La Esposa del Joven General es el Señor Suertudo - Capítulo 52

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  4. Capítulo 52 - Enemigos en un camino estrecho
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En cuanto Qiao Mulan escuchó esa voz, su buen humor se nubló de inmediato. Frunció el ceño mientras se giraba hacia la persona que había hablado.

Dos mujeres de mediana edad se acercaron juntas. Una era la primera dama, esposa del jefe de la Federación. La otra, la esposa del líder de la Familia Wu, la cual nunca había tenido buenas relaciones con la Familia Jiang.

En ese momento, la señora Wu tomaba del brazo a la primera dama con fingido afecto, mientras esta mantenía una sonrisa educada y contenida. La señora Wu también sonreía, pero esa sonrisa se volvió forzada y desagradable en cuanto vio a Qiao Mulan.

La Familia Wu era una familia de segundo nivel en la Estrella Capital. En todo el planeta, solo existían tres familias de primer nivel además de la del jefe de la Federación. Solo cuando una familia de primer nivel caía, o una familia de segundo nivel se fortalecía lo suficiente como para reemplazarla, podía ascender a ese rango.

La Familia Wu era la más poderosa entre las de segundo nivel. Si la Familia Jiang caía, ellos serían los más probables en ocupar su lugar entre las de primer nivel.

Por eso, la Familia Wu, que nunca había sido amiga de los Jiang, se sentía aún más hostil hacia ellos en la actualidad. Deseaban con todas sus fuerzas que Jiang Mosheng muriera pronto, para así poder tomar el lugar de los Jiang cuanto antes.

Qiao Mulan sabía muy bien lo que tramaban. Cada vez que pensaba en que esa familia deseaba la muerte de su hijo, un escalofrío de furia le recorría el cuerpo.

Sin embargo, eso era cosa del pasado. Ahora que su hijo se estaba recuperando, ella estaba de buen humor. Así que, aunque se encontrara con la señora Wu, no tenía intención alguna de hablarle. Después de todo, hiciera lo que hiciera, la Familia Wu seguiría siendo de segundo nivel.

Ser ignorada por completo por Qiao Mulan fue para la señora Wu como recibir una bofetada en plena cara. Tan enfadada estaba que perdió el cuidado en sus palabras.

—Señora Jiang, desde el incidente del joven general Jiang usted se ha mantenido alejada del mundo para cuidar a su hijo. ¿Por qué tiene ahora ánimos para salir de compras? ¿Acaso… ha perdido la esperanza en él? —preguntó con fingida sorpresa, dejando la frase inconclusa para dar pie a suposiciones maliciosas.

Desde el accidente de Jiang Mosheng, Qiao Mulan había volcado toda su atención en él, rara vez salía, y eso no era ningún secreto entre la alta sociedad.

La tienda en la que estaban no era grande, pero sí muy prestigiosa. La mayoría de la gente común no podía permitirse comprar allí. Sus clientes habituales eran familias ricas y poderosas, que además solían estar al tanto de todos los chismes sobre las grandes casas.

Al principio, toda la atención estaba puesta en Yu Jinli, por lo que nadie había recordado al joven general Jiang. Pero tras la insinuación de la señora Wu, todos empezaron a preguntarse si algo malo le habría sucedido, si acaso la señora Jiang lo había abandonado y por eso había salido a divertirse.

Al notar el cambio de ambiente en la tienda, Qiao Mulan volvió hacia la señora Wu con una mirada helada.

Su hijo estaba recuperándose, y eso era motivo de alegría, pero eso no significaba que los demás pudieran hacer conjeturas caprichosas o, peor aún, malintencionadas. Aquello era como maldecirlo.

No obstante, no estaba tan furiosa como para perder la compostura. Su educación no se lo permitía.

—Señora Wu —dijo con calma, cada palabra cargada de firmeza—, en lugar de hacer conjeturas al azar, sería mejor que dedicara ese esfuerzo a impulsar a su propia familia. Si se entregara tanto a ellos como lo hace a los rumores, tal vez la Familia Wu estaría mejor de lo que está.

Cada palabra fue como una daga en el orgullo de la otra.

Mientras la Familia Jiang siguiera en pie, la Familia Wu seguiría siendo inferior.

Las manos de la señora Wu se apretaron con fuerza, temblando de rabia. Si hubiera podido, se habría abalanzado sobre Qiao Mulan para destrozarle esa cara perfecta.

Eran casi de la misma edad, pero no lo parecían. A pesar de tener cerca de ochenta años, Qiao Mulan conservaba la apariencia de una mujer de veinte, mientras que la señora Wu parecía una mujer de mediana edad. Siempre que estaban juntas, la gente asumía que Qiao Mulan era la más joven… o incluso la hija. ¿Cómo no odiarla?

Con el avance de la tecnología, la esperanza de vida humana se había alargado mucho. Lo normal era vivir unos 300 años, así que, en esta era interestelar, una persona de ochenta seguía siendo considerada joven.

—Mamá, ¿qué te parece este? —preguntó Yu Jinli con entusiasmo, saliendo del probador vestido con un mameluco blanco con orejas de conejo y saltando hacia ella para mostrarle su atuendo nuevo.

En cuanto Qiao Mulan lo vio, toda la molestia se esfumó. Con su ternura habitual, lo elogió sin reservas.

—Mi pequeño Castañita, te ves bien con todo lo que te pongas.

—Ah, con que por eso estabas tan animada para ir de compras —replicó la señora Wu con voz cargada de veneno—. Has tenido otro hijo. Así, aunque pierdas al primero, ya tienes un reemplazo. Muy ingenioso de tu parte, esconderlo tan bien y asegurar tu futuro.

