Maestro del Debuff - Capítulo 917

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La infame alborotadora del Imperio Marchioni, Irene von Posteriore, también estaba presente en el baile de máscaras, pero…

‘Ugh… Esto está tan aburrido…’ Irene bostezó bajo su máscara, completamente indiferente al evento.

Detestaba de corazón las reuniones sociales y los eventos oficiales, y su aversión a ellos había comenzado desde que era niña. Las cientos de sofocantes normas de etiqueta real siempre la hacían sentir atrapada, y la gente se la pasaba adulándola constantemente.

A eso se sumaba que los jóvenes nobles siempre intentaban coquetear con ella en cada oportunidad, esperando ganarse su favor.

Pero eso no era todo…

‘Basura patética.’

Irene despreciaba más que nada las personalidades hipócritas de los nobles.

Reían y charlaban alegremente en la superficie, pero detrás de esas sonrisas falsas solo tramaban cómo derribar a los demás. Para ella, esos llamados nobles no eran más que serpientes astutas.

‘Necesito encontrar algo divertido. ¡Hohoho!’ Irene decidió divertirse fastidiando a alguien para matar el tiempo.

Y fue entonces cuando lo vio.

Un hombre con el atuendo más naco que había visto en su vida se acercaba.

‘¿Qué…? Su ropa es horrenda, pero su baile… es increíble…’

A pesar de su ridículo atuendo, sus pasos eran hipnóticos, incluso para Irene. Había asistido a incontables reuniones de la alta sociedad y podía notar de inmediato que ese hombre estaba en otra liga comparado con cualquier otro bailarín que hubiera visto.

‘¿Eh? No me digas… ¿viene hacia mí?’

Fue en ese momento que…

‘¿Eh?’

Irene de pronto sintió algo cálido subir desde su estómago, recorriendo todo su cuerpo.

Y no solo eso…

¡Pum-pum! ¡Pum-pum! ¡Pum-pum!

Su corazón empezó a latir descontroladamente.

‘¿¡Q-Qué está pasando!? ¿¡Por qué me siento así de repente!?’

Irene estaba en shock. Era la primera vez que experimentaba esa extraña sensación.

Mientras intentaba asimilar lo que sentía…

¡Whoosh! Whoosh!

El hombre se deslizó hacia ella con pasos que parecían sacados del Moonwalk, como si caminara sobre el agua, y extendió su mano hacia ella.

—¿Estás… pidiéndome bailar? —preguntó Irene, con un tono que mezclaba sorpresa e incredulidad.

El hombre simplemente asintió.

—¿Sabes con quién te estás metiendo…? —murmuró ella.

Desafortunadamente, estaba tan conmovida por la sensación desconocida que recorría su cuerpo que su intento por disimularlo con irritación no tuvo ningún efecto.

A pesar de sus intenciones, su cuerpo se movió por sí solo. Como si estuviera hechizada, Irene colocó su mano en la de él, y antes de darse cuenta, ya estaban bailando juntos en perfecta sincronía.

Originalmente, había planeado hacer un escándalo como siempre lo hacía en este tipo de eventos, pero por alguna razón…

Mientras tanto, Siegfried estaba más impactado que Irene.

‘¡¿Q-Q-Qué está pasando?! ¡No puedo controlar a mi personaje!’

En la vida real, sudaba a chorros tras perder completamente el control de su avatar.

Mientras tanto, la canción cambió, y comenzó a sonar música de tango.

—Y-Yo no sé bailar tango… —dijo Irene en voz baja, casi tímida. Pero en realidad, era mentira.

Irene sí sabía bailar tango.

Pero se sintió intimidada al ver los movimientos de Siegfried. Bueno, más bien, los del Traje de Jacomo.

—¿Y si me equivoco? Voy a hacer el ridículo… —añadió.

Entonces, Siegfried respondió—no, en realidad fue el traje quien respondió:

—No existen los errores cuando bailas tango.

—¿Qué quieres decir…?

—A diferencia de la vida, el tango es extremadamente simple. Y eso es lo que lo hace un baile hermoso.

—…!

—Incluso si pierdes el paso o tropiezas, eso también se convierte en parte de tu tango.

—¡Ah…!

Entonces, Siegfried tomó la mano de Irene con delicadeza y preguntó:

—¿Lo intentamos? ¿Bailarías conmigo?

—Está bien… —Irene bajó la cabeza, con las mejillas sonrojadas, y comenzó a seguir los pasos de Siegfried.

Así, comenzó su tango.

¡Doo doo doo! ¡Bam bam bam~! ¡Bam baaam! ¡Bam bam bam! ¡Ta ta ta! ¡Ta taaa! ¡Bam! ¡Baaaam! ¡Doo doo doo!

