El regresor del monte Hua - Capítulo 430
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- Capítulo 430 - Historias Paralelas (1)
El tiempo pasó.
La tierra cubierta de nieve, que alguna vez deslumbraba bajo el sol, comenzó poco a poco a derretirse. El largo, interminable invierno se desvanecía junto con la era turbulenta que había llegado a su fin.
Con el rocío del amanecer, la noche retrocedió más allá del horizonte. Una luz tenue anunció la hora del tigre.
—Fuuu…
Inhaló profundo y luego exhaló. Sintió cómo el qi vital yang llenaba su cuerpo.
Como pensé, mi cultivo perdido no regresará.
Zhou Xuchuan había perdido la mayor parte de su cultivo debido a los efectos secundarios de consumir su Qi Verdadero Innato a través de la Llama del Verdadero Yuan.
Con la esperanza de recuperarlo, había intentado recultivar sus cimientos, pero al final nunca pudo volver a adquirirlo.
En cuanto a los métodos de cultivo, aunque recite los sutras o circule mi qi, no hay respuesta en mi dantian. Si intento usar mis técnicas de espada, mi cuerpo se rehúsa a seguir y me detengo a la mitad, como si hubiera olvidado cómo terminarlas. Es una lástima.
Zhou Xuchuan abrió lentamente los ojos, sintiéndose arrepentido.
—…
De no haber notado la presencia a su lado, quizá habría dado un brinco del susto.
Sorprendido, parpadeó y miró al frente.
—Pequeña Fantasma, ¿qué haces?
—Estoy… viendo al Soberano —respondió Pequeña Fantasma, agachada.
—Ya lo noté. No, espera, como te dije antes, ya no soy el Soberano Fantasma.
El título de Soberano Fantasma del Valle de las Ilusiones solo se otorgaba a quien practicaba el Arte Fantasma Divina. Así que, al haber perdido ese arte junto con las demás técnicas, Zhou Xuchuan ya no podía ser llamado Soberano Fantasma.
—…
Pequeña Fantasma ladeó un poco la cabeza.
Su expresión seguía siendo tan inexpresiva como siempre, pero parecía que quería decir que no entendía.
Considerando que sigue desobedeciendo la orden de no llamarme Soberano Fantasma, parece que su mente regresó, pero…
Si aún estuviera bajo el mando absoluto del Arte Fantasma Divina, no estaría desobedeciendo la orden. Sin embargo, Pequeña Fantasma continuaba llamándolo así incluso después de varios días, y solo parpadeaba sin comprender cuando él se lo señalaba.
Aparte de rechazar esa orden, sus expresiones y reacciones emocionales eran las mismas que antes, por lo que resultaba difícil saber si realmente había vuelto.
Ella había dicho que se sentía triste. A veces actuaba de forma extraña. Pero sin muchos cambios en su expresión, Zhou Xuchuan no podía dejar de dudar.
Guardó silencio un momento, luego se rió suavemente y le acarició la cabeza.
—Te dije que volvieras al Valle de las Ilusiones, pero de verdad no quieres… ¿piensas darme dolor de cabeza hasta el final, verdad?
Desde que recuperó la conciencia, Zhou Xuchuan había intentado persuadirla varias veces de regresar al Valle, o al menos seguir su propio camino. Pero fue en vano. Pequeña Fantasma permanecía a su lado, en silencio, como siempre.
—Soberano Fantasma… ¿te duele… por mi culpa?
Con los ojos bien abiertos, lo miró como una niña temerosa de ser regañada por sus padres.
—Claro que no. Solo bromeaba, no te preocupes.
¿Quién diría que esta niña era una asesina legendaria, un símbolo de crueldad y temor?
—En realidad, justo pensaba llamarte, así que qué bueno.
—…¿?
—Voy a enseñarte el sutra del Arte Fantasma Divina a partir de ahora.
Aunque había perdido el cultivo del arte, no había olvidado el sutra. Zhou Xuchuan se lo entregó por completo a Pequeña Fantasma.
—Me gustaría poder devolverles el corazón a todos… Lo lamento de verdad, no pude hacer más.
