El maestro del veneno en el clan Tang Sichuan - Capítulo 252

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  4. Capítulo 252 - A petición de la princesa (3)
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“¡En serio! Trabajé tanto para conseguir mi asignación en Zhejiang, ¡y apenas pude visitar el Templo Botan!”

La princesa refunfuñaba apoyada en la barandilla del barco, visiblemente irritada.
Me lanzó una mirada que decía: “¿verdad que me entiendes? compadécete de mí”.

La verdad, siempre era un poco problemática… pero ni modo, necesitábamos su ayuda.
Así que respondí a su queja con toda la cortesía posible.

“¿Y eso por qué?”

“Por el reciente aumento de ataques piratas. Los gobernadores locales de Zhejiang enviaron peticiones a la corte. Y después de leerlas, Su Majestad me ha estado mandando órdenes secretas…”

“¿Órdenes secretas?”

“Sí. Su Majestad sigue enviando órdenes en secreto, diciendo que está preocupado y sugiriendo que, como soy frágil, debería ir a un lugar más seguro. ¿Y qué se supone que haga yo? Si me quedo quieta, volverá a reasignarme. Tengo que acabar con los piratas, así dejará de decir esas cosas.”

Parece que el Emperador realmente adoraba a la princesa.
Digo, no es como si los piratas fueran a invadir las murallas de la ciudad… ¿verdad?

“Pero la ciudad debería estar segura. Su Majestad parece preocuparse demasiado.”

“Bueno, ahora no, pero hubo una vez en que los piratas sí atacaron la ciudad.”

‘¿Entonces sí han logrado entrar antes?’
Pensé que estaba exagerando, pero al parecer los piratas habían logrado romper las puertas en una ocasión.

En ese caso, tenía sentido que el Emperador se preocupara tanto—sobre todo si quería tanto a la princesa.

Aun así, ella se veía claramente frustrada.
Había hecho todo un montaje de matrimonio falso solo para ser destinada a Zhejiang, donde estaba el Templo Botan…
Y ahora, terminaba enfrentando otra reasignación.

‘Un momento… ¿ha estado cazando piratas ella misma?’
Por la forma en que hablaba, parecía que la princesa los había estado persiguiendo personalmente.

Y al verla mejor, sus mejillas estaban un poco más oscuras que antes—¿bronceadas, quizá?
Cuando la conocí, su piel era tan blanca como la nieve.

“¿Entonces ha estado persiguiendo a los piratas en persona?”

“Sí. Convencí a mi maestro y he estado trabajando con los discípulos del Templo Botan y las tropas del gobierno. ¡Por eso mi piel está toda reseca con el viento del mar!”

Se tocó la mejilla con una mueca de disgusto.

Ya me preguntaba por qué no entrenaba en el Templo Botan como tanto le gustaba… ahora lo entendía.
Aun así, me parecía excesivo que tuviera que ir ella misma.

“Si el señor de la Fortaleza Seorinak está ahí… ¿de verdad era necesario que fuera? Pudo haber enviado soldados.”

Digo, para eso había oficiales militares.
Ante mi pregunta, la princesa suspiró y respondió con tono fastidiado.

“Hay una razón. Iju es una región lluviosa y calurosa donde viven muchas tribus menores. En los últimos años, los piratas han empezado a asentarse ahí en mayor número… y ahora, algunos artistas marciales que huyeron de los clanes del centro se les han unido también. Se han vuelto realmente poderosos. Así que el ejército solo no puede con ellos. Después de todo, entre ellos hay artistas marciales. Y con gente entrenada en energía interna remando sus botes, sus barcos son demasiado rápidos—simplemente no podemos alcanzarlos.”

“¿Han considerado atacar Iju directamente?”

Si no pueden atraparlos en el mar, golpéenlos en su base.

Ella frunció el ceño al oírme.

“¡Claro que lo pensé! Nos aliamos con Lord Bukgeom e iniciamos una campaña de subyugación. Pero en cuanto los atacamos, esos malditos huyeron hacia la cordillera del este—y sus barcos simplemente desaparecieron de nuevo en el mar. No pudimos atraparlos.”

“Ah…”

Sí, con eso ya entendía por qué eran tan difíciles de tratar.

Asentí, y de pronto el tono de la princesa cambió; sus ojos se iluminaron.

“¡Pero justo cuando no sabía qué hacer—llegó tu carta! Y recordé a tu hija volando por los aires. ¡Eso era! ¡Siempre apareces justo cuando se te necesita!”

“E-eso parece.”

Sentí el calor de su mirada.
Mientras respondía incómodo, soltó algo totalmente absurdo.

“¡Mi maestro me dijo… que esto es el destino!”

“¿Destino? ¿Entre tú y yo?”

La miré de reojo—
Los ojos de Hwa-eun se abrieron de par en par, incrédulos.
Si no fuera la princesa, probablemente ya la habría tomado del cabello.