A pesar de no saber quién era el otro, Siegfried e Irene se movían con una sincronía perfecta al ritmo de la música, cautivando a todos en el salón de baile.

Sus movimientos eran tan elegantes y poderosos que la gente comenzó a hacerse a un lado de forma instintiva, formando un círculo alrededor de ellos.

Sin darse cuenta, el salón de baile se convirtió en un escenario exclusivo para Siegfried e Irene.

[Alerta: ¡Cacería en progreso!]
[Alerta: ¡Actualmente estás cautivando el corazón del objetivo!]
[Alerta: ¡La afinidad del objetivo está aumentando rápidamente!]
[Alerta: 24%… 57%… 89%!]

Mientras bailaban, una barra sobre la cabeza de Irene comenzó a llenarse poco a poco.

‘¡O-Oye! ¡No seduzcas mujeres sin mi permiso!’ gritó Siegfried internamente, desesperado por recuperar el control de su personaje.

Pero era inútil.

El baile seguía, y la barra continuaba llenándose poco a poco.

Nadie podía escuchar su voz.

¡Doo doo doo! ¡Bam bam… Dun!

La música finalmente terminó.

¡Swoosh!

Siegfried inclinó a Irene hacia atrás en el último compás, sosteniéndola firmemente de la cintura en una pose final dramática, típica del tango.

¡Clap! Clap! Clap!

El salón estalló en aplausos ensordecedores, colmando a Siegfried e Irene de elogios por su actuación hipnótica.

Y entonces…

[Alerta: ¡100%!]

[Alerta: ¡Cacería exitosa!]
[Alerta: ¡Has cautivado el corazón de la dama!]

Un ícono en forma de corazón apareció sobre la cabeza de Irene al llenarse por completo la barra.

[Alerta: ¡La dama está completamente enamorada de ti!]
[Alerta: ¡Contenido para adultos desbloqueado!]

[Alerta: ¡Puedes disfrutar la noche tanto como gustes!]

El título de Siegfried, “Rey de la Resistencia Sexual”, apareció sobre su cabeza. El contenido para adultos también fue desbloqueado.

‘¡O-Oye! ¡Maldito loco! ¡¿Estuviste seduciendo mujeres con este traje tan naco, Jacomo?!’ gritó Siegfried por dentro.

Resultó que Jacomo, el supuesto legendario socialité, en realidad era un mujeriego y estafador que había seducido a incontables mujeres.

Bueno… no exactamente.

Ese solo era un malentendido de Siegfried…

Jacomo había sido un maestro espía hace siglos, y se especializaba en recolectar inteligencia en eventos de alta sociedad alrededor del mundo. ¿Su método preferido? Seducir a hijas y esposas de funcionarios de alto rango para extraer información valiosa.

Así que el Traje de Jacomo no era un simple artefacto mágico para seducir, sino una sofisticada herramienta de espionaje.

Jacomo había aceptado de buena gana su fama como el Príncipe de la Alta Sociedad o el Legendario Playboy, todo por el bien de su patria. Dependiendo del usuario, su traje podía ser un poderoso artefacto de espionaje… o simplemente un conjunto ridículo para ligar.

De cualquier forma, como Siegfried no conocía la historia real, era natural que lo acusara de ser un mujeriego de quinta.

Después del tango, comenzó a sonar una melodía más suave, y los invitados regresaron a la pista para bailar algo más tranquilo.

—¿Q-Quién eres tú…? ¿Quién eres para hacer que mi corazón lata así…? —preguntó Irene con voz temblorosa.

Fue entonces…

¡Clap! Clap! Clap!

Alguien aplaudió tres veces, y la música se detuvo de golpe.

El Emperador Stuttgart se quitó la máscara con una mano y preguntó a la multitud:

—¿Todos la están pasando bien?

Los invitados se arrodillaron de inmediato sobre una rodilla, rindiendo respeto al emperador y respondieron al unísono:

—Sí, Su Majestad Imperial.

—Me encantaría dejar que sigan disfrutando del baile, pero me temo que es hora de comenzar el banquete. Así que pueden quitarse las máscaras ahora.

—Sí, Su Majestad Imperial.

Siguiendo la orden del emperador, los invitados comenzaron a quitarse las máscaras.

‘¡Argh! ¡Qué vergüenza! ¿¡Cómo voy a arreglar este desmadre ahora?!’ Siegfried gritó por dentro, horrorizado. Todas las miradas en el salón estaban sobre él, y no quería otra cosa que no fuera encontrar un agujero y meterse en él.

No era para menos: todos morían por saber la identidad de los dos protagonistas del baile.

También todos miraban a Irene.