Al escucharla, aunque no sabía lo que había pasado mientras estaba en el probador, Yu Jinli sintió lo malicioso en su tono. Tirando suavemente de la manga de Qiao Mulan, preguntó en voz bajita:

—Mamá, ¿quién es esa vieja?

—¿Vieja? ¿A quién crees que le hablas, mocoso? ¿Así te enseñaron tus padres a comportarte? —gritó la señora Wu, con el rostro descompuesto. Ardía en deseos de darle una bofetada. Estaba segura de que el niño lo había dicho a propósito.

Pero en realidad, Yu Jinli no tenía culpa. A ojos suyos, Qiao Mulan parecía joven y hermosa, mientras que la señora Wu, aunque no era anciana, sí se veía mayor en comparación. Así que, naturalmente, pensó que era una “señora mayor”.

Ser reprendida por la señora Wu lo dejó confundido y dolido. No entendía qué había hecho mal.

—Vaya, señora Wu, yo también tengo curiosidad por las costumbres de su familia —replicó Qiao Mulan con voz gélida, colocando a Yu Jinli detrás de ella—. Tenía entendido que provenía de una familia de eruditos antes de casarse. ¿Cómo es que terminó convirtiéndose en una verdulera? ¿Acaso el líder de la Familia Wu no le ha enseñado modales?

Al principio, no había querido discutir con ella, pero después de que esa mujer atemorizara a su hijo político, ya no pensaba dejarla pasar.

Apenas terminó de hablar, una carcajada general llenó la tienda. La señora Wu, roja de ira y vergüenza, dio un paso al frente para golpearla, pero la primera dama la detuvo.

—Basta ya —le susurró con tono de reproche.

Ella tampoco sentía simpatía por Qiao Mulan, pero no era apropiado que personas de su posición se pelearan en público. Aunque no había intervenido directamente, estaba allí con la señora Wu, así que el escándalo también la salpicaba.

Además, Qiao Mulan seguía siendo la señora de la Familia Jiang. Mientras los Jiang conservaran su estatus, no podía enemistarse abiertamente con ella. Todo lo que podía hacer era contener a la señora Wu.

Privada del apoyo de la primera dama, la señora Wu se enfureció aún más, pero no se atrevió a replicar. Necesitaba del favor del jefe de la Federación para que su familia pudiera ascender a primer nivel. Así que se limitó a lanzar una mirada llena de odio hacia Qiao Mulan antes de marcharse con la primera dama.

Mientras se iba, pensó con rencor que, cuando la Familia Jiang cayera y ella se convirtiera en la dama de una familia de primer nivel, no dejaría impune a esa “zorra” de Qiao Mulan.

Una vez que las mujeres desagradables se marcharon, Qiao Mulan agitó la mano con buen humor. Compró todos los mamelucos que le gustaron y pidió que los enviaran directamente a la residencia Jiang.

—¿Por qué no hay un mameluco de pececillo? —preguntó Yu Jinli después de revisar toda la tienda. Había mamelucos de todo tipo de animales, conocidos o no, pero ninguno de pez.

¿Qué tenían contra los pececillos? ¡Los pececillos también eran adorables! ¿Por qué no había uno?

—¿Te gustan los pececillos, pequeño Castañita? —preguntó Qiao Mulan con ternura, completamente distinta de la mujer fría de hace un momento.

—Mm, los pececillos son lindos. Nadan —respondió Yu Jinli con los ojos brillantes de entusiasmo.

Recordó cuando era un pez koi, viviendo en un gran lago lleno de amigos. Sus días pasaban entre competencias de nado y siestas bajo las hojas de loto, disfrutando del sol. Le encantaba.

Incluso después de empezar a vivir entre humanos, a veces volvía a transformarse en koi. Su maestro le había preparado un hermoso acuario, o a veces lo llevaba de regreso al lago donde había vivido antes.

Pensar en eso le dibujó una sonrisa aún más dulce. Con el mameluco de conejo puesto, se veía todavía más tierno.

Pero la sonrisa se desvaneció pronto. Tal vez porque su nuevo cuerpo tenía un nivel de cultivo muy bajo y no podía volver a transformarse, hacía mucho que no nadaba.

Qiao Mulan no soportaba verlo triste. Cada vez que su pequeño mostraba la menor sombra de tristeza, deseaba poder darle todo lo mejor del mundo solo para hacerlo feliz.

¿Un mameluco de pececillo? ¡Que se haga uno!

¿No existía? ¡Entonces mandaría a hacer varios a medida, para que su pequeño Castañita pudiera elegir el que quisiera!

Así fue como Qiao Mulan descubrió una nueva fuente de felicidad: comprarle cosas a su pequeño. Cada vez que él sonreía, su corazón se derretía.

—Los mamelucos de pececillo tardarán unos días, pero te los enviarán a casa en cuanto estén listos. Mientras tanto, puedes usar estos —dijo con voz afectuosa.

—Mm, gracias, mamá —respondió Yu Jinli con una sonrisa radiante. Aunque aún no pudiera volver a ser un koi, tener ropa de pececillo ya lo hacía feliz.

Después de eso, Qiao Mulan lo llevó a otra tienda, comprando como si quisiera vaciar todo el centro comercial.

Cuando por fin regresaron a casa, ya era casi hora de la cena.

Al ver lo tarde que era, Yu Jinli no subió a ver a Jiang Mosheng. En su lugar, fue directo a la cocina para preparar los ingredientes que necesitaría para su próxima transmisión en vivo.

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