Maestro del Debuff - Capítulo 1002
Siegfried usó su título de “Vil y Traicionero Subordinado”, junto con su lengua embustera, para trabajar sobre Dantalion.
—No tuve otra opción más que hacer lo que hice para sobrevivir. Así que, si mi señor pudiera ser tan generoso como para perdonarme… —pidió el perdón mientras ponía la cara más lastimera que podía.
—Hmm…
Dantalion cayó completamente en el anzuelo ante la actuación perfecta de Siegfried.
La razón por la cual el Señor Demonio del Engaño cayó tan fácilmente en las mentiras de Siegfried no se debía únicamente al título de Vil y Traicionero Subordinado.
[Yo Soy la Traición]
[¡Traición soy yo, y yo soy traición! Nadie sabe si te estoy apuñalando por la espalda o si en verdad te estoy clavando un cuchillo! El engaño me es tan natural como respirar, y puedo embaucar a mis enemigos incluso sin proponérmelo!]
[Tipo: Título]
[Clasificación: Mítico]
[Efectos: +500% de probabilidad de engañar a alguien sin querer y sacar provecho de ello. +500% de probabilidad de embaucar por completo a un NPC (la probabilidad aumenta cuanto más baja sea la inteligencia del NPC). +100% de daño al apuñalar por la espalda. +100% de daño por disparo en la nuca.]
[Nota: ¡Si usas este título con frecuencia podrías obtener el título de “Estafador Legendario”!]
Siegfried ya había alcanzado un nivel en el que terminaba traicionando a alguien le gustara o no. Además, los títulos que poseía aumentaban de forma exponencial sus posibilidades de engañar exitosamente a cualquier NPC con sus mentiras.
De hecho, la mayoría de los NPC le creerían incluso si dijera que podía convertir el agua en vino.
Pero ¿qué pasaría si Siegfried decidía mentir intencionalmente en la cara de un NPC mientras usaba al mismo tiempo Vil y Traicionero Subordinado y Yo Soy la Traición?
Incluso el Señor Demonio del Engaño acabaría cayendo en sus mentiras. ¿Y si encima mezclaba halagos y un motivo convincente en su discurso?
Vale la pena intentarlo, pensó Siegfried en ese instante.
—Señor Dantalion.
—Habla.
—Necesito la ayuda de mi señor.
—¿Mi ayuda?
—Como dije antes, jamás tuve intención de ser una molestia para mi señor. Solo resultaba estar presente cuando los grandiosos planes de mi señor entraban en acción, y lo único que hice fue tratar de sobrevivir.
—¿Y qué con eso?
—En aquel entonces yo andaba corriendo de un lado a otro buscando ganarme el favor del emperador del Imperio Marchioni. ¡Pero ya no es el caso! Ahora soy un demonio, una raza muy superior a los humanos. Y no solo eso, tuve la fortuna de ascender como un señor demonio.
—¿Qué intentas decir?
—Mi punto es: ¿por qué debería preocuparme por el Reino Humano si ahora soy un orgulloso demonio? ¿No es así, mi señor?
—S-Sí, eso es cierto.
Dantalion no pudo evitar coincidir con Siegfried.
¿La razón?
Porque le resultaba difícil creer que Siegfried todavía se interesara por el Reino Humano siendo ya un señor demonio.
—Pero, aunque afortunadamente me convertí en señor demonio… tengo un pequeño problema. Por eso he venido a buscar su sabiduría, Señor Dantalion.
—¿Y cuál es ese problema tuyo?
—Ese es… —Siegfried dudó un instante. Luego, fingiendo temblar de rabia, exclamó—: ¡Metatron está intentando deshacerse de mí!
—¿Será que piensa que planeas quitarle el Séptimo Dominio y ahora intenta eliminarte antes de que te fortalezcas? —dedujo Dantalion con seguridad.
—Creo que eso es lo que está pensando.
—Bueno, no puede haber dos señores demonio en un mismo dominio.
—Dicen que los demonios cambian de opinión con facilidad… Aun después de que tanto le ayudé…
—Tsk, tsk… —chascó la lengua Dantalion—. Ese idiota te jugó.
—¿Eh?
—Debiste saber que esto pasaría. ¿Cómo puedes confiar ciegamente en alguien? ¿Acaso eres una especie de benefactor caritativo?
—Ah…
—Entonces, ¿estás contra las cuerdas?
—Sí, Señor Dantalion…
—Ah, de verdad estás en un buen aprieto.
—Por eso quisiera pedir un poco del tiempo de mi señor. ¡Se lo ruego! Sé que lo pasado, pasado está, pero aun así imploro el perdón de mi señor.
