El maestro del veneno en el clan Tang Sichuan - Capítulo 246
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- Capítulo 246 - Rey de las Serpientes (7). Llama de Matanza
–¡Shhhhh!–
Yeondu lanzó un chillido agudo desde dentro de mis ropas al ver la explosión de luz.
Y entonces, como respondiéndole, un grito similar resonó desde la dirección de la detonación, extendiéndose en todas direcciones.
–¡Shiaaa!–
Pero aunque era el mismo tipo de grito, este tenía otro peso—algo más denso. Nunca había escuchado ese sonido en particular, pero el tono grave y vibrante me heló la espalda.
Aun así, aunque no lo hubiera oído antes—¿cómo no iba a reconocerlo yo, Picante Fabre?
Definitivamente era el grito de una serpiente.
Las serpientes no tienen cuerdas vocales ni laringe y carecen de órganos para la fonación. El único sonido que pueden producir es un silbido—un “shhhh” generado por el aire pasando por la glotis. Y lo que estábamos oyendo ahora era, sin duda, eso.
“¿Q-qué es esto!? ¡Cho, por ahí! ¡Rápido!”
–¡Chrrrrrr!–
Una explosión enorme y un destello.
Y ese sonido. Tenía que ser una bestia espiritual.
Mientras señalaba el lugar de la explosión y el resplandor, Cho remontó hacia el cielo en esa dirección.
‘¿Otra bestia espiritual serpiente? No me digas que es el Rey Serpiente, ¿verdad? Sería ridículo. Acabo de llegar, ¿y aparece el Rey Serpiente? Imposible. ¿No?’
Cuando Cho atravesó un claro entre los árboles y mi vista se despejó, la escena se enfocó de golpe.
Llovía con fuerza, y el valle abajo estaba crecido. En medio de un cráter abierto, con piedras esparcidas, vi a una serpiente negra recién mudada retorciéndose frenética.
Los que la rodeaban se parecían a esos asesinos de la Secta de los Cinco Venenos que una vez intentaron despedazarme. Pero eso no importaba ahora.
La serpiente a la que acorralaban—
Era lo único que veía.
‘¡Corta!’
Lo primero que pensé al verla fue lo corta que era.
Era del tamaño del torso de un humano, pero más corta de lo esperado. Probablemente unos tres metros de largo—pero, para una serpiente de ese tamaño, se veía achaparrada.
Era gruesa y compacta, como la víbora gabonesa de África que había visto antes.
Las víboras gabonesas son gordas y pesadas, pero no superan 1.2 metros. Son famosas por ser cortas y robustas—y esta cosa se veía exactamente así.
¿Y me decepcionó que fuera pequeña?
Para nada.
La cortedad del cuerpo era un defecto trivial.
Como… si alguien dijera que el meñique del pie de Hwa-eun no es perfecto—sí, ese nivel de “defecto”.
Totalmente insignificante.
Porque sobre la cabeza de esa criatura… descansaba una corona dorada resplandeciente.
‘¡Belleza coronada!’
No era solo dorada—parecía una corona verdadera. No, más aún. Parecía la diadema que usa Sun Wukong.
En ese instante, supe exactamente qué era.
“¿Rey Serpiente de Corona Dorada?”
Siempre me había preguntado cómo se vería llevando esa corona dorada. Y no era algo de realeza occidental—era una banda larga, enrollada, como la diadema de Wukong.
No había tiempo para pensar más.
Lo que importaba ahora era actuar.
Porque esos bastardos estaban amenazando a mi serpiente.
‘Cho, ¡baja! Desciende hacia la serpiente, pero esparce veneno solo en dirección de esos bastardos—¡no hacia la serpiente!’
–¡Chrrrr!–
Grité la orden a Cho en mi mente, y él chilló al unísono.
Sintonizados, Cho se lanzó en picada hacia la posición de la serpiente.
“¡Alto! ¡Ustedes, bastardos! ¿Quién demonios se atreve a atacar a una bestia venenosa frente a So-ryong, ¡en el propio patio del Clan Tang!?”
–¡Chrrr! “¡Sí, deténganse ahí!”–
‘Se pasaron de la raya, imbéciles. ¡Se metieron con mi serpiente!’
Al gritar, los enemigos se estremecieron y alzaron la vista. En ese momento Cho abrió la boca y roció veneno hacia abajo.
“¡N-niebla venenosa! ¡Retírense!”
“¿E-el Clan Tang?!”
“¿Qué—cómo llegaron tan rápido?!”