‘Ah, el emperador ordenó quitarse las máscaras, así que no puedo negarme…’ pensó Siegfried, mirando de reojo al emperador.

Je. El emperador Stuttgart le lanzó una sonrisa traviesa a Siegfried, como diciendo claramente que no pensaba ayudarlo a salir de esa situación.

‘Ah… No me queda de otra. Me quitaré la máscara y saldré corriendo…’

Sin más remedio, Siegfried se quitó la máscara.

Irene lo imitó y se quitó la suya también.

Así, los rostros de ambos quedaron completamente expuestos ante todos.

—¡T-Tú…! —tartamudeó Irene al reconocerlo de inmediato. Había visto la estatua del Rey Héroe, Siegfried van Proa, antes, así que su rostro le resultaba familiar.

Por otro lado, Siegfried no tenía idea de quién era ella…

‘Wow… está hermosa…’

No tenía idea de su identidad, pero algo sí era seguro: era impresionante.

‘¿Quién será esta belleza?’ pensó mientras usaba su Runa de Perspicacia.

‘¿Eh…?’ Se congeló. Mientras él se quedaba pasmado, la multitud también estaba en shock. Su pareja de baile era nada más y nada menos que Irene von Posteriore.

—¿¡Qué?!
—¿¡L-La Princesa Irene bailó con… el Rey Siegfried!?
—¡Madre mía…!
—¿¡Esa demonio… bailó con un hombre!?
—¡I-Imposible!
—¡No puede ser!

Siegfried leyó el nombre que apareció frente a sus ojos: ‘Irene… ¿von? ¿Von? Eso es título real, ¿no? Posterio… Posteri… ¿Posteri—¡maldición!’

Y entonces lo entendió…

Su pareja de baile era nada menos que la querida media hermana del Emperador Stuttgart: Irene von Posteriore.

—Siegfried van Proa. Quiero que te cases con mi hermana.

Esa misma problemática mujer con la que el emperador quería casarlo. Su fama era tan terrible que Michele había considerado seriamente renunciar y retirarse al campo cuando escuchó sobre la propuesta.

‘¡Ah…!’ Siegfried por fin comprendió que había caído en una trampa diabólica.

—No, para nada. Hoy ya le causé suficientes problemas, y además le debo una disculpa al Rey Lohengrin.

¿Por qué el emperador había sido tan disculpón?

¿Por qué le debía una disculpa a Lohengrin?

¿Por qué le había sonreído con esa expresión hace rato?

‘¡Me chamaquearon!’

Siegfried entendió al fin. Todo había sido una trampa cuidadosamente planeada por el Emperador Stuttgart. Aunque no estaba seguro si el emperador había planeado que él obtuviera el Traje de Jacomo o no.

¿Por qué?

Había demasiadas variables.

Si Cazador de Tesoros se hubiera activado un segundo después, Cain se habría llevado el traje.

¿Y entonces?

Tanto Siegfried como el emperador estarían en serios problemas.

En otras palabras, el emperador probablemente no había planeado lo del traje. Pero lo que sí era seguro… era que quería presentarle a Irene.

‘Estoy jodido. Lo olvidé por completo.’

Siegfried tuvo que ejercer un control sobrehumano para no lanzarse por la ventana más cercana y huir.

Mientras tanto, Irene estaba confundida.

Al principio, tenía miedo. Miedo de que ese sentimiento mariposeante desapareciera en cuanto el hombre se quitara la máscara.

¿Qué tal si era un don nadie? ¿Y si ese cosquilleo en el pecho desaparecía por completo?

Ese pensamiento la invadió mientras se quitaba la máscara…

Pero no. No era un don nadie.

¡Pum-pum! ¡Pum-pum! ¡Pum-pum!

Su corazón seguía latiendo con fuerza, sin señales de calmarse.

En otras palabras, Siegfried había cumplido completamente con sus expectativas, emoción y anhelo.

‘¿Q-Quién soy yo ahora…?’

Irene no sabía qué hacer a continuación. Nunca había estado en una situación así.

Justo entonces, el emperador intervino, como un relevista entrando a salvar la jugada.

—Siegfried van Proa.

—Sí, Su Majestad Imperial.

Aunque el estado mental de Siegfried ya estaba hecho trizas, se arrodilló en una rodilla y mostró respeto al emperador.

‘¡Maldito serpiente astuta!’

Ahora todo tenía sentido. Por eso había sido tan generoso antes.

¿Quién hubiera imaginado que el emperador era capaz de maquinar un plan tan retorcido?

—¿Podrías escoltar a mi querida hermana? —preguntó el Emperador Stuttgart.

Bueno, más que una petición, todos sabían que era una orden disfrazada.

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