El regreso del legendario Maestro de Todo - Capítulo 405
Al mismo tiempo.
El Reino Demoníaco.
¡Bang!
Logos, que había estado observando todo, golpeó la mesa con el puño.
—¡Ese maldito humano se atreve a codiciar nuestro trono!
—Tch. Ahora ya no podemos ver nada —chasqueó la lengua Armagedón, sentado a su lado.
Habían acudido de inmediato al escuchar que el Reino Celestial había intervenido de pronto, solo para descubrir que todo ocurría en alguna dimensión desconocida y despreciable de la que jamás habían oído hablar.
La decepción era palpable.
—Haa… ¿No les dije que no desperdiciaran esfuerzos en tonterías? —Psyche, mirando desde el otro extremo de la mesa, contemplaba a Logos con expresión de desprecio.
—¿Me estás diciendo que ahora es mi culpa? —los labios de Logos temblaron de ira.
—¿Y acaso no lo es?
—¡Ja! ¿Siquiera sabes cuántas dimensiones he destruido hasta ahora?
Ni siquiera aquellos que manejaban el poder de la creación podían actuar contra el orden de las cosas.
Para destruir una dimensión había que cumplir varias condiciones… y una de ellas era controlar al menos el 80% de esa dimensión.
Logos había estado usando los juegos como un medio para dominar dimensiones antes de destruirlas.
—Y por eso ahora tenemos esta pequeña variable, ¿no? —Psyche sonrió débilmente, clavando el cuchillo.
Pero Logos no tuvo palabras para rebatir.
De los cinco Nombrados, tres apoyaban a Logos, mientras que Psyche se le oponía constantemente.
Su razón era simple: los seres con inteligencia eran impredecibles.
Y justo ahora, sus preocupaciones se habían vuelto realidad.
—¿Entonces qué otro método había? ¿Debimos dejar en paz a Tenebris?
Su ola de destrucción había comenzado porque el sellado Tenebris se había ocultado en alguna parte de las dimensiones.
Un peón del Reino Celestial.
Jamás imaginaron que se rebajaría tanto como para desprenderse de su disfraz angelical con tal de jugar al espía.
Y habían compartido todo con él sin sospechar nada.
Si eso llegara a ser llevado al Reino Celestial, su posición se vería peligrosamente comprometida.
En el peor de los casos, podrían terminar capturados y arrojados al Abismo, retorciéndose en tormento eterno.
—Psyche… de verdad eres extraña —Armagedón apoyó la barbilla en su mano, mirándola fijamente.
—¿Extraña? —Psyche ladeó la cabeza.
—Siempre presentas razonamientos lógicos, pero al final, tus argumentos siempre parecen poner al Reino Celestial en ventaja.
Ante sus palabras, todas las miradas se dirigieron a ella.
—Seamos precisos. Yo solo señalo los problemas con razonamiento válido, nada más.
—No juegues con las palabras.
—¿Por qué? Es la verdad, ¿o no? —Psyche sonrió débilmente.
—Entonces, ¿no deberías pedirme la contramedida que sigue a eso? —replicó Logos con el ceño fruncido.
Ella chasqueó la lengua y le lanzó una mirada cortante a Armagedón.
—Si incluso señalar el problema hace que escupas estupideces como esa… ¿para qué molestarse?
—Hah, qué gracioso. Solo le das la vuelta y me echas la culpa a mí.
—Basta. Silencio, los dos.
Al fin, Urion, que había observado en silencio, intervino para mediar.
—Tch… De cualquier forma, el punto es que ya no podemos interferir en esa dimensión con nuestras propias manos, ¿no? —Beelzebub soltó un suspiro exasperado.
Ante sus palabras, los Nombrados —incluido Logos— guardaron silencio.
Sentían una profunda rabia por haber sido superados por un simple humano, pero lo aún más preocupante era que habían dado al Reino Celestial una excusa para intervenir.
—Ese humano vendrá aquí.
Al escuchar la observación de Psyche, Logos asintió.
—Por supuesto. El Reino Celestial lo ha apostado todo en él ahora.
Las Cajas de las Siete Virtudes.
Incluso Logos las conocía bien.
Eran tesoros apreciados por el Dios por encima de todo.
Que tales cajas fueran entregadas a un humano solo significaba una cosa: que el Reino Celestial, a cualquier costo, pretendía cazarlos aquí.
—Si corremos imprudentemente a capturarlo, podríamos acabar perdiendo.
—¿Y entonces qué? ¿Nos vamos a quedar mirando cómo anda libre por ahí? —gruñó Armagedón con una sonrisa desafiante.
Psyche suspiró y agregó:
—No vendrá a nuestro reino de inmediato. Lo más probable es que empiece con el Reino Demoníaco, donde gobiernan los Reyes Demonio.