Mientras la nube verde de veneno avanzaba—no hacia la serpiente, sino justo más allá de ella—los atacantes, conmocionados, retrocedieron.
Para lucirme ante el Rey Serpiente de Corona Dorada, aterricé justo delante de Sayang con estilo, y luego me giré y le dediqué una sonrisa.
Con un tono suave, le dije:
“¡No te preocupes! ¡Ya estoy aquí! Estos bastardos—”
–¿Shia?–
Sayang parpadeó con expresión confundida, como pensando: “¿Y tú quién demonios te crees?”
Pero enseguida, recobrándose, se deslizó un poco hacia atrás y bajó el cuerpo en postura cautelosa.
–¡Shiaaa!–
Seguía en guardia, pero entonces una voz tenue llegó desde detrás de él.
No fue fuerte, pero me alcanzó nítida.
“Heh… oh, Señor Primordial… g-gracias. Muchas gracias. Heh… E-está bien. Él es de quien te hablé.”
‘¿Esa voz—?’
Mientras Cho rociaba más veneno para mantener a raya a los atacantes, me asomé más allá de Sayang para mirar detrás de él—y sí, ahí estaba.
Tirada en un estado lamentable—tal como recordaba su voz—estaba Oh Cheongyu.
Tenía el rostro pálido, el pecho atravesado por un agujero enorme.
La sangre se acumulaba en sus labios, y un rojo oscuro y espeso manaba de su pecho.
Era una herida catastrófica.
“¡¿Q-qué—?!”
Esos asesinos a los que Cho estaba suprimiendo eran de la Secta de los Cinco Venenos.
Y, sin embargo, Sayang protegía claramente a Cheongyu.
Rápido revisé su cabeza—por si acaso.
Y vi que la mayoría de las agujas de acupuntura habían desaparecido, salvo dos incrustadas a poca profundidad.
Ya era claro—Cheongyu se había librado del lavado de cerebro.
“¡Oye—tú! ¡Señorita Cheongyu! ¿Estás bien? ¿Recuperaste tus recuerdos? Espera—¿te liberaste del lavado de cerebro?”
Ante mis palabras, Oh Cheongyu se volvió hacia el Rey Serpiente de Corona Dorada y dijo:
“E-está bien. Él nos ayudará. Cof.”
Cada vez que tosía, más sangre burbujeaba.
El Rey Serpiente se hizo un lado, y corrí hacia Cheongyu, que yacía en el suelo junto a él.
“¡Aguanta!”
Usando la técnica de digitopresión que aprendí del abuelo y de Hwa-eun, presioné alrededor de la herida que brotaba. Pero el agujero era demasiado grande—como si alguien le hubiera atravesado el pecho con un puño.
Ni aplicando presión conseguía detener la sangre.
Ni siquiera podía arrancar un trozo de ropa para taponar, porque llevaba el atuendo especial que me había hecho Yohwa—y no había tiempo.
Desesperado por una solución, extendí la mano hacia Cheongyu y dije:
“Discúlpame.”
Luego presioné mi mano desnuda contra el centro de su pecho.
Sangre caliente me cubrió la palma.
Con los ojos temblorosos, Cheongyu me miró.
Pero entonces, con una expresión de resignación, habló:
“E-está bien. Kuhhk… De todos modos, no viviré mucho.”
“¿Qué te pasó?”
“Y-yo me… arranqué… el neidan.”
“¿¡Qué!?”
Al oír que se había extraído su propio neidan, abrí los ojos de par en par. Fue entonces cuando los que vigilaban a Cho se miraron entre sí y gritaron:
“¡Maldición, a la porra con esto! ¡Retirada! ¡Pronto llegarán más guerreros del Clan Tang! ¡Ya conseguimos la esencia vital del Rey Serpiente!”
Pero antes de que terminara, el Rey Serpiente de Corona Dorada soltó otro chillido cortante.
–¡Shiaaa!–
Y con él, roció una niebla dorada desde su boca.
La energía de la serpiente se expandió y se asentó sobre el suelo como un vapor fino.
–¡Shhhhhh! ¡Shhh! ¡Shhhhhh!–
De pronto, siseos resonaron desde todas direcciones.
Serpientes comenzaron a alzar la cabeza una por una desde sus escondites.
Un número abrumador de serpientes que se habían ocultado por todas partes emergió, y los asesinos de los Cinco Venenos se quedaron paralizados, incapaces de huir.
“¿U-una formación de serpientes?! M-maldición… ¡No se muevan!”
