La Esposa del Joven General es el Señor Suertudo - Capítulo 290
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- Capítulo 290 - Llega Jiang Mosheng
Al oír que era un mecha, todos soltaron un suspiro de alivio. Mientras no fuera un zerg, sería fácil de manejar, porque un mecha significaba que había una persona.
—El mecha viene hacia nosotros —dijo He Linsheng.
—Busquemos primero un lugar para escondernos y luego decidimos qué hacer —indicó Zhou Kang con calma.
Acababan de pasar por una pelea feroz y habían consumido mucho. Si podían evitar un conflicto con quien viniera, mejor.
Tras su sugerencia, todos se apresuraron a buscar cobertura y esconderse, con la mirada clavada en el mecha para ver quién era y qué pretendía.
El mecha aterrizó donde antes había estado el equipo de Yang Feiyu y miró alrededor, confundido al no ver a las personas objetivo.
—Yang Feiyu, Jiang Meilin, respondan si me escuchan. Respondan si me escuchan —de pronto salió una voz desde el mecha.
Yang Feiyu y Jiang Meilin se miraron, sin moverse, planeando observar primero.
Como las personas objetivo no respondían, el que estaba en el mecha activó de nuevo el sistema de búsqueda y detectó que las dos a quienes buscaba estaban justo por esa zona.
Cuando los estudiantes presionaban el botón de rescate, su ubicación se enviaba automáticamente a los rescatistas. Los maestros podían localizarlos con el sistema de búsqueda y traerlos de vuelta.
Al ver que ni Yang Feiyu ni Jiang Meilin le respondían, el maestro supuso que debían estar escondidas y continuó:
—Soy el maestro que viene a recogerlas. Yang Feiyu, Jiang Meilin, por favor respondan si me escuchan. No hay peligro.
El mecha se abrió y un maestro saltó al exterior y, como para probar su identidad, se quedó junto al mecha sin hacer nada más.
Yang Feiyu y Jiang Meilin observaron un rato y, al reconocerlo por lo menos de vista, salieron con cautela.
—¿De verdad es usted maestro? —Yang Feiyu seguía dudando; no había visto a todos los maestros que participaban en este entrenamiento.
—Por supuesto. Ustedes presionaron el botón de rescate, así que vine a llevarlas de regreso a la nave —sonrió el maestro, intentando parecer inofensivo.
—Entonces, ¿por qué tardó tanto en aparecer? Nos encontramos con una bestia gigante y casi nos come —frunció el ceño Yang Feiyu, quejándose.
Si todos los maestros de rescate llegaban a esa velocidad, los estudiantes que presionaran el botón solo podrían esperar a convertirse en alimento de las bestias.
El maestro se atragantó con la acusación y mostró una sonrisa incómoda.
—En realidad… en realidad… —el joven maestro no sabía cómo explicarlo.
Al principio, la nave estaba suspendida arriba y, en cuanto un estudiante presionaba el botón, se dirigía de inmediato en esa dirección y llegaba antes de que los maestros bajaran a rescatarlo. Incluso si dos solicitudes de ayuda estaban muy separadas, para la nave, tan alta, era poca cosa desplazarse entre una y otra.
Sin embargo, con la invasión zerg, los maestros tuvieron que recoger a todos los estudiantes; la nave no podía quedarse flotando tan alto en el cielo, sino bajar lo suficiente para que los alumnos encontrados en el camino pudieran abordar en cualquier momento. Por eso, desde que ellos recibían la señal hasta que la nave podía ponerse en marcha, se perdía mucho tiempo.
Pero, claro está, el maestro no podía decirles esa razón.
De hecho, Yang Feiyu solo se quejaba un poco; no pretendía incomodarlo. Después de que Zhou Kang les contó que lo que habían enfrentado era un zerg, entendió que los maestros debían estar yendo y viniendo sin parar. Era normal que llegara tarde.
—Chicos, salgan. El maestro viene a recogernos —gritó Yang Feiyu hacia el bosque donde se escondían.
Entonces, el joven maestro vio salir a muchos estudiantes a su alrededor: toda la Clase F estaba allí. En el acto se quedó pasmado.
Cuando recibió la señal de ayuda, pensó que solo se trataba de las dos chicas, Yang Feiyu y Jiang Meilin. ¿Quién habría esperado ver a tanta gente? Solo tenía un mecha. ¿Cómo iba a llevar a todos esos estudiantes? pensó con pesar.
Al final, decidió escoltarlos hasta el punto de reunión. Al fin y al cabo, eran treinta estudiantes, la mayoría forjadores de cartas. La Academia no podía permitirse perder a ninguno, mucho menos a toda la clase.
El joven maestro informó la situación a la sala de control de la nave. Su decisión fue aprobada. Los maestros le urgieron a garantizar la seguridad de los estudiantes y escoltarlos sanos y salvos hasta el punto de reunión.
—Vámonos. Debemos llegar rápido —dijo el joven maestro.
Justo cuando iban a partir, se oyó otro zumbido intermitente de un mecha. Alzaron la vista por reflejo y vieron otro punto negro familiar aparecer en el cielo.
—Maestro, ¿enviaste a alguien más a recogernos? —preguntó Yang Feiyu.
—No. Solo vine yo —el joven maestro también estaba confundido y enseguida sacó su mecha. Si era un enemigo, pelearía de inmediato para defender a los estudiantes.
No obstante, antes de que pudiera hacer nada, el mecha se acercó a tal velocidad que no les dejó tiempo a reaccionar.
—¡Atrás, chicos! —ordenó el joven maestro con tono serio, con la mirada afilada clavada en el mecha que aterrizaba.