Zhou Xuchuan sonrió con amargura, mezclando arrepentimiento y remordimiento.
Pequeña Fantasma no era la única sacrificada en nombre de salvar al murim. Había otras Ilusiones también.
Le habría encantado revertirlas a todas con su Regresión Innata, pero ahora carecía de esa capacidad.
—Usa el Arte Fantasma Divina como quieras. Puedes transmitirlo a otros, o dominarlo tú misma y convertirte en la próxima Soberana Fantasma… pero al menos, espero que quienes sufrieron el Asesinato Mental como tú, sean dejados en paz.
Pequeña Fantasma asintió.
—Recuerda, esto es una petición, no una orden.
Ella parpadeó con sus ojos vacíos de siempre, pero parecía entender lo que Zhou Xuchuan sentía.
Tuvo que consolarse con el hecho de que no escuchó de su boca: hemos recibido sus órdenes.
Zhou Xuchuan descendió de la ladera. En lugar de seguirlo como una sombra, Pequeña Fantasma caminaba a su lado. Pronto apareció la puerta trasera de la Familia Tang. La abrió y entró, viendo a los guerreros de la Familia formados en dos filas.
—¡Saludos, Señor Dios de la Espada!
Aunque era tiempo de paz y no de guerra, los guerreros Tang mantenían plena disciplina.
Era una actitud que dejaba claro quién era la actual Matriarca de la Familia.
—La Matriarca sí que exagera. Ni siquiera es la puerta principal, sino la trasera. No hace falta que estén tan tensos.
La puerta principal implicaba la reputación de la Familia Tang, así que no se podía evitar. Pero en la trasera no había necesidad.
Si alguien los viera, pensaría que estaba pasando algo importante.
Uno de los guerreros vaciló un momento, pero luego, decidido, habló:
—No quiero contradecirlo, Señor Dios de la Espada, pero… ¿me permite decir unas palabras?
—Siempre que no me llames con ese ridículo título de Dios de la Espada, está bien —respondió Zhou Xuchuan con una leve sonrisa. Ese apodo le resultaba una carga, ahora que su esgrima se había reducido a la Espada Flor del Ciruelo y su fuerza física.
—Gracias.
El guerrero se inclinó con sincera gratitud.
—Gran Héroe Zhou Xuchuan. Usted es el gran héroe que salvó a la Facción Justa, o mejor dicho, al murim de las Llanuras Centrales, de la crisis. Sin su noble sacrificio, la guerra jamás habría terminado y muchos habríamos sufrido. Mucha gente, incluyéndome, le agradecemos y respetamos.
—Es como él dice —añadió el guerrero de al lado con respeto.
—Le aseguro que nuestras acciones no son forzadas. Aunque estemos limpiando o custodiando la puerta trasera, espero que entienda que es nuestra forma de rendirle homenaje.
—Cuando supimos que el Gran Héroe solía salir al monte por esta puerta, todos los guerreros quisieron encargarse de vigilarla. He estado a cargo de la puerta trasera por más de diez años, y nunca vi tanto entusiasmo.
El hombre sonrió suavemente.
—No solo los guerreros. Incluso las ramas principales y colaterales, los sirvientes y doncellas trabajan sin que nadie los obligue, solo para que el Gran Héroe se sienta cómodo. Hasta los que se quejaban por trabajar ahora se levantan media hora antes para la reunión. Ni yo me lo creía.
Zhou Xuchuan no respondió. Su corazón se conmovió.
—¿Puedo saber sus nombres? —preguntó en voz baja.
Los guerreros se miraron entre sí, luego sonrieron y bajaron la cabeza otra vez.
—Le pedimos disculpas. Sabemos que es descortés, pero no podemos responderle. Como dije, no pedimos nada a cambio. Piense en nosotros solo como gente que quiere pagarle, Gran Héroe.
—Yo también.
Sus expresiones eran sinceras. Realmente no querían revelar sus nombres.
Solo gratitud y respeto.
El rostro de Zhou Xuchuan se quedó inmóvil, sobrecogido. Luego, lentamente, sonrió.
—Gracias.