Se les puso la cara lívida al darse cuenta de que estaban rodeados por una verdadera formación serpentina.
Así que el Rey Serpiente de verdad podía controlar a otras serpientes…
‘Maldita sea. ¡Esto es una locura!’
Fue entonces cuando ocurrió.
Yeondu estalló desde mi pecho con un rugido.
–¡Shaaa!–
La niebla dorada emanada por el Rey Serpiente de Corona Dorada empezó a fluir hacia el cuerpo de Yeondu.
–Brrrrddddd…–
Como reverberando en ella, su cuerpo tembló y, al mismo tiempo, su piel vieja se abrió.
Yeondu comenzó a mudar de repente y, como un globo que se infla, absorbió el vapor dorado y empezó a crecer a toda prisa.
Y en cuestión de segundos, volvió al tamaño adulto completo que tenía cuando la conocí.
–¡Shaaa!–
Ya completamente crecida otra vez, Yeondu rugió hacia los bastardos de los Cinco Venenos.
En respuesta, las otras serpientes más pequeñas a su alrededor—todas—bajaron la cabeza como en reverencia.
El Rey Serpiente de Corona Dorada no se parecía a ninguna serpiente que hubiera visto.
‘¿Q-qué demonios? ¿Puede evolucionar a otras serpientes solo por ser el rey?’
Fue entonces cuando lo sentí—frialdad colándose por las yemas de mis dedos.
Sobresaltado, me volví y vi a Oh Cheongyu jadeando.
“¡Ch-Cheongyu!”
Grité, alarmado. Con el rostro contraído por el dolor, aún logró sonreír.
“Haah… ah… C-creo que terminé haciendo algo terrible sin darme cuenta. Cof… L-lo siento…”
Se disculpó entre respiraciones rotas.
Parecía que el sangrado de su pecho se había detenido—pero el suelo estaba húmedo.
Y entonces caí en cuenta—la sangre seguía saliendo por la espalda.
“¡Maldición! Está bien. No es tu culpa, ¿sí? Lo importante es que escapaste de sus manos.”
Apreté la mandíbula para tragar la maldición mientras hablaba. Cheongyu parpadeó lentamente, y luego miró a Sayang.
“N-no estoy en posición de pedir nada, pero… tengo un favor.”
“Sí, dime.”
“La Secta de los Cinco Venenos va tras Sayang… p-por favor… llévalo al Clan Tang. Protégelo. Él fue quien me hizo recobrar la razón…”
Así que Sayang la había salvado. Eso era evidente, aun sin detalles.
“Por supuesto. Me lo llevo y cuidaré de él.”
Eso ni se discutía.
Cuando asentí, ella extendió la mano y la colocó sobre la mía—que seguía presionando su pecho.
Su agarre era débil; la vida se le escapaba, pero apretó con fuerza.
Entonces llegaron las que parecían sus últimas palabras.
“Y… por favor… asegúrate… de que gente como yo… no vuelva a existir… Hah… hah… Borren a la Secta de los Cinco Venenos… de las Llanuras Centrales… por favor…
Yo… no quiero morir así…”
Su agarre cedió.
El temblor paró. Su pecho se alzó una vez, y luego soltó un último y largo aliento.
“…Haa.”
Y la luz se le fue de los ojos.
A pesar de todo lo que me hizo… fue una muerte triste y brutal.
La vista se me tiñó de rojo.
“¿Cho?”
Sentí que hoy Cho necesitaba desatar su furia—pero justo cuando pensé eso—
–¡Shiaaa!–
El Rey Serpiente de Corona Dorada gritó antes de que yo me moviera.
Estaba claramente enfurecido por la muerte de Oh Cheongyu.
Entonces todas las serpientes—Yeondu incluida—se volvieron y se lanzaron hacia los bastardos de los Cinco Venenos como una marea.
–¡Shhhhhh! ¡Shhh! ¡Shhhhh!–
“¡Gyaaaahhh!”
“¡Guahhhhk!”
“¡P-por favor, perdónennos!”
El alud de serpientes los sepultó.
Solo por breves instantes emergían manos o rostros desde la marea—para volver a desaparecer bajo ella enseguida.
Sus gritos resonaron por el valle como un canto fúnebre para Oh Cheongyu.
Mientras estiraba la mano para cerrarle los ojos a Cheongyu—ahora por fin libre de la Secta de los Cinco Venenos—
–¡Shiaa!–
Sayang chilló a mi lado.
Al girar la cabeza, vi a Sayang empujarme con suavidad.
“¿Eh? Ah… claