Maestro del Debuff - Capítulo 1071

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“Lu… nea…” murmuró Zerachiel por lo bajo. Se veía aturdido, como si la mitad de su alma hubiera sido arrancada de su cuerpo al escuchar ese nombre que jamás pensó volver a oír.

“¿Te suena el nombre? ¡Ke ke!” Siegfried sonrió con burla y lo provocó, claramente tratando de sacarlo de quicio a propósito. Luego se mofó: “¿Así se llamaba? ¿Tu primer amor perdido? ¿Lunea?”

Zerachiel lo miró fijamente y preguntó:

“Tú… ¿cómo conoces ese nombre?”

“Quién sabe. ¿Por qué? ¿Te preocupa que haya leído tu diario mientras dormías?”

“Responde la pregunta. ¿Cómo conoces ese nombre?”

Siegfried no respondió. En lugar de eso, decidió burlarse todavía más, escarbando más hondo en la herida de su corazón.

“Lo siento… Lo siento…” repitió con tono ridículamente lloroso las mismas palabras que Zerachiel había pronunciado entre sollozos al lado del lecho de muerte de Lunea. “Te voy a… extrañar… taaan tooodo el tiempooo…”

“…”

“Tsk… Te estabas ahogando en lágrimas. ¿Arcángel de la Muerte? Qué chiste. Bu-hu-hu, llora más. Oye, se te va a caer el pito si sigues chillando así.”

Obviamente, Siegfried lo estaba provocando a propósito, y no se contuvo para nada.

Cualquiera lamentaría la pérdida de un ser querido, y cualquier hombre derramaría lágrimas al despedirse para siempre de la mujer que ama. Por supuesto, llorar no hacía que a nadie se le cayeran los genitales; incluso Siegfried lo sabía.

Pero en ese momento lo único que le importaba era empujar a Zerachiel hasta su límite, hacer que perdiera la compostura y, con suerte, que mostrara una abertura que pudiera aprovechar, incluso si tenía que recurrir a tácticas sucias.

La estrategia que eligió Siegfried funcionó a la perfección.

“Hijo de puta. Deja de decir mamadas y responde. ¿Cómo conoces su nombre?” maldijo Zerachiel, finalmente perdiendo el control.

“Tal vez lo vi en un sueño. O tal vez no,” respondió Siegfried encogiéndose de hombros. Luego añadió: “Serán quinientas de oro si quieres que te conteste. ¡Ke ke!”

“Pedazo de mierda…”

“Tsk, tsk… Escúchame, pobre imbécil. Solo eres un pinche mocoso malcriado, ¿no? Se te muere la novia, ¿y ahora todo el mundo tiene que correr con la misma suerte que ella? ¿Las vidas de todos ya no valen nada por eso? ¿No eres demasiado egoísta, cabrón? Nada más porque este mundo no encaja con tu ideología torcida, ¿ya crees que está roto?”

Esta vez, Siegfried ya no lo estaba provocando solo por fastidiar; cada palabra la decía en serio. Realmente pensaba que Zerachiel era patético.

Era natural añorar a un ser querido, llorarle y atesorar sus recuerdos. Pero dejar que ese duelo se deformara en una excusa delirante para arrebatar la vida a los demás era otra cosa completamente distinta.

Para Siegfried, la mentalidad de Zerachiel no era muy diferente de la de un adolescente en plena pubertad. Era ese tipo de pensamiento imprudente, egocéntrico y lamentable de alguien emocionalmente inestable que solo quiere justificarse.

“Tal vez, en ese cerebrito emo tuyo, este mundo esté lleno de pura miseria y dolor, pero aunque la vida apeste y te arrastre por el suelo, hay momentos que son jodidamente hermosos.”

“¿No has oído eso de que el sol siempre vuelve a salir? Todos están viviendo el día a día igual que tú,” dijo Siegfried. Luego añadió: “Pero tú no tienes ni la más mínima idea de lo que eso significa, ¿verdad?”

“¿…Ya terminaste?” gruñó Zerachiel.