Pero entonces la princesa agregó algo que hizo que Hwa-eun volviera a la normalidad.

“¡Sí! Mi maestro dijo que, en mi vida pasada, te ayudé mucho. Así que ahora, en esta vida, tú me estás ayudando a mí.”

“¿E-esto es… una vida pasada?”

“Sí, una vida pasada.”

“…Qué raro. No recuerdo a nadie así en mi vida pasada.”

“¡Sí!”

“…Olvídalo.”

‘El maestro del Templo Botan es un charlatán espiritual, sin duda.’
Dicen que su progreso en artes marciales es lento, pero ahora estoy seguro de que también es una farsante.

Fue entonces cuando escuché la voz de Do Sagong desde la proa del barco.

“¡So-ryong! ¡Hay humo por allá—parece un incendio!”

Habíamos estado navegando cerca de la costa, vigilando cualquier actividad pirata.
Al escucharle, giré la vista hacia la orilla lejana—
Humo se elevaba desde un pequeño pueblo.

“¡Cho!”

Le ordené a Cho que volara alto y usara su visión mejorada para revisar el lugar.

Lo que vio fueron hombres arrastrando gente hacia los barcos.
Llevaban el torso descubierto, la piel bronceada por el sol.
Blandían espadas, amenazando a los aldeanos.
Gran parte del pueblo ya estaba en llamas.

“¡Princesa! ¡Son piratas!”

“¡Lo sabía!”

Mientras Cho descendía de nuevo, grité, y la princesa sacó un cuerno de debajo de la cubierta del barco.

—¡Buuuuung!

El sonido del cuerno resonó, y cuatro barcos de guerra que nos seguían respondieron con tambores de guerra.

—¡Boom boom boom!

Los barcos, incluido el nuestro, aceleraron, cortando el agua a toda velocidad.

En el puerto del pueblo se desató un alboroto.
Los piratas, que estaban arrastrando gente, los arrojaron a un lado y corrieron a sus barcos.

Dos botes pequeños salieron del puerto.
Sus velas estaban plegadas—remaban con fuerza y ganaban velocidad.
Nuestros barcos no podían alcanzarlos.

“Tienen remos, como los botes usados por la gente de Wae. Y nuestros barcos son de fondo plano, mientras que los suyos parecen tener fondo afilado.”

Un barco de fondo plano, como el nuestro, es estable pero lento.
Uno de fondo afilado corta el agua y se mueve mucho más rápido.

Pero a estas alturas, no me importaba si el fondo era plano o puntiagudo.
¿A quién le importaba la forma del barco?

Le envié un mensaje mental a Cho.

‘¿Cho? ¿Puedes dejarme aquí y luego hacerle un agujero al fondo de ese barco que intenta escapar?’

—¡Chorrt! “¿Qué tan grande el agujero?”

‘Del tamaño suficiente para que tú quepas.’

—¡Chorrr! “¡Entendido! ¡Alcanzaré y perforaré el casco enseguida!”

Cho me dejó suavemente de nuevo en la cubierta, luego se zambulló en el mar con un chapoteo.
Extendió sus antenas como un periscopio y nadó como un tiburón, deslizándose bajo el agua.

‘Misil lanzado.’
El destino de ese barco estaba sellado.

En cuanto al otro—era hora del siguiente movimiento.

“—¡Yeondu!”

—¡Shaaa!

“¿Ves ese barco allá?”

—¡Shaaa!

“¡Vuela y destruye la cubierta!”

—¡Shaaaaaaah!

Si hubo un cambio claro desde que Yeondu alcanzó la adultez, fue la velocidad.
Antes, parecía simplemente deslizarse por el aire.
Ahora—quizá gracias al poder de Cheongyu, el Soberano del Oro y la Corona—era veloz.
Ya no flotaba—volaba de verdad.

A mi orden, Yeondu se elevó al cielo y se lanzó hacia el barco que huía en la distancia.

“¡Maldita sea! ¡Por habernos retrasado, tiraron por la borda a todas las chicas nuevas—!”

Jin-gyu, el líder de los Bandidos del Agua Negra, gritó furioso desde la cubierta.
Habían venido a capturar mujeres nuevas—pues las del lote anterior habían muerto o se habían vuelto locas—y a saquear comida y bienes.
Pero todas las mujeres que capturaron hoy habían sido arrojadas al mar.

Incluso había dos particularmente hermosas entre ellas, lo que hacía la pérdida aún más amarga.
Chicas así no se encontraban fácilmente…

“No había de otra, jefe. El barco ya iba cargado.”

Tal como dijo su subordinado, la nave ya estaba repleta de provisiones y botín—
no habrían podido escapar de los barcos militares con más peso a bordo.
Así que en cuanto oyeron los tambores del ejército, no tuvieron más remedio que tirar a las mujeres y zarpar a toda prisa.

