La Esposa del Joven General es el Señor Suertudo - Capítulo 527

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  4. Capítulo 527 - Nombrando a los bebés
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Desde que Yu Jinli reveló la noticia de sus bebés, toda la Federación experimentó por un tiempo un verdadero boom de natalidad.

Debido a los zombis, la población de la Federación había disminuido en un diez por ciento. No parecía un número grande, pero considerando su población total —de varios miles de millones—, ese diez por ciento representaba más de mil millones de personas. No era una cifra pequeña.

Una pérdida de mil millones de vidas durante el último apocalipsis significaba devastación y corazones rotos en miles de millones de hogares.

En ese momento, Jiang Zhentao alentó a la gente a tener más hijos, para impulsar la recuperación de la población del país y dar una nueva motivación a las familias que habían quedado destruidas para seguir adelante.

Los bebés recién nacidos representaban esperanza.

Después del apocalipsis, había demasiadas cosas que hacer, y la mayoría debían ser puestas en marcha y organizadas por el gobierno.

Por desgracia, la presidencia seguía vacante, y la mayoría de los funcionarios no eran capaces de asumir grandes responsabilidades. Los realmente competentes eran pocos, muy pocos para lo que se necesitaba.

Además, tras el apocalipsis, los funcionarios comenzaron una feroz competencia interna por la presidencia, y ninguno estaba dispuesto a delegar poder al Departamento Militar.

Los oficiales del Departamento Militar eran hábiles para combatir o realizar misiones, pero los trámites administrativos y el trabajo de desarrollo del país solo les provocaban dolor de cabeza.

Los puestos eran especializados, así que ese trabajo debía corresponder a los funcionarios gubernamentales. Sin embargo, debido a la corrupción, terminó cayendo sobre los oficiales. En apenas unos días, los trámites y documentos los tenían mareados, y todos acudían a la oficina de Jiang Zhentao para quejarse.

—Mariscal Jiang, estas manos están hechas para pilotar un meca, no para sostener una pluma. De verdad no sirvo para esto —se lamentó un general, que incluso empezaba a perder el cabello por culpa de los documentos. Si seguía así, pronto quedaría calvo.

Otro general lloriqueó: —Mariscal, déjeme dirigir a las tropas en las obras de reconstrucción. ¡No puedo con estos planes!

Los oficiales encargados de las grandes tareas casi rompían a llorar mientras le contaban a Jiang Zhentao lo que habían pasado en los últimos días. Cualquiera que los viera sentiría lástima por ellos.

—Mariscal, ¿por qué no elige un nuevo presidente y le encarga este trabajo? O mejor aún, funde un imperio y seleccione a los talentos adecuados para asumir las tareas. De cualquier modo, por favor, no nos deje hacer esto, ¡o arruinaremos el país!

—¡Sí, mariscal, establezca un imperio! ¡Nosotros lo apoyamos! —dijeron todos con los ojos brillantes, sinceramente dispuestos a respaldarlo. En el fondo, con tal de librarse del trabajo de oficina, estaban dispuestos a todo.

Jiang Zhentao se sorprendió al ver que el papeleo había resultado ser un obstáculo tan grande para esos héroes nacionales, al punto de que incluso deseaban que construyera un imperio solo para librarse de él.

Desde la caída de Yuan Qizhang, el gobierno no tenía cabeza. Muchas de las tareas que deberían haber correspondido al presidente habían recaído en Jiang Zhentao. Él las manejaba con soltura, así que había pensado que los oficiales podrían hacerlo igual.

—Aún no hay una persona adecuada. Incluso si la hubiera, el gobierno debe ser limpiado a fondo, y eso no se logrará en poco tiempo. Zhentao, ¿por qué no construyes un imperio y seleccionas nuevos talentos? Sería más rápido que formar otro gobierno —dijo también Tang Qixu.

El pueblo apoyaba a la familia Jiang. Creía que ningún cambio de régimen podría hacerse de manera más pacífica que si Jiang Zhentao lo aprobaba.

En la antigüedad, cualquier cambio de dinastía traía sangre y destrucción antes de que se estableciera un nuevo orden.

Pero ahora era diferente. Bastaba con que Jiang Zhentao dijera que sí, y podría fundar un imperio sin herir a nadie. Además, el pueblo lo adoraba. No habría una oportunidad mejor que esa. Incluso Tang Qixu se sentía tentado.

En realidad, no es que Jiang Zhentao nunca hubiera pensado en fundar un imperio. Sin embargo, no era algo sencillo ni sin esfuerzo.

La Federación había existido durante miles de años, y cualquiera que de pronto la transformara en un imperio estaría bajo una presión inmensa, pues la supervivencia y prosperidad del país recaerían enteramente sobre los hombros del emperador.

Era un mariscal con grandes deberes, pero al menos tenía un presidente que compartía la carga con él. Y también estaban los otros mariscales. Pero si se convertía en emperador, la posición suprema significaría mayores responsabilidades y presiones, sin nadie con quien compartirlas. Esa vida no sería tan hermosa como la gente imaginaba; al contrario, solo estaría más ocupado.

A mayor poder, mayores responsabilidades.

Sin embargo, los demás no sabían lo que Jiang Zhentao tenía en mente y todos trataban de convencerlo de que estableciera un imperio, para que el país pudiera recuperar su antiguo ritmo —o incluso uno mejor— de desarrollo, y para que los otros dos imperios no se atrevieran a invadir.

—Déjenme pensarlo —dijo Jiang Zhentao, echando a todos de la oficina y quedándose solo, con el ceño fruncido y semblante cansado.