Zhou Kang fue distinguiéndolo poco a poco, se quedó levemente atónito y dijo con rapidez:
—Es el mecha del jefe.
Salvo el joven maestro, todos allí sabían quién era el jefe de Zhou Kang. Los estudiantes volvieron a mirar el mecha y confirmaron que, en efecto, les resultaba muy familiar. Enseguida todos abrieron los ojos de par en par, colmados de admiración y fervor.
El joven maestro no sabía quién era el “jefe” de Zhou Kang, pero al ver el mecha, supo quién era su piloto.
A fin de cuentas, el mecha de Jiang Mosheng era tan famoso como él, conocido por toda la Federación.
—Es el Mayor General Jiang —dijo el joven maestro, mostrando la misma devoción que los estudiantes. Al saber que era el mecha del Mayor General Jiang, guardó el suyo de inmediato, listo para recibir al dios de la guerra junto a los alumnos.
Sin embargo, el joven maestro pensó un paso más allá, porque sabía que al Mayor General Jiang lo habían enviado a exterminar a los zerg. ¿No significaba su aparición que los zerg ya habían sido eliminados?
El Mayor General Jiang era, sin duda, un dios de la guerra de resultados probados. Aun con su supernúcleo roto y sin poder mutante, seguía sin temer a los zerg y aun así lograba barrerlos. ¡Un verdadero dios de la guerra! ¡El verdadero orgullo de la Federación!
Al ver el mecha de Jiang Mosheng, el joven maestro se tranquilizó. Toda su ansiedad y sus preocupaciones se disiparon.
Yu Jinli se mantenía tranquilo entre sus compañeros. Al oír sus palabras, alzó la vista de inmediato hacia el mecha que descendía.
Incluso a través de la cabina, Yu Jinli sintió que la persona dentro lo estaba mirando también.
Las comisuras de los labios de Yu Jinli se curvaron en una sonrisa brillante y dulce que realzaba sus facciones delicadas.
Sentado en el mecha, Jiang Mosheng sintió al fin que su corazón, que había estado intranquilo y desasosegado, volvía a su sitio en el instante en que vio a Yu Jinli.
Su pequeño estaba bien. Estaba sano y salvo, y le sonreía dulcemente.
El mecha de Jiang Mosheng aterrizó, y él salió de inmediato, sin apartar los ojos de Yu Jinli.
Al verlo, los compañeros entendieron que la pareja se extrañaba mucho tras tantos días sin verse. Así que, con gran consideración, se hicieron a un lado, abriendo un amplio pasillo para Jiang Mosheng y Yu Jinli.
Claro que también lo hicieron para no ser alimentados con demasiada “comida para perros”; podían empacharse y morir.
—Ah Mo —Yu Jinli, feliz de verlo, corrió alegremente hacia él, abrió los brazos y lo abrazó con fuerza, sin la menor vergüenza ni timidez.
Yu Jinli siempre hacía lo que sentía. En ese momento, estaba contento y quería abrazar a Jiang Mosheng, así que lo hizo.
Jiang Mosheng se preocupaba aún menos por la opinión de los demás. Para él, nadie era más importante que Yu Jinli. Además, llevaba muchos días sin verlo y hacía tiempo que quería abrazarlo.
Ante esto, los tres equipos de la Clase F se cubrieron los ojos y se dieron vuelta, sin querer presenciar la demostración de afecto. Demasiada comida para perros dolía.
—¡Ma… Mayor General Jiang! —el joven maestro miró a Jiang Mosheng con emoción.
Lo había visto muchas veces en la nave, pero nunca había tenido la oportunidad de hablar con su ídolo. Ahora, al verlo allí para recoger a los estudiantes, le pareció que la distancia con su ídolo se acortaba, y se emocionó.
Jiang Mosheng le asintió al joven maestro a modo de saludo y luego le preguntó al que tenía en brazos:
—¿Viste al zerg? ¿Te lastimaste?
—Sí, es un bicho feo, pero lo matamos. Yo no me herí —respondió Yu Jinli, y le contó con detalle cómo se toparon con el zerg y cómo lo derrotaron, compartiendo todo con Jiang Mosheng.
Por supuesto, no mencionó las cartas Pokémon porque el maestro estaba presente; planeaba contárselo a Ah Mo después, cuando estuvieran en casa.
—Estoy muy orgulloso de ti, mi Castañita —dijo Jiang Mosheng con una leve sonrisa en los labios.
—¿Cuántos estudiantes faltan por recoger? —se volvió después hacia el joven maestro; la sonrisa desapareció y recuperó su habitual semblante frío e imperturbable.
—Señor, hemos recogido a un tercio de los estudiantes. Vine aquí porque recibí la señal de auxilio de Yang Feiyu —informó el joven maestro, firme.
También acababa de escuchar por boca de Yu Jinli lo sucedido: Yang Feiyu había presionado el botón de rescate porque su equipo se había topado con un zerg.
De no haber tantos forjadores de cartas para producir suficientes energías, temía que todos esos estudiantes hubieran muerto allí.
Con ese pensamiento, al joven maestro le recorrió un escalofrío y, por dentro, se reprochó haber llegado tarde. ¡Debería haber llegado antes de la batalla! ¿Qué clase de maestro era?
—Bien —asintió Jiang Mosheng, y estaba por decirle algo a Yu Jinli cuando, de pronto, sonó el terminal personal del joven maestro.
Al leer el mensaje, el rostro del maestro cambió de inmediato. Se apresuró a decirle a Yang Feiyu:
—Apareció un zerg en la región este y está atacando a unos estudiantes. Debo ir allí de inmediato. ¿Creen que pueden ir al punto de reunión sin mí?