regarán los rumores.

Levin era un tipo de Despertado que no había existido antes.

Aparte de su capacidad de combate, su utilidad era inconmensurable.

Su habilidad de fantasmización ya era un engaño en sí mismo.

Con suficiente determinación, podía infiltrarse en cualquier lugar y neutralizar todos los medios de defensa.

Era una habilidad optimizada para recabar información y para asesinar.

Cualquier organización se sentiría tentada a reclutarlo.

—Hmm.

Levin tarareó pensativo.

Por fin comprendió su situación.

Buscó el consejo de Zeon.

—¿Qué debo hacer?

—O subes tu rango para que nadie pueda tocarte, o te escondes para que nadie pueda encontrarte. Tienes que escoger una.

—Ya no quiero esconderme.

—Entonces sube tu rango.

—¿Cómo?

—Pelea tanto como puedas para expandir tus habilidades más allá del límite.

—¡Hyung! Te lo ruego. Por favor, ayúdame.

…

—Si eres tú, Hyung, puedes hacerlo. ¿Verdad?

—Es posible.

—Te pido tu ayuda. Me dedicaré a ti, Hyung.

Levin se arrodilló frente a Zeon.

—¿Entiendes lo aterradoras que son esas palabras?

—¡Hyung! No soy un niño. Entiendo bien el peso de mis palabras. Aun si no fuera por esto, quería estar contigo, Hyung.

Levin lo sabía.

Pese a su apariencia aparentemente normal, Zeon era un Despertado aterrador.

Eliminó sin esfuerzo a Goran, el gobernante de Sinchon, y derrotó con facilidad a las Fuerzas Especiales del Distrito Norte.

Rango estimado: B.

Y eso era la estimación mínima.

‘Quizá rango A… o incluso más.’

Levin necesitaba un paraguas que lo protegiera del aguacero del mundo.

Un paraguas grande y amplio.

El hombre al que consideraba ese gran paraguas respondió:

—Aquí se va a sentir apretado si te quedas. Hay que comprar la casa de al lado y ampliar nuestra casa.

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