—¿El Reino Demoníaco? ¿Dices que planea apoderarse de todo desde abajo?
—Así es.
—Hmph… Bien. Perfecto.
Armagedón se puso de pie.
—¿A dónde crees que vas?
—A vigilar el Reino Demoníaco.
—¿No escuchaste lo que acabo de decir?
—Lo escuché. Con mis propios oídos. Pero no importa cuánto se agite un humano, sigue siendo solo una criatura. ¿De verdad creen que puede cortarme solo porque tiene las Virtudes y la Espada Sagrada?
Psyche no lo negó.
Si se trataba de Armagedón, podría neutralizar la Espada Sagrada sin demasiados problemas.
El verdadero problema era que el humano no blandía únicamente la espada.
Siempre existía la posibilidad de que cargara con algo más que pudiera amenazar incluso a Armagedón.
—Haz lo que quieras —pero Psyche no lo dijo en voz alta.
No tenía caso: de todos modos no escucharía.
—Entonces yo iré contigo —dijo Beelzebub, levantando la mano.
Él era quien había forjado el Reino Demoníaco.
A diferencia de Armagedón, lo conocía en cada detalle.
—Podrás percibir cuando el humano cruce, ¿verdad?
—Exacto. Por eso dije que debería ir con él.
—…Bien. Entonces ve tú.
Tras un breve momento de reflexión, Armagedón volvió a sentarse.
—¿Eh? ¿Quieres que vaya solo?
—¿De verdad crees que se necesitan dos para lidiar con un simple humano? Yo solo me ofrecí porque nadie más parecía dispuesto.
—Tch, qué aburrido. Entonces ustedes quédense aquí sentados mirando desde la barrera.
Con eso, Beelzebub partió de inmediato hacia el Reino Demoníaco.
Psyche, mientras tanto, fijó en silencio su mirada en Armagedón.
—¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? —al notar su mirada, Armagedón sonrió y se pasó una mano por la mejilla.
—…Hombre extraño —Psyche apartó la vista, murmurando suavemente ante su comportamiento impredecible.
—Gracias por el cumplido.
Tras terminar su tarea en Muran, Jeong-Hoon finalmente cerró sesión y regresó al mundo exterior.
Como siempre—por más veces que lo experimentara—volver a su cuerpo ordinario después de desconectarse se sentía incómodo y difícil de asimilar.
—¿Jeong-Hoon, ya saliste?
En la sala, su madre estaba comiendo un almuerzo tardío. A su lado estaba Hajin.
—Sí. Pero Hajin, ¿qué haces aquí?
—¡Idiota! No revisaste tus susurros, así que tuve que venir a buscarte en persona.
—¿Susurros?
Jeong-Hoon ladeó la cabeza, confundido.
Hasta destruir el núcleo en Muran, no había recibido ni un solo susurro.
Si hubiera visto alguno, lo habría respondido de inmediato.
—Sí. ¿En serio qué tan ocupado has estado?
—…He estado un poco ocupado. Pero, ¿qué era tan importante como para venir hasta acá?
—Oh, nada más… sobre HoneyTube.
—¿HoneyTube?
—Sí. Dae-Hwi no ha dejado de fastidiarme, preguntando cuándo sale el próximo contenido.
Ahora que lo pensaba… HoneyTube.
Desde que la Tierra se había estabilizado, ya no había mucha necesidad de mantenerlo, así que había perdido el interés. Al parecer, eso había puesto ansioso a Jang Dae-Hwi.
‘¿Cuántos suscriptores tendrá HoneyTube ahora?’
Jeong-Hoon sacó su smartphone y revisó HoneyTube.
[HoneyTube]
Suscriptores: 4.7212 millones
La cuenta marcaba 4.72 millones.
Comparado con los días en que fácilmente superaba los 100 millones, el número parecía escaso, pero seguía siendo nada despreciable.
‘Cierto… HoneyTube solo explotó en crecimiento después de la Realización.’
Tras la Realización, HoneyTube había crecido de manera astronómica.
Fue posible gracias a la masiva oleada de espectadores extranjeros.
Pero ahora, como esto aún era antes de la Realización—y porque sus transmisiones y videos se habían frenado—el crecimiento se había estancado.
—Hajin, ¿dijiste que me mandaste un susurro?
—Sí.
—¿Puedes entrar al juego ahora mismo e intentar mandarme otro?
—¿Un susurro?
—Necesito comprobar algo.
—Oh, está bien.
Justo cuando Hajin se apresuraba a levantarse, la madre de Jeong-Hoon lo empujó de nuevo a su asiento.