Justo después de decir eso, Siegfried se quitó de prisa todos sus objetos y se quedó en ropa interior, postrándose a los pies de Dantalion, suplicando perdón.
—¡H-Hey! ¿Qué haces?! —chilló Dantalion horrorizado. Rápidamente levantó a Siegfried y dijo—: ¡Tú también eres un señor demonio! ¡Levántate!
—¡Solo me levantaré una vez que mi señor me perdone!
—D-De acuerdo, de acuerdo, ¡levántate ya!
—Pero…
—Hablemos en otro sitio. Ven conmigo.
—C-Como ordene mi señor.
Así, Siegfried siguió a Dantalion a otro lugar para continuar la conversación.
—Entonces, lo que intentas decir es que quieres golpear a Metatron antes de que él te golpee a ti —preguntó Dantalion.
—Así es, Señor Dantalion —respondió Siegfried asintiendo.
—¿Pero no tienes ejército?
—N-No, no lo tengo… Metatron nació y creció en el Séptimo Dominio. Además, es hijo del anterior señor demonio, así que todos los demonios y ancianos lo apoyan.
—Y tú solo eres un humano afortunado que por casualidad se convirtió en señor demonio.
—Sí…
—Esto se ve muy mal para ti. Es solo cuestión de tiempo para que te eliminen. Si yo fuera Metatron, ni un solo día te dejaría vivir, porque temería que empezaras a formar tus propias fuerzas.
—¡Ah!
—Sí que estás en problemas.
—¡S-Señor Dantalion! ¿Qué hago ahora? —Siegfried fingió sollozar, dejando caer unas cuantas lágrimas.
Tsk, tsk… qué tontos pueden ser los humanos. ¿De verdad crees que te perdonaré? No, te usaré hasta exprimirte por completo. ¡Hohoho!
Dantalion ya planeaba aprovechar a Siegfried para tomar el control del Séptimo Dominio.
—¿Quieres sobrevivir? —preguntó.
—¡Sí, quiero vivir, Señor Dantalion! ¡No deseo morir! ¡He sufrido tanto para llegar hasta aquí, no puedo morir así nada más!
—Supongo que tienes razón. Apenas te convertiste en un ser superior y ya estás a punto de ser cazado por quienes antes llamabas aliados.
—¿Hay… alguna forma de sobrevivir?
—Hmm… déjame pensar…
—¡Se lo ruego, Señor Dantalion! ¡Ayúdeme!
—¿Crees que puedes vencer a Metatron?
—¡Sí, puedo!
—¿Estás preparado para luchar contra él?
—Vendrá por mí primero si yo no voy por él.
—Ya veo… Entonces estás dispuesto a llegar hasta ese punto…
—¡Sí, lo estoy, Señor Dantalion!
—Entonces será sencillo.
—¿Eh?
—Si abres las puertas de la Ciudad de la Venganza, yo lideraré mi ejército e invadiré el Séptimo Dominio.
—¡E-Eso es…!
—Pero tengo una condición.
—¿Cuál es, Señor Dantalion?
—Me cederás una parte del Séptimo Dominio una vez que todo termine.
—Eso es un poco…
—¿Qué? ¿No quieres? ¿Entonces prefieres morir?
—¡N-No! ¡Lo haré! Y… también ofrezco el Reino Proatine como base avanzada si mi señor decide volver a invadir a los humanos.
—¡Eso suena espléndido!
Dantalion se alegró mucho con la propuesta, pues llevaba tiempo buscando una base avanzada adecuada para invadir a los humanos.
—Creo que podemos tener una relación en la que ambos ganemos, así que te ayudaré a seguir con vida, Siegfried van Proa —dijo Dantalion, extendiendo la mano.
—¡M-Muchas gracias, mi señor! —exclamó Siegfried, estrechando la mano y haciendo una reverencia.
De ese modo, Dantalion decidió deshacerse de Siegfried y Metatron para apoderarse de todo el Séptimo Dominio.
Bien. Ya te tengo.
¡Hoho! Te exprimiré hasta que no quede nada valioso en ti!
Ambos se estrecharon la mano mientras ocultaban sus verdaderas intenciones en lo más profundo.
Esa misma noche…
—Bienvenido de regreso, Su Majestad —lo saludó Metatron.
—Oye, tú. Ven un segundo —le llamó Siegfried.
—¿Eh?
Metatron lo siguió a un lugar privado.
—¿Pasó algo malo, sire?
—No, no es eso.
—Entonces, ¿por qué…?
—Verás… —Siegfried le explicó la charla que tuvo con Dantalion.
—¡¿Qué?! ¡¿Habla en serio?! —Metatron se quedó boquiabierto.
—Ajá. Dantalion traerá su ejército mañana —dijo Siegfried con total calma.
