Maestro del Debuff - Capítulo 915
Después de salir de la oficina del emperador, Cain se quedó pasmado por un momento antes de soltar una maldición por lo bajo.
—Esta maldita mierda…
Lo único que quería era gritar hasta quedarse sin voz. Pensaba que la tarea de eliminar a los remanentes de las fuerzas rebeldes sería una simple misión de limpieza, pero no, resultó que lo habían mandado a explorar una nueva mazmorra desde cero.
A estas alturas, no había otra forma de describir su situación más que con las palabras: “jodido real”.
‘Ese maldito emperador… ¿Un simple NPC se atreve a jugar conmigo, un gamer?’ gruñó Cain por dentro.
La furia le hervía en las venas al darse cuenta de que el Emperador Stuttgart lo estaba manipulando, y lo único que quería era cortarle la cabeza.
‘Ya verás… haré que tu imperio se arrodille y te volaré la cabeza—’
¡Thud!
Doblando una esquina, se topó con alguien de frente.
—¡Kyaaa!
Chocó contra una chica pequeña.
—Auch…
Ella cayó de sentón, y las lágrimas se le acumularon en los ojos mientras se quejaba del dolor.
—¿Olvidaste tus ojos en casa o qué? Fíjate por dónde vas —gruñó Cain fríamente. Ya andaba de mal humor, y esto fue la cereza en el pastel. Sabía que debía comportarse dentro del Palacio de Sangre, pero su ira lo cegó.
La chica alzó una ceja y preguntó:
—¿Qué dijiste?
—¿Qué, también estás sorda? Pregunté que dónde carajos dejaste tus ojos —se burló Cain.
Los hombros de la chica empezaron a temblar, y una sonrisa torcida se dibujó en su rostro.
—¡Jajaja! ¿Estás loco o qué?
—¿Yo? ¿Loco?
—Sí, tú.
—Tienes agallas para decir idioteces. Si no tienes nada útil que decir, deja de ladrar y lárgate —gruñó Cain y pasó junto a ella.
O al menos eso intentó—
¡Thwack!
La chica le metió el pie y lo hizo tropezar justo cuando pasaba.
¡Thud! ¡Crash!
Cain se fue de bruces y cayó al suelo.
—¡Kekeke! ¿Dónde dejaste los ojos, eh? ¿En casa? —la chica señaló y se burló de él.
—¡Maldita…! —Cain gruñó entre dientes. Luego se levantó de un brinco y amenazó—. ¿Tienes deseos de morir o qué? ¿Quieres morir—?
Justo entonces…
—¡Su Alteza! ¡Princesa Irene!
—¿Qué hace aquí, Su Alteza?
—¡Por favor, deprisa! ¡Es hora de visitar a Su Majestad Imperial!
Un grupo de sirvientes y doncellas apareció, rodeando a la chica pequeña.
—¿…?
Cain se quedó paralizado, su mente incapaz de procesar lo que estaba pasando. Entonces, activó su Runa de Perspicacia y miró a la chica.
[Irene von Posteriore]
[La hija del difunto emperador y querida media hermana del Emperador Stuttgart.]
[Es la última sobreviviente de la familia imperial aparte del emperador.]
[Advertencia: Famosa por su temperamento infernal. Se recomienda evitarla a toda costa.]
‘¿H-Hiiiik?!’
Cain chilló por dentro y se le puso la cara blanca como la cal.
De entre todas las personas con las que pudo haberse peleado en el Palacio de Sangre, ¡fue a topar con la querida media hermana del emperador! Hay días en que uno pisa mierda… pero esto fue como aventarse de cabeza en una fosa séptica.
Cain se dio cuenta de que acababa de cometer el error más grande de su vida.
—Ah~ Iba camino a ver a Su Majestad Imperial, el Sol del Imperio Marchioni, el más benevolente de los emperadores. Pero choqué por accidente con este tipo —dijo Irene, señalando a Cain con una sonrisa maliciosa.
—¡Tú, escoria insolente! —gritó una mujer de mediana edad, la niñera de Irene, con autoridad mientras lo fulminaba con la mirada—. ¡¿Cómo te atreves a mantener la cabeza en alto después de chocar con Su Alteza?! ¡Al suelo, ahora mismo!