—Está bien, come primero antes de irte. Jeong-Hoon, ¿por qué apuras a tu amigo si ni siquiera ha probado su comida?
—Entonces… supongo que tienes razón.
Hajin miró a Jeong-Hoon y, resignado, volvió a tomar la cuchara.
Jeong-Hoon asintió y se sentó en el asiento vacío.
—Está bien. Entonces yo también como de una vez.
—Bien. Espera un momento.
Tras la comida, Jeong-Hoon se reunió con Hajin dentro de Atlas.
En cuanto Hajin lo vio, abrió la boca de par en par.
—¡T-tú! ¿Qué demonios has estado haciendo?!
—¿Qué quieres decir? —Jeong-Hoon ladeó la cabeza, confundido.
¿Qué rayos había visto para sorprenderse tanto?
—¡Estás brillando! ¡Literalmente brillando!
—¿Brillando?
—¡Sí! ¡Es tan deslumbrante que ni siquiera puedo mirarte de frente! ¡Y tu información no aparece para nada!
—¿Mi información no aparece…? Intenta mandarme un susurro.
—Oh, cierto, dame un segundo… ¡listo!
Hajin rápidamente tecleó una sola letra —“ㅇ”— y la envió como susurro.
Pero no llegó nada frente a Jeong-Hoon.
—No aparece.
—¿Qué? ¡Pero si ya lo mandé! Déjame intentarlo otra vez.
Incluso al reenviar, nada apareció.
—Suficiente. Ya entendí.
—¿De verdad?
—Sí. Entonces te diré el próximo destino.
—¿Destino?
—Arandis. Haz de eso el siguiente contenido de HoneyTube.
Arandis.
Para ahora, seguramente todos ya eran lo bastante fuertes para entrar a Arandis.
Tal como Jeong-Hoon lo había hecho, mientras despejaran las misiones y abrieran el camino, podrían explorar toda la región de Arandis.
Si Hajin y los demás revelaban sus niveles ahí, el impacto sería enorme.
Con eso, incluso Jang Dae-Hwi dejaría de fastidiar con el contenido.
—¿Y tú, Hoon?
Después de todo, Jeong-Hoon era el verdadero dueño de HoneyTube.
Él debía ser quien llevara la transmisión, y sin embargo ahora parecía estar entregando todo a Hajin.
Y justo eso era lo que pretendía.
—Tengo otra cosa que debo atender. Así que tú, HoneyTube No. 2, encárgate en mi lugar.
—¿Y-yo?!
—Sí. Ya no creo que me necesiten ahí.
—¿Qué quieres decir…?
—Te lo cedo. HoneyTube.
Al escuchar que le entregaba HoneyTube, con 4.72 millones de suscriptores, la boca de Hajin quedó colgando abierta.
Jeong-Hoon no era alguien que desconociera el valor de un canal de YouTube con casi cinco millones de suscriptores.
Entonces, ¿por qué alguien que lo sabía mejor que nadie lo entregaría de buena gana?
—Oye… estás bromeando, ¿verdad?
Hajin pensó que Jeong-Hoon solo estaba jugando.
—¿De qué hablas? ¿Por qué bromearía con algo así?
—No, piénsalo. ¡Son 4.72 millones de suscriptores! El canal solo se frenó porque dejaste de subir videos. ¡Si empiezas a publicar de nuevo de forma constante, llegas a diez millones en nada!
Diez millones.
No era una cifra fácil, pero con las habilidades de Jeong-Hoon, Hajin estaba seguro de que no sería tan complicado.
—Tómalo o déjalo.
—¿Qué?
—Dijiste que no lo quieres. Entonces finjamos que nunca lo mencioné.
—¡E-espera! ¡Cambio de opinión!
Hajin se aferró a Jeong-Hoon en pánico.
—¿Por qué?
—Es que… ¿hablas en serio? ¿No es una broma?
—¿Cuántas veces tengo que decirlo? Entonces, ¿qué será?
—¡L-lo haré!
Rechazar un canal con 4.72 millones de suscriptores sería una locura.
—Bien. Entonces, de ahora en adelante, tú eres HoneyTube No. 1.
Jeong-Hoon sonrió mientras le ponía una mano en el hombro.
—…Entonces eso significa que todas las ganancias son mías también, ¿verdad?
—Ochenta-veinte.
—¿Ochenta-veinte?
—Sí. Yo te entrego el canal, así que solo dame el veinte.
—…Veinte es algo alto.
—A cambio, te enseñaré exactamente qué hacer.
—¿Me enseñarás?
—Sí. Seguiré diciéndote a dónde tienes que ir, justo como ahora. E incluso te diré las ubicaciones de oportunidades ocultas en el camino.
—¡Trato hecho!