Maestro del Debuff - Capítulo 973

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Siegfried corrió de inmediato a la sala de comunicaciones en cuanto recibió el informe de Michele, para contactar a la Santa Janette en la sede del Consejo Religioso Continental.

“¿Qué está pasando?” preguntó.

— Antes de eso…

La Santa Janette estaba por responder, pero vaciló con una expresión de desconcierto.

— ¿Por qué… está vestido así?

“Ah, e-eso… l-lo que pasó fue…” balbuceó Siegfried mientras explicaba lo que le había ocurrido recientemente.

— Ya veo… Así que pasó algo así…

“Jeje… Jajaja…”

— Que los dioses bendigan a Su Majestad…

“Gracias. Pero más importante, ¿cuál es la situación ahora mismo?”

— Las cinco grandes potencias, Corinto, Adrianópolis, Zimbir, Hadashita y Biblos, han declarado simultáneamente una reforma religiosa.

La respuesta de la Santa Janette hizo que Siegfried frunciera el ceño.

“¿Una reforma religiosa…?”

— Sí. Oficialmente declararon a todas las órdenes religiosas existentes como herejías. Ahora están promoviendo el Monoteísmo, una fe monoteísta que adora al Creador.

“Pero, ¿no habrá una fuerte resistencia?”

Siegfried tenía razón. Incluso si esas grandes potencias intentaban imponer una nueva religión, era cuestionable que la gente la aceptara tan fácil.

Los habitantes del continente habían creído en sus religiones tradicionales durante siglos; abandonarlas de la noche a la mañana no era sencillo.

— Sí, la resistencia va en aumento. Pero… parece que ya lo tenían contemplado.

“¿A qué te refieres?”

— Han comenzado a torturar y ejecutar públicamente a clérigos y fieles devotos de las órdenes existentes. Su objetivo es negar la mera existencia de los dioses mediante la persecución pública.

“Bueno, en teoría suena lógico… pero yo lo vi con mis propios ojos durante el incidente con la orden de Neptuno. Los milagros existen.”

— Tiene toda la razón. Los dioses existen. Pero…

“¿Hmm?”

— La Iglesia del Monoteísmo tiene ángeles.

“¿¡Qué?! ¿¡Ángeles!?” exclamó Siegfried, con los ojos muy abiertos por la sorpresa.

— Sí, Su Majestad. Los ángeles están realizando milagros abiertamente para reforzar el poder y la legitimidad de la Iglesia del Monoteísmo.

“¿Así que ahora se están poniendo descaradamente de su lado?”

— En realidad es una jugada astuta. A diferencia de los demonios, que ya tienen una reputación negativa entre la población…

“Los ángeles son vistos como seres benevolentes y simbolizan la bondad, ¿cierto? Y hasta ahora solo existían en los mitos…”

— Exactamente.

“Nos la aplicaron bien esta vez.”

Siegfried tuvo que admitir que los ángeles habían contraatacado con mucha inteligencia. Apenas hacía unos días, él había logrado interrumpir el poder divino que se canalizaba en secreto hacia los ángeles mediante las Piedras de Oración en templos, estatuas y reliquias sagradas de varias órdenes.

Pero ahora, los ángeles estaban usando a los cinco reyes de las grandes potencias —miembros de alto rango de los Illuminati— para asegurar abiertamente poder divino a escala nacional.

‘Son como una maldita Hidra… Aunque cortes una cabeza, sale otra…’

Siegfried sentía que los ángeles y los Illuminati eran tan tercos como una Hidra, por la forma en que se adaptaban a cada situación.

“Ahora que se alinearon públicamente con las grandes potencias, lidiar con ellos se complicó muchísimo…”

— Sí, Su Majestad. Y además…

“Supongo que los Illuminati también se infiltraron en el clero. Hagamos lo que hagamos, inevitablemente se filtrará información.”

— …Por desgracia.

El semblante de la Santa Janette se ensombreció.

— No estoy segura de qué hacer. A este paso, las órdenes religiosas existentes perderán la poca influencia que les queda.

“Ugh…” gruñó Siegfried, frustrado.

Los Illuminati llevaban decenas de miles de años preparándose meticulosamente para este momento desde que terminó la Guerra Santa.

No eran un enemigo que pudiera derrotarse con facilidad.

“Por ahora… deberíamos enfocarnos en rescatar a los altos clérigos que han sido capturados,” dijo Siegfried.

— Sí, Su Majestad. Estaba por solicitar su ayuda en ese asunto.

La Santa Janette se mostró aliviada, como si hubiera estado esperando que él lo dijera.