“Ni de cerca,” negó Siegfried con la cabeza. Y continuó: “Digamos, solo por discutir, que tu ideología torcida es cierta. Que este mundo está lleno de sufrimiento y dolor, y que la única forma de darle paz a todos es con la muerte.”

“¿Y qué con eso?”

“¿Eso te da derecho a terminar con las vidas de los demás nomás porque sí? ¿Quién carajos te dio ese derecho? ¿Quién te crees para decidir cuándo alguien debe morir o no? Si alguien de verdad ya no soporta y quiere morir, esa decisión le corresponde a esa persona, no a ti.”

El tono burlón y pesado de Siegfried había desaparecido por completo. Ahora sonaba realmente furioso. Empezó solo tratando de sacudir a Zerachiel, pero ahora se lo estaba tomando personal.

Le enfermaba saber que aquel perdedor patético iba por ahí haciendo berrinches mientras masacraba inocentes, intentando justificar sus actos en nombre de la “misericordia”.

“¿Sabes qué pienso cada vez que te veo? Que el Creador se volvió loco. ¿Cómo se le ocurre darle tanto poder a alguien como tú? Seguro fue un error… o estaba bien drogado.”

“No pienso darte una muerte pacífica,” gruñó Zerachiel, furioso. Luego guardó la Guadaña del Reposo y sacó dos espadas curvas gemelas que se veían tan amenazantes como la guadaña.

“Ten cuidado, Siegfried,” advirtió Michael.

“¿Qué? ¿Por qué?”

“El arma principal de Zerachiel no es la guadaña. Esas espadas gemelas son sus armas reales.”

“¿¡Eh!?”

“Es mucho más fuerte con ellas.”

“¡Me estás jodiendo! ¿Todavía se puede hacer más fuerte?”

Siegfried estaba tan atónito que sintió que había cometido un error enorme al provocarlo. Ya la había tenido difícil enfrentando esa guadaña completamente rota, y ahora resultaba que ni siquiera era su arma principal.

Tal vez esta batalla siempre había sido imposible de ganar.

“¿Qué chingados le pasa a este maldito juego?…” gruñó Siegfried entre dientes.

Era casi seguro que Zerachiel se haría más fuerte con sus armas principales. Aparte de personas como Siegfried o Shakiro, que habían dominado casi cualquier arma existente, todo guerrero tenía un arma en la que se especializaba.

De hecho, incluso los arcángeles y los señores demonio tenían un arma con la que se sentían más cómodos, y se volvían mucho más peligrosos cuando la empuñaban.

En el caso de Zerachiel, esa arma no era la guadaña, sino esas espadas gemelas.

“Voy a cortarte en mil… no, en diez mil pedazos,” gruñó Zerachiel.

Un poderoso vendaval pasó junto a ellos.

¡Whoooosh!

La ráfaga de viento se transformó en un torbellino imparable. Aulló como una bestia antes de convertirse en una tormenta feroz que amenazaba con hacer trizas a Siegfried y a sus aliados.

La advertencia de Michael no era ninguna exageración; la destreza de Zerachiel empuñando las espadas gemelas era verdaderamente abrumadora.

‘¡Esto es una locura!’

Siegfried no podía hacer nada más que defenderse del feroz vendaval de ataques desatado por el Arcángel de la Muerte.

¡Clang! ¡Clang! ¡Clang! ¡Clang!

Las espadas gemelas chocaban sin descanso contra la +16 Empuñadura del Vencedor, y cada golpe era tan potente que Siegfried perdía el equilibrio cada vez que los bloqueaba.

Así de intensos eran los ataques de Zerachiel; sus movimientos eran tan precisos y afilados que incluso Siegfried se veía obligado a defenderse a muerte.

Pero eso no era todo…

“Tú también puedes morir, Hermano Mayor.”

Zerachiel cambió de objetivo en un parpadeo, pasando de Siegfried a Michael, lanzándose justo hacia una abertura en la defensa de este último.