—¡M-Me disculpo sinceramente! —chilló Cain, postrándose de inmediato.
—Niñaaaa~ —gimoteó Irene, aferrándose a la mujer.
Por la forma en que la llamó “niñera”, quedaba claro que esa mujer llevaba mucho tiempo sirviendo a Irene. En otras palabras, era alguien de alto rango e influencia.
—Me preguntó si había olvidado mis ojos en casa y por qué no los usaba bien.
—¿De verdad dijo eso, Su Alteza?
—También me preguntó si estaba sorda. Y luego me dijo que dejara de decir idioteces y me quitara del camino. Ah, y lo último que me dijo fue… —Irene dejó la frase en suspenso.
Entonces, mostró una sonrisa tan torcida que parecía un demonio y añadió:
—“Maldita perra. ¿Tienes deseos de morir? ¿Quieres morir?” ¿Eso fue lo que dijo?
—¡INSOLENTE! —la voz de la mujer retumbó como trueno, casi reventando los tímpanos de Cain—. ¡¿Esperas sobrevivir después de decirle eso a Su Alteza?!
—¡H-He cometido un pecado imperdonable! —gritó Cain. Sentía que el alma se le salía del cuerpo, y en su desesperación apretó la frente contra el suelo.
—¡Tú…! ¡Haré que te—!
La mujer iba a castigarlo, pero fue interrumpida.
—Un momento —dijo Irene. Luego sonrió traviesa y dijo—. Mejor perdonémoslo.
—¡Pero Su Alteza! ¡Este hombre la insultó gravemente! ¡Merece ser despedazado—!
—Seguro fue un malentendido. Dejémoslo pasar esta vez —dijo Irene con una sonrisa.
—¿S-Su Alteza…?
La mujer se quedó pasmada.
‘¿Será que su carácter mejoró en la Torre de Magia?’ pensó.
Pero eso no era más que un pensamiento ingenuo.
Irene se acercó a Cain, que seguía postrado.
—Oye.
—¡S-Sí, Princesa Irene!
—¿Sabes que hiciste algo malo, verdad?
—¡C-Claro que sí, Su Alteza!
—Entonces, lámelo —dijo, levantando un pie frente al rostro de Cain.
—¿…Perdón?
—Lámelo.
—…!
—¿Qué pasa? ¿También estás sordo? ¡Hohoho!
Cain casi pierde el control de su ira y comete una locura cuando Irene le dijo que lamiera su pie.
¿Un gamer lamiendo el zapato de un NPC?
Si lo hacía, quedaría marcado como el primero en la historia.
‘¿Debería… simplemente hacerlo?’ Cain dudaba.
Quería despedazar a esa mocosa en ese mismo instante, pero lo detenían las consecuencias. No creía poder soportar la furia del Imperio Marchioni, ni del Emperador Stuttgart.
Todo lo que había logrado construir en BNW sería destruido, y acabaría siendo cazado hasta que abandonara el juego.
‘¿Pero en serio tengo que rebajarme a esto…?’
Mientras Cain luchaba con su dilema—
—Oye, ¿qué esperas? Dije que lo lamas. Te perdonaré si lo haces —dijo Irene con firmeza.
—…
—Tienes tres segundos.
Cain la miró y se congeló. Un escalofrío le recorrió la espalda.
Un demonio.
Su expresión era tan malvada y retorcida que el miedo lo golpeó con tal fuerza que hasta olvidó su ira.
Esa noche, el Emperador Stuttgart le concedió a Siegfried el privilegio de usar el vestidor del Palacio de Sangre.
Después de todo, Siegfried no había preparado ropa formal ni una máscara para el baile de máscaras.
—Wow… —Siegfried se quedó boquiabierto ante la escala del vestidor.
¿Qué clase de vestidor era tan grande como el palacio real del Reino de Proatine?
—¿Cómo se supone que escoja algo aquí?
No solo era grande. La cantidad de atuendos era absurda, parecían millones, y estaban perfectamente organizados.
Todo estaba clasificado por estilo, diseño y talla, como si fuera una tienda departamental gigante.
‘Supongo que agarraré algo al azar.’
Siegfried sintió que estaba a punto de contraer una de las peores enfermedades humanas: la indecisión.