“Pero, jefe, ¿a poco no estuvo divertida la vista de antes? Jejeje.”

“¡Idiota! ¿Acaso solo comes una vez al día o qué?! Mierda. ¿Por qué siguen apareciendo esos malditos soldados por tierra últimamente…?”

Jin-gyu maldijo entre irritación y arrepentimiento.

“¡Remen más rápido! He escuchado rumores de que ahora artistas marciales acompañan a las fuerzas del gobierno.”

“¡Sí, jefe!”

Y su mente vagó hacia un recuerdo.

“Esa mujer de la familia Ak… ¡era realmente fuerte!”

Jin-gyu, antes un renombrado artista marcial de las Llanuras Centrales, se había convertido en el jefe pirata de los Bandidos del Agua Negra, con base en Iju.

Años atrás, cometió un error fatal—
se encontró con una hermosa mujer en el camino, perdió el control de sus deseos y la violó tras dejar inconscientes a sus acompañantes.

El problema: ella era miembro del Clan Ak de Shandong.

“¿Clan Ak de Shandong? ¡No te dejaremos vivir!”
“¿Clan Ak de Shandong?!”

Justo cuando iba a marcharse tras romperle los meridianos, esas voces resonaron.
Jin-gyu masacró a todos los presentes para mantener el secreto—
pero era demasiado tarde.

Los artistas marciales del Clan Ak examinaron después los cadáveres, descubrieron rastros de sus técnicas y se aliaron con otros clanes para poner precio a su cabeza en todas las Llanuras Centrales.

Y así no le quedó más remedio que huir a Iju, donde terminó alzándose como líder de una poderosa banda de piratas.

“¿Pero por qué nos persiguen tanto hoy?”

Jin-gyu recordaba la carne suave de aquella mujer del Clan Ak cuando uno de sus hombres gritó.

Se volvió para mirar, y efectivamente, los barcos militares los perseguían.

“Qué raro. Normalmente se rinden rápido…”

Por lo general, las naves del gobierno abandonaban la persecución pronto y regresaban a verificar el pueblo saqueado.
Sabían que no podían atrapar los barcos más veloces de los piratas.

Aumentó su visión con energía interna y comprobó:
uno de los cinco barcos sí se había desviado hacia el pueblo, pero los otros cuatro continuaban la persecución.

“Qué pérdida de tiempo. Incluso con el viento a favor, jamás nos alcanzarán.”

Fue entonces cuando ocurrió.

“¡Waaahhh!”
“¡Jefe! ¡Jefe!”

Gritos resonaron desde el barco que navegaba junto al suyo.

“¿Qué demonios pasa?”

Jin-gyu corrió hacia el costado, sujetándose del barandal, y miró hacia el sonido—
El otro barco estaba inclinado, tragando agua.
Sus hombres corrían por la cubierta, gritando desesperados.

“¡A-ayúdennos!”
“¡El barco se hunde!”

“¿Qué?! ¿Lo sobrecargamos?”

Por alguna razón, la nave se estaba inundando.
Jin-gyu gritó a su tripulación:

“¡Den la vuelta! ¡Tiren parte de la carga si es necesario, pero súbanlos a bordo!”

“¡Sí, jefe!”

La carga podía reemplazarse, pero los artistas marciales eran escasos.
Aunque aquellos hombres fueran errantes del continente y no del todo confiables, no podía operar como pirata sin ellos.

En Iju, la fuerza de una banda pirata se medía por cuántos artistas marciales tenía.
Si perdía a la mitad de sus combatientes ahora, los Bandidos del Agua Negra se convertirían en basura de puerto.

Los barcos del gobierno aún no se acercaban demasiado—
tenían tiempo para rescatar a sus hombres.

Justo cuando Jin-gyu giró la proa del barco—

“¡E-e-e-e-eso!”

Uno de sus hombres empezó a balbucear aterrado.
Normalmente lo habría regañado por hablar así en una situación así, pero al voltear a mirar, el hombre señalaba hacia el cielo.

Siguiendo su dedo, Jin-gyu vio algo volando arriba—

“¿¡Eh!?”

Se le cortó la respiración.
Y no era para menos—había una enorme serpiente volando en el cielo.

“¿¡Q-qué demonios es eso!?”

Al principio, Jin-gyu pensó que tal vez era solo alguna bestia espiritual que pasaba.
La serpiente ascendió aún más—
pero de repente se lanzó en picada, como si se sumergiera en el agua, directo hacia el barco de Jin-gyu.

“¡C-cuidado!”

Definitivamente los estaba apuntando.
Jin-gyu gritó alarmado, aferrándose al barandal—

—¡BOOM!

La gigantesca serpiente cayó a gran velocidad, atravesando el centro de la cubierta y partiendo la quilla en dos.
La proa y la popa se levantaron en el aire como alas rotas, y Jin-gyu, junto con sus piratas, fueron lanzados en todas direcciones.

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