—No, solo hicimos lo que debíamos.
Zhou Xuchuan juntó los puños y se inclinó, aceptando sus miradas respetuosas.
Entró a la residencia de la Familia Tang y, como siempre, atrajo todas las miradas. No hacía mucho, esas miradas lo incomodaban, pero ahora podía aceptarlas. Aunque pronto volvió a sentirse como si pisara un lecho de espinas, y en sus labios apareció una sonrisa torcida.
—Oh vaya, ¿quién es este? ¿No es el que, tras despertar después de un mes, andaba paseándose como si nada, aplastando sin piedad el corazón de quienes realmente se preocupaban por él?
Eso fue lo primero que escuchó al entrar solo a la enfermería, tras enviar a Pequeña Fantasma a un recado.
Tang Hui estaba sentada al borde de la cama, mirándolo con reproche. Se sentía el veneno en su aura, como si pudiera matarlo en cualquier momento.
—Solo quería tomar aire fresco.
Zhou Xuchuan había caído inconsciente en cuanto devolvió la mente de Pequeña Fantasma, resultado de agotar su Qi Verdadero Innato.
El corazón de Tang Hui había ardido de angustia al verlo sin despertar. Se arrepentía de no haberlo detenido y no había podido dormir esa noche.
—Supongo que no puedo decir nada. ¿Cómo podría reprocharle al Gran Héroe que salvó al murim?
Tac, tac, tac.
Tang Hui cruzó los brazos y tamborileó los dedos.
Zhou Xuchuan no había regresado al Monte Hua, incluso después de despertar.
No podía.
Tang Hui lo había vigilado y amenazado, impidiéndole salir sin recibir tratamiento y descanso.
—No te enojes. Vine porque el Médico Divino me dijo que no tenía nada malo.
Zhou Xuchuan sonrió, algo apenado.
—…
La expresión de Tang Hui se volvió complicada al escucharlo.
En su rostro se mezclaban alivio y remordimiento.
—Matriarca Tang.
—Es vergonzoso, deja de decirme así.
Tang Hui reaccionó con fuerza.
Decía que era vergonzoso, pero lo que en verdad sentía era distinto.
No quiero que me trates como a una extraña.
Se mordió el labio y se tragó sus palabras.
—Mi salud ya mejoró, y seguro Maestro está preocupado, así que creo que es hora de volver al Monte Hua.
El invierno había pasado. Llegó la primavera. Otro año comenzaba.
—…sí.
No había cómo detenerlo.
Tang Hui había intentado soltar sus sentimientos mientras lo cuidaba, pero en lugar de desaparecer, se hicieron más fuertes.
Le dolía el corazón, como si se rompiera, pero por su felicidad debía dejarlo ir.
—Tang Hui, antes, tú…
—Devuélvelo.
Lo cortó de golpe, como si ya supiera lo que iba a decir.
—¿Qué?
—El Separador de Qi Mental.
—Ah, este… está bien.
Tang Hui miró fijamente los dedos de Zhou Xuchuan.
Al ver el espacio vacío donde alguna vez estuvo el anillo, sintió como si ella misma hubiera sido apartada de su corazón. Antes de que él pudiera decir algo, rápidamente extendió la mano izquierda y asintió.
—Sí, sí, señora.
Zhou Xuchuan sonrió impotente y sostuvo la mano de Tang Hui con la izquierda. Con la derecha levantó el anillo y lo colocó lentamente en su anular izquierdo.
Con esto… basta.
Tang Hui retiró la mano, temerosa de perder el anillo, y lo acarició con la otra.
—Zhou Xuchuan.
—¿Eh?
—Olvida lo que dije antes.
No pudo alzar la cabeza. Sus ojos tristes se quedaron fijos en el anillo.
—…¿Eh?
—No quiero que por lo que dije egoístamente, las cosas se pongan raras entre tú y Luo Xiaoyue. Finge que nunca pasó. Te lo ruego.
Era mentira decir que no lo amaba.
—No encontrarás una mujer como Luo Xiaoyue en las Llanuras Centrales, ni en el mundo. No la dejes ir. En serio.