—¡Gasp!
—Y yo abriré las puertas para ellos…
—Después de eso—
—Los atraparemos en cuanto estén lo bastante adentro. Los rodearemos y los aniquilaremos.
—Eso suena como un plan excelente. Podemos aplastar por completo al ejército del Quinto Dominio —Metatron sonrió satisfecho.
—Sip, sip. Ah, por cierto, yo me quedo con el Quinto Dominio, ¿de acuerdo?
—¿Eh?
—El Quinto Dominio quedará sin dueño una vez que Dantalion caiga, ¿no?
—¡Ah! Sí, Su Majestad debería gobernar sobre el Quinto Dominio. Después de eso, el Séptimo y el Quinto Dominio sellarán una alianza de sangre.
—Suena bien.
—Su Majestad es realmente asombroso.
—¿Eh? ¿Por qué?
—Pensar que Su Majestad planea convertir al Reino Demoníaco en colonia del Reino Proatine…
—¿C-Colonia…? —Siegfried ladeó la cabeza confundido.
—Su Majestad es el rey del Reino Proatine, así que el Quinto Dominio naturalmente se volverá colonia del reino, ¿no?
—¿E-Es así como funciona?
—Su Majestad es realmente, verdaderamente increíble. Esto no tiene precedentes en la historia del mundo.
Y Metatron tenía razón. Los demonios alguna vez invadieron el Reino Humano y convirtieron reinos humanos en colonias, pero al revés jamás había sucedido.
¿Había existido alguna nación humana que colonizara el Reino Demoníaco? Sin duda, ni siquiera el gran Imperio Marchioni lo habría soñado.
Sin embargo, el Reino Proatine ya había logrado lo imposible al colonizar el Séptimo Dominio.
¿Y cómo fue posible?
Todo se debía a que Metatron era esclavo de Siegfried, y por extensión, el Séptimo Dominio ahora formaba parte del Reino Proatine.
—De cualquier modo, hagamos nuestro mejor esfuerzo.
—Sí, sire —respondió Metatron con una reverencia, siempre mostrándole el debido respeto.
Su lealtad hacia Siegfried no cambió ni siquiera después de convertirse en señor demonio.
Esa misma noche…
Mientras Siegfried y Metatron se preparaban para recibir a Dantalion…
¡Toc! ¡Toc!
Alguien llamó a la puerta de Michael justo cuando estaba por dormir.
¿Hm? ¿Será Siegfried? Michael abrió la puerta sin pensarlo demasiado.
Sin embargo, quien lo visitaba en plena noche no era Siegfried.
—¡T-Tú eres…! —Michael quedó impactado.
—Rey Demonio Baal…
Sorprendentemente, el actual Rey Demonio, Baal, había venido a visitar al antiguo Arcángel Jefe, Michael.
—Cuánto tiempo sin verte —dijo Baal, como si saludara a un viejo amigo.
—Sí… ha pasado un tiempo —respondió Michael, desconcertado por la visita repentina del Rey Demonio.
—Creo que ha pasado un año, ¿no? La última vez que nos vimos fue durante la cumbre de hace mil años —comentó Baal mientras se acariciaba la barbilla.
—Sí, es correcto. Esa fue la última vez que nos vimos —asintió Michael.
—¿Puedo pasar? —preguntó Baal.
—No veo por qué no —respondió Michael, abriendo la puerta.
La verdad, no tenía forma de detener al Rey Demonio aunque quisiera, pues no era rival para Baal en su estado actual. Y además, este era el Reino Demoníaco.
—Extiendo mis más sinceras condolencias por tu situación. Jamás imaginé que caerías de ser el Arcángel Jefe —dijo Baal con tono de pésame apenas se sentó.
—Yo tampoco lo esperaba…
—Ah, no es que te menosprecie ni nada. Es solo que tú fuiste Arcángel Jefe desde el inicio de los tiempos. Aunque el título de Rey Demonio cambió como seis veces, tú seguiste siendo Arcángel Jefe. Por eso te respeto de verdad.
—Gracias por tus palabras, pero… ¿por qué has venido a verme? Ya no creo ser digno de recibir al Rey Demonio. —Michael no entendía la repentina visita.
—No vine a hablar de negocios. Esto es una visita personal, así que relájate.
—¿Eh?
—Solo vine a charlar contigo, el arcángel que una vez gobernó el Reino Celestial.
—¿Charlar dices…?
—Sí, de esto y de aquello, ya sabes. Y también… —Baal hizo una pausa. Luego continuó—: Quiero saber más acerca de él.
—¿De quién hablas? —preguntó Michael, frunciendo el ceño.
Los ojos de Baal brillaron mientras respondía:
—De Siegfried van Proa.