Así que decidió simplemente agarrar un traje formal decente y una máscara modesta.
‘Veamos…’
Justo entonces…
Siegfried dobló una esquina y se topó de frente con Cain.
—…Mierda.
—¿Eh?
Ambos se estremecieron por un segundo, pero Siegfried decidió saludar primero.
—¡Hola, Cain!
Como ambos eran Aventureros, Siegfried intentó entablar conversación.
Pero la respuesta de Cain fue fría.
—Lárgate a la chingada.
—¿Eh? ¿Perdón?
—Dije que te largues de mi vista.
—¿…?
—…Pinche fastidio.
Cain maldijo por lo bajo y pasó de largo hacia la sección F.
A diferencia de Siegfried, que tenía el privilegio de usar cualquier prenda del vestidor, Cain solo podía elegir entre las telas más corrientes y diseños pasados de moda.
—¿Qué diablos fue eso…? —murmuró Siegfried, atónito.
Estaba tan confundido que ni siquiera se enojó por la grosería de Cain.
El hecho de que un simple barón le hablara así a un duque era una falta de respeto total. Si Siegfried quería, podía hacer un escándalo y mandar a castigar a Cain.
Pero no lo hizo por una razón.
Tenía los ojos clavados en el título flotando sobre la cabeza de Cain.
‘¿Q-Qué demonios es eso…?’
Siegfried activó su Runa de Perspicacia y leyó el título sobre Cain. El ícono era una lengua y un zapato. Una combinación bastante extraña.
[Aventurero de la Vergüenza: Primera Lamida]
[Título otorgado al primer Aventurero que lamió el zapato de un NPC.]
[Mi vida es una película, ¡y lamí el zapato de un NPC!]
[Tipo: Título]
[Calificación: Legendario]
[Nota: ¡Este no es un título honorable!]
‘¿Ehhh?!’
El rostro de Siegfried se deformó del asombro.
¡Slurp! ¡Slurp! ¡Slurp!
El ícono de la lengua comenzó a lamer el ícono del zapato.
‘¿N-No me jodas… ¿de verdad lamió el zapato de un NPC?’
Siegfried no podía creerlo, ni leyendo la descripción ni viendo el ícono animado.
‘Ah, ¿qué me pongo…?’
Al principio, Siegfried solo pensaba agarrar algo decente. Pero en cuanto empezó a revisar los atuendos, cayó víctima de la indecisión. No podía decidirse por uno.
‘¿Y este? Nah, no me queda. ¿Ese de allá? Mmm, se ve bien.’
Sin darse cuenta, ya estaba probándose todo tipo de atuendos, dejando un desastre a su paso.
El vestidor era tan enorme que solo explorar la ropa tomaba tiempo. Por suerte, había probadores y asistentes por todo el lugar, lo que hacía el proceso más ágil.
Pero aun así, tras casi dos horas, Siegfried seguía sin encontrar el atuendo perfecto.
‘Ugh… ¿Mejor me pongo aquel que vi antes?’
Justo cuando pensaba eso mientras escaneaba el lugar—
¡Ding!
Un título apareció sobre su cabeza.
‘¡Oh!’
Sus ojos se agrandaron al ver el ícono familiar flotando sobre él.
Un cofre de tesoro entreabierto rebosante de oro y joyas brillaba intensamente. El título que venía con ese ícono no era otro que…
[Cazador de Tesoros]
[Título otorgado a quienes han obtenido muchos tesoros.]
[Tipo: Título]
[Calificación: Único]
[Efecto: +50% de probabilidad de encontrar habitaciones con tesoros.]
‘¿Q-Qué está pasando…?’
Siegfried estaba desconcertado por la aparición repentina del título de Cazador de Tesoros.
¿Por qué? Porque estaba en un vestidor.
¿Acaso había un tesoro oculto aquí?
‘¿Por qué se activaría este título…?’
En ese momento, una flecha verde apareció ante sus ojos.
‘¿Eh?’
Al darse cuenta de que el título había detectado algo, Siegfried decidió seguir la flecha verde. Una mezcla de emoción y curiosidad empezó a burbujear en su pecho ante la idea de haber encontrado un tesoro oculto en ese vestidor colosal.