A los veinte años, Luo Xiaoyue había alcanzado el Reino de la Armonía. Su belleza rivalizaba con la de las más hermosas de Shaanxi, o incluso con las más bellas de todo el murim.
Y su carácter… su corazón era bondadoso, capaz de compadecerse genuinamente de la desgracia ajena.
Y aun así, no era ingenua ni ignorante de la realidad.
Sí, era en verdad un hada inmortal, una mujer salida de los mitos.
—Nunca pensé que me rechazarían antes de siquiera confesarme.
—…¿Qué?
La voz de Tang Hui tembló. Sus ojos se abrieron grandes mientras por fin lo miraba.
Zhou Xuchuan se rascó la cabeza y sonrió torpemente. Se notaba incómodo con la situación.
—Parece que estás malentendiendo… Aprecio a la Hermana Menor Luo más que a nadie, pero no en el sentido que piensas.
Recordó su conversación con Luo Xiaoyue y se lo contó a Tang Hui.
—Es cierto que me gusta la Hermana Menor Luo, pero es más como el cariño de un Hermano Mayor que el de un hombre a una mujer. No es que no me guste, pero, siendo honesto, es más admiración.
Para Zhou Xuchuan, Luo Xiaoyue era un objeto de admiración, una heroína.
Sería mentira decir que no sentía nada, pues era hombre y ella mujer, pero sus sentimientos por ella no eran tan fuertes como los que tenía por otra persona.
—Entonces…
—Así son las cosas. Me aseguraré de volver del Monte Hua lo antes posible, así que déj—
¡Thwack!
La cabeza de Zhou Xuchuan se echó hacia atrás.
—¡Renuncié a todo y me convertí en la Matriarca de la Familia Tang… ¿y vienes con esas idioteces ahora, imbécil!?
Los ojos de Tang Hui brillaban con enojo. Quizá era el primer insulto sincero que le dirigía.
—¿De verdad… no hay solución? —preguntó Zhou Xuchuan, preocupado. Tang Hui se lanzó sobre él, lo abrazó de golpe y lo besó en los labios.
—Por aquí, Joven Dama.
Yuan Dashi trataba a Pequeña Fantasma con el mayor respeto.
Después de la guerra, las noticias de la batalla decisiva con el Señor de la Asociación de los Cielos Oscuros se esparcieron, y Pequeña Fantasma también ganó fama.
Aunque no peleó directamente con él, la mayor calamidad, sí ayudó en un momento crucial.
En el murim, al enterarse de que Pequeña Fantasma era la sombra y protectora de Zhou Xuchuan, sus méritos fueron igualmente reconocidos.
—El señor está por aquí…
Yuan Dashi de pronto se detuvo. Los maestros Tang que patrullaban también se frenaron.
—¿…?
Pequeña Fantasma ladeó la cabeza, confundida.
—No… no parece ser por aquí.
Yuan Dashi se giró, con la cara empapada de sudor frío. Su voz temblaba.
—Estás mintiendo… ¿por qué?
Su respiración estaba agitada, su corazón se aceleraba. Algo iba mal.
—Muévete.
—¡Ah, no!
Yuan Dashi abrió los brazos.
—Muévete.
—No puedo… ¡ugh!
El puño de Pequeña Fantasma se hundió en su estómago.
—Desde dentro, puedo escuchar débilmente… la voz del Soberano Fantasma. Muévete.
—¡Cof! ¡Cof! ¡Maldita sea! ¡Deténganla! ¡Hay que detenerla como sea! ¡Redúzcanla sin dejarle ni un rasguño! —gritó Yuan Dashi desesperado.
—P-pero…
El guerrero Tang dudó.
Pequeña Fantasma era una maestra y una invitada distinguida. Subyugar a alguien así sin herirla era casi imposible.
—¡Si no la detenemos aquí, la Matriarca nos matará!
¡Glup!
Los guerreros Tang entrecerraron los ojos. Sentían un terror semejante al de enfrentar a la Asociación de los Cielos Oscuros.
Un grupo de quince o más rodeó a Pequeña Fantasma.
—¡Agh!
—¡Ugh!
—¡Ack!