¡Chwak! ¡Chwak!

Las dos hojas cortaron el aire, lanzando una onda de energía en forma de cruz.

¡Sukeok!

¡Shwaaaa!

Michael fue cortado a lo ancho del pecho, y la sangre se esparció por el aire.

¡Golpe crítico!

“¡Gaaah!”

Michael salió disparado hacia atrás. Cayó al suelo, incapacitado por un solo ataque.

¡Bam!

Zerachiel le dio una patada a Siegfried y lo mandó a volar, luego se giró hacia Hamchi.

“Quítate,” murmuró, lanzando sus espadas contra él.

¡Shwaaak!

“¡Cállate!” respondió Hamchi, invocando un escudo usando el poder de los espíritus.

Pero fue inútil.

¡Fwoooosh!

La tormenta de espadas desatada por Zerachiel destrozó el escudo en pedazos y lo atravesó sin problema.

“¡Aaaack!” gritó Hamchi de agonía.

Atrapado por la tormenta de espadas, el cuerpo entero de Hamchi fue cortado por las hojas, bañándolo en sangre de la cabeza a los pies.

Con Michael y Hamchi fuera de combate, solo quedaban Siegfried y Chae Hyung-Seok.

“Oye, ¿crees que también vas a perder esta vez?” preguntó Chae Hyung-Seok.

“Cállate,” le soltó Siegfried, limpiándose la sangre de la comisura de los labios.

Sin embargo, la situación se veía muy mal para él.

[Alerta: ¡Descenso del Señor Demonio tiene 2 minutos con 31 segundos restantes!]

[Alerta: ¡Descenso del Señor Demonio tiene 2 minutos con 30 segundos restantes!]

[Alerta: ¡Descenso del Señor Demonio tiene 2 minutos con 29 segundos restantes!]

Ya había pasado bastante tiempo, y su transformación estaba a punto de terminar. Si no acababa con Zerachiel en los próximos dos minutos, no solo él, sino todos sus compañeros serían aniquilados.

‘Tendré que usar a Chae Hyung-Seok como carnada y apostar por una abertura,’ pensó Siegfried.

En ese momento…

“Oye, Han Tae-Sung. En términos de estadísticas puras, vas perdiendo contra ese tipo, ¿no?”

“¿Y eso qué?”

“Tengo una forma de arreglarlo. ¿Quieres intentarlo?”

“¿Cuál?”

“Voy a buffearte con los buffs que usan los demonios.”

“…!”

“Te hará al menos dos veces más fuerte de lo que eres ahora, pero…”

“Los efectos secundarios van a estar bien culeros, ¿verdad?”

“Probablemente vas a quedar en cama una semana, con suerte. No me sorprendería que te mueras.”

El buff usado por los demonios, llamado Buff Demoníaco, era el arma secreta de Chae Hyung-Seok. Era una espada de doble filo que otorgaba un poder aterrador incluso a la gente más común a cambio de tomar su vida en cuanto la batalla terminara.

El Buff Demoníaco era capaz de conceder poderes milagrosos a cambio de la vida del usuario.

Y aun así…

“Hazlo,” dijo Siegfried con firmeza, sin una pizca de vacilación.

En lugar de pasarse la vida preguntándose “qué habría pasado si…”, prefería vivir con todo en el presente.

Sin importar los efectos secundarios o lo que fuera, lo único importante ahora era ganar.

“¿Seguro?”

“Solo hazlo ya.”

“Suspiro… Sí que eres un cabrón terco.”

Al final, Chae Hyung-Seok chasqueó la lengua ante la terquedad de Siegfried y lanzó el Buff Demoníaco sobre él.

¡Wooong!

[Alerta: ¡Tu poder de ataque ha aumentado explosivamente!]

[Alerta: ¡Tu poder de ataque mágico ha aumentado explosivamente!]

[Alerta: ¡Tu resistencia mágica ha aumentado explosivamente!]

(omitido…)

[Alerta: ¡Tu velocidad de movimiento ha aumentado explosivamente!]