En ese momento, Yu Jinli y Jiang Mosheng, que observaban a sus embriones en el Centro de Bebés, no tenían ni idea de las preocupaciones de su padre.

Ambos miraban los pequeños embriones en el incubador. Aunque aún no tenían forma humana, Yu Jinli y Jiang Mosheng iban todos los días a hablarles.

Cuando una mujer está embarazada, el bebé permanece en su vientre durante diez meses sin separarse ni un momento. Ella puede sentirlo y hablarle en todo momento, de modo que el bebé no se siente solo. Sin embargo, los esposos que querían tener hijos solo podían verlos incubados en el Centro de Bebés.

La pareja no podía quedarse allí todo el tiempo, así que los bebés no sentían la presencia constante de sus padres.

Para asegurarse de que sus pequeños sintieran el mismo cariño que aquellos concebidos en un vientre, Yu Jinli acudía cada día después de despertarse para hacerles compañía.

A medida que crecían y comenzaban a percibir el mundo exterior, los padres debían pasar más tiempo con ellos para que se desarrollaran sanos.

Yu Jinli cuidaba a sus bebés con especial dedicación.

Él era una bestia espiritual, por lo que sus hijos serían medio bestias espirituales, capaces de desarrollar conciencia espiritual antes que los bebés normales.

Los bebés humanos comenzaban a moverse e interactuar con sus padres alrededor del cuarto mes, pero al cabo de apenas un mes, los hijos de Yu Jinli ya podían percibir el mundo exterior, especialmente el qi de sus padres.

En ese momento, la compañía de Yu Jinli y Jiang Mosheng les brindaba una felicidad que favorecía su crecimiento.

Además, la educación prenatal era muy importante para su desarrollo. Desde que Yu Jinli supo que iba a tener bebés, leyó una gran cantidad de información sobre cómo educar a los niños, cómo cuidar de ellos y qué debía hacer durante la incubación.

Cada vez que iba, hablaba con los bebés siguiendo lo que había aprendido. Para los demás, parecía un tonto hablando con una bola de carne, pero Yu Jinli sabía que sus pequeños podían escucharlo.

—Ah Mo, ven y háblales a nuestros bebés —dijo después de terminar su charla, haciendo señas a Jiang Mosheng.

Aunque Jiang Mosheng iba al Centro de Bebés más que nadie, cuando Yu Jinli estaba presente, siempre fingía no interesarse por los pequeños, y se mostraba especialmente celoso cuando la atención del pequeño se distraía por completo con las bolitas.

¡Ni siquiera sus propios hijos debían quitarle la atención del pequeño! ¡El pequeño le pertenecía solo a él!

—¿Qué podría decirles? De todas formas, no entienden nada. Estás perdiendo el tiempo —refunfuñó Jiang Mosheng mientras rodeaba la cintura de Yu Jinli con un brazo y miraba las bolitas con desagrado.

Yu Jinli no se enojó, sino que rió alegremente: —Lo entenderán si les hablas más seguido. Mira, se movieron un poquito de alegría. Saben que su papá está aquí.

Aunque Jiang Mosheng decía palabras de desaprobación, en realidad se preocupaba por ellos. Al escuchar eso, miró de inmediato hacia los embriones.

Pero seguían siendo simples bolitas. ¿Cuándo se habían movido?

—Ah Mo, ¿qué te parece si pensamos en un nombre para ellos? —preguntó de pronto Yu Jinli.

Acababa de escuchar a otra pareja llamar cariñosamente a su bebé por su nombre y recordó que aún no habían nombrado a los suyos. Siempre los llamaba “bebés”, un término general, pero en realidad quería nombres únicos para sus hijos.

—Como tú quieras —respondió el futuro padre con una devoción incondicional.

—Umm… ahora no se me ocurre ninguno. ¿Qué tal si lo hablamos con mamá y papá luego? Seguro tendrán buenas ideas —dijo Yu Jinli con entusiasmo, recordando lo adorable que era el nombre del pequeño Xixi.

—De acuerdo —aceptó Jiang Mosheng indulgente una vez más.

Ambos siguieron hablando con los bebés un rato más, hasta que llegó la hora de cierre del Centro de Bebés. Yu Jinli se marchó, volteando a mirarlos cada pocos pasos.

Cuando la pareja regresó a casa, la noche estaba iluminada por las lámparas del hogar. La cena ya estaba servida.

Qiao Mulan sabía que ellos iban todos los días a ver a los bebés, y cuando tenía tiempo también los visitaba, ansiosa por conocer a sus nietos. Aun sin haber nacido, ya estaba preparando ropa, juguetes y todo tipo de cosas para asegurarse de que no les faltara nada al llegar al mundo.

Con la experiencia de cuidar al pequeño Xixi, Qiao Mulan hacía todos los preparativos con gran soltura, y pronto las cosas de los bebés llenaron dos habitaciones enteras.

Durante la cena, Yu Jinli mencionó el asunto de ponerles nombre a los bebés.

—Es cierto, deberíamos empezar a pensar en eso. Nueve meses pasan volando —dijo Qiao Mulan, asintiendo.

—¿Tienen alguna idea? —preguntó Jiang Zhentao a los futuros padres.

Yu Jinli negó honestamente con la cabeza. —Aún no, por eso queríamos escuchar sus sugerencias.

—¿Qué tal esto? Tu madre y yo pensamos los nombres formales, y ustedes se encargan de los apodos —propuso Jiang Zhentao.

Al fin y al cabo, los nombres oficiales quedarían registrados en el árbol genealógico. Jiang Zhentao sentía que no podía dejar esa responsabilidad a su hijo mayor, así que sería mejor que él y Qiao Mulan se encargaran de eso. En cuanto a los apodos, podían ser más informales.

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