— No podremos salvar a todos, pero… ¿nos ayudará a rescatar a los clérigos que están siendo perseguidos?

En ese momento, apareció ante los ojos de Siegfried una notificación de misión.

[Operación de Rescate Sagrado]

[Rescata a los altos clérigos encarcelados en varias naciones.]

[Progreso: N/A]

[Recompensa: 5,000 de oro por cada clérigo salvado (¡Las recompensas aumentarán mientras más alto sea su rango!)]

[Advertencia: Esta misión es extremadamente peligrosa. ¡No te dejes llevar por la codicia durante la misión!]

“Por supuesto,” dijo Siegfried, aceptando la misión de inmediato.

[Alerta: ¡Has aceptado la misión — Operación de Rescate Sagrado!]

No había razón para rechazarla; era una mina de oro que pagaba cinco mil por persona rescatada.

— Entonces, lo dejaremos en las capaces manos de Su Majestad.

“Haré todo lo posible.”

Siegfried terminó la comunicación con la Santa Janette y se puso manos a la obra.

No perdió el tiempo y partió de inmediato.

Siegfried había aceptado la Operación de Rescate Sagrado sin titubear, pero eso no significaba que fuera tarea fácil.

Infiltrarse en el corazón de la capital de una gran potencia para rescatar a los clérigos no era una misión sencilla. Entrar en la madriguera del tigre era una cosa; esto era lanzarse directo a sus fauces.

Para tener alguna posibilidad de completar la misión, necesitaría un plan meticulosamente detallado, desde la infiltración hasta la huida.

Sin embargo, lo realmente complicado era la extracción.

Entrar era una cosa, pero sacar sanos y salvos a los clérigos y llevarlos hasta el Reino Proatine era otra historia.

“Saludos, Anciano.”

Al final, Siegfried no tuvo más opción que acudir a Gerog una vez más.

“¿Oh? Has vuelto.”

“Necesito pedirle ayuda de nuevo.”

“Con gusto si eres tú quien lo pide… hmm? Pero antes, ¿qué onda con ese traje rosa ajustado?”

“Es que… bueno… pasó eso que usted me advirtió,” dijo Siegfried con una sonrisa incómoda antes de explicar su situación.

“Hmm… Como esperaba, mi predicción fue correcta,” asintió Gerog.

“Sí, Anciano.”

“Pero aun así… es bastante impresionante.”

“¿Perdón?”

“Tu cuerpo es realmente extraordinario. ¿Será porque tu maestra lo modificó personalmente? Pensar que pudiste soportar el corazón de Inkarthus… Si hubiera sido un humano común, habría provocado una enorme explosión de radiación y muerto.”

“Jejeje… Je…”

“Como era de esperarse, tu maestra es verdaderamente omnipotente.”

“Bueno, sí. Estoy de acuerdo.”

“En fin, ¿a qué viniste a pedirme esta vez?”

“Necesito su ayuda otra vez,” dijo Siegfried, y procedió a detallar su plan.

“Entonces, ¿quieres que abra una frecuencia de portales de distorsión para asegurar una fuga segura?”

“Sí, Anciano.”

“Eso no es difícil. Interferir en las frecuencias de portales de los humanos es una tarea simple.”

“¡Como era de esperarse de usted, Anciano! ¡Aparte de mi maestra, es lo más cercano a un ser omnipotente!”

“¡Bwahaha! ¡Así me gusta!” Gerog soltó una carcajada satisfecho por los halagos de Siegfried.

‘¡Cayó redondito! ¡Jejeje!’ Siegfried sonrió por dentro. Sabía muy bien que los dragones eran débiles a la adulación, por eso se aseguraba de elogiar al Señor Dragón cuando podía. Claro, Gerog era la criatura más poderosa del mundo, solo por debajo de Deus, así que sus halagos tampoco eran pura labia.

“¡Esto no es nada para mí! ¡Bwahahaha!”

“¡Jajaja!”

“¡Ando de buen humor hoy! ¡Te daré un artefacto especial!”

Gerog metió la mano en su inventario y sacó algo que parecía una manija de puerta, para entregárselo a Siegfried.

[Manija de la Puerta de Inzaghi]

[Un artefacto legendario creado por el Gran Explorador Inzaghi en sus años crepusculares.]

[Este artefacto puede instalarse en cualquier puerta para crear un pequeño portal de distorsión con la asistencia del Señor Dragón Gerog.]

[El portal creado con la asistencia del Señor Dragón anulará cualquier frecuencia de portales creada por magos humanos.]

[Se requieren cinco minutos para preparar un portal.]