[Alerta: ¡Tu velocidad de ataque ha aumentado explosivamente!]

[Alerta: ¡Tu velocidad de lanzamiento ha aumentado explosivamente!]

Siegfried miró la cascada de notificaciones frente a sus ojos y revisó sus estadísticas. Sus stats se habían disparado gracias al Buff Demoníaco de Chae Hyung-Seok.

C-crack…

Rechinando los dientes, Siegfried se plantó frente a Zerachiel una vez más.

Era el momento.

Con el Buff Demoníaco encima, era todo o nada.

Con el Buff Demoníaco, Siegfried por fin podía enfrentarse a Zerachiel de tú a tú.

¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!

La +16 Empuñadura del Vencedor acertó golpe tras golpe sobre el Arcángel de la Muerte, que ya estaba cargado de debuffs, empujándolo poco a poco hacia una esquina.

“¡Cómo te atreves!” rugió Zerachiel, contraatacando con sus espadas gemelas.

¡Chwaaak!

Siegfried fue alcanzado por las dos hojas y terminó empapado en sangre.

El Arcángel de la Muerte dejaba claro que no pensaba caer sin luchar.

Sin embargo, el equilibrio de poder estaba cambiando, y lo hacía a favor de Siegfried.

Los poderosos debuffs que poseía se combinaban de forma perfecta con el Buff Demoníaco, permitiéndole imponerse poco a poco incluso sobre el Arcángel de la Muerte.

Y no solo eso…

“Oye, Lunea estaba bien buen… digo, estaba preciosa, ¿no?”

Siegfried volvió a sus tácticas sucias mientras aumentaba la presión sobre Zerachiel.

“Uf, me encantaría pasarle la mano por ese cabello azul tan suave que tenía—”

“¡Cierra el puto hocico, bastardo!”

Zerachiel ya estaba enfurecido por verse obligado a defenderse, así que la mención de Lunea lo hizo explotar, perdiendo por completo el control.

Lunea no era “una humana más” para él. Era su único y verdadero amor, su todo desde el principio de los tiempos, y su recuerdo más doloroso. Era natural que perdiera la compostura ante las provocaciones de Siegfried.

‘¡Ahora!’

Siegfried aprovechó justo el momento en que Zerachiel perdió la cabeza y se dejó dominar por la ira.

¡Boom!

La +16 Empuñadura del Vencedor, cargada con Tremor Aplastante y Rompecráneos, se estrelló contra la cabeza de Zerachiel.

¡Boom! ¡Boom!

Se produjo una explosión masiva.

Tremor Aplastante detonaba una potente explosión con gran daño en área, mientras que Rompecráneos causaba un daño de ráfaga brutal. El combo era tan poderoso que ni siquiera el Arcángel de la Muerte podía ignorarlo.

‘¡No es suficiente!’ exclamó Siegfried por dentro.

No aflojó y lanzó Cero Absoluto para congelar a Zerachiel en su lugar.

¡Wooong!

Zerachiel extendió sus alas e intentó reflejar el efecto de congelación de vuelta hacia Siegfried, pero esta vez no funcionó.

‘Caí una vez. ¡No voy a caer de nuevo!’

Siegfried midió el tiempo a la perfección y usó Ola de Opresión.

¡Fwoosh!

Una onda de choque estalló desde su cuerpo, liberando una fuerza disruptiva que interrumpió el flujo de energía de Zerachiel, impidiéndole reflejar el Cero Absoluto.

¡Flash!

Y así, Zerachiel quedó congelado por Cero Absoluto.

[Arcángel de la Muerte: Zerachiel]

[HP: ■■■■■□□□□□]

A Zerachiel solo le quedaba cincuenta por ciento de HP.

‘Se acabó.’

Siegfried activó el Mundo de la Desesperación y arrastró a la fuerza al arcángel congelado dentro del dominio que había creado, el dominio del Señor de la Desesperación. Su intención era acabar esta pelea de una vez por todas dentro del Mundo de la Desesperación.

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