[Tipo: Artefacto mágico]

[Calificación: Legendario]

[Durabilidad: Infinita]

[Advertencia: Debido al tamaño reducido del portal, no es apto para transportar grandes ejércitos.]

“¡Oooh!” exclamó Siegfried, con los ojos brillándole al examinar el artefacto.

“¡Kwahaha! ¿Qué te parece? ¿Te gusta?”

“¿Gustar? ¡Me encanta! ¡Muchísimas gracias, Anciano!”

“¡Bwahaha! ¡Me alegra que te complazca!”

“¡Gracias!”

“No es nada. Espero que te sea útil.”

“¡Sin duda lo será!” respondió Siegfried con una reverencia. Luego, mientras seguía inclinado, mostró una sonrisa y pensó: ‘Sí, con esto basta y sobra.’

Ahora que tenía este artefacto rotísimo, ya no le preocupaba la fuga.

Así que solo quedaba ejecutar la misión.

Al mismo tiempo, después de separarse de Metatrón, Caos se unió a Shakiro y a Michael en la búsqueda de las alas de Michael esparcidas por todo el continente.

Caos también quería visitar el Reino Demoníaco, pues había pasado mucho desde la última vez que estuvo allí, pero Metatrón le aconsejó no hacerlo. Metatrón no tuvo más remedio que regresar por asuntos personales, pero se sentía muy mal por tener que dejar a medias la búsqueda de las alas de Michael.

“Debes quedarte y llevar a cabo la misión que Su Majestad nos encomendó, Caos. Una persona que se va por asuntos personales ya es una de más.”

“Como ordene, mi señor. Me quedaré y veré esto hasta el final.”

Así, Metatrón eligió regresar al Reino Demoníaco solo, dejando a Caos atrás.

‘Solo espero que no le haya pasado nada a Su Majestad, Lord Vernas…’ pensó Caos con ansiedad.

Con ese pensamiento pesándole, Caos arrojó algo de leña a la fogata moribunda y la avivó con un palo para reanimar las llamas agonizantes.

Fue entonces cuando…

“Caos,” dijo Shakiro mientras salía de su tienda.

“¿Ocurre algo, Señor Shakiro?” preguntó Caos, ladeando la cabeza.

Shakiro se había levantado dos horas antes de su turno de guardia.

“¿No puede dormir, señor?”

Shakiro negó con la cabeza y respondió: “No. Algo se aproxima a nosotros, rápido.”

“¿Perdón? ¿Cómo que—?”

“Por allá,” señaló Shakiro detrás de Caos. Luego añadió: “Alguien está siendo perseguido. Y viene directo hacia nosotros.”

“¿Puede oír eso…?”

“Lo raro sería no oírlo. Hacen mucho ruido.”

“…”

“Puede que nos veamos obligados a pelear,” dijo Shakiro, invocando sus radiantes cuchillas de aura.

Había alcanzado un nivel en el que ya no necesitaba armas físicas, pues podía manifestar con su aura cualquier arma que requiriera.

“Está bastante ruidoso por aquí,” dijo Michael, saliendo de su tienda.

‘¿¡S-Soy el único que no se dio cuenta de nada!?’ gritó Caos por dentro. No pudo evitar sentirse completamente inútil.

Sin embargo, no era el caso; simplemente Shakiro y Michael poseían sentidos sobrenaturales muy por encima de lo común.

“Ya vienen,” advirtió Shakiro.

En cuanto dijo esas palabras—

¡Whoosh!

Alguien saltó de entre los arbustos y se desplomó dentro del campamento.

“¡E-Espera! ¡Alto! ¡No ataque, señor!” gritó Caos con urgencia al reconocer a la figura.

Shakiro, que estaba a instantes de asestar un golpe letal, detuvo su ataque.

¡Thud!

Bueno, no hubo necesidad de atacar, porque la figura en el suelo parecía completamente extenuada.

“¡Lady Anastasia!”

Exclamó Caos y corrió hacia la figura en el suelo. Por su apariencia, también parecía ser un demonio. Sin embargo, estaba en pésimas condiciones: gravemente herida y totalmente agotada.

“¿La conoce?” preguntó Shakiro.

“Sí, señor. Es una de las guardias reales de Su Majestad, y lo sirve personalmente.”

“¿Qué?”

“Pero por qué está Lady Anastasia aquí—”

Fue entonces.

“¡Mátenlos a todos!”

“¡No dejen a nadie con vida!”

Un grupo de demonios irrumpió desde los arbustos, cargando directamente contra Shakiro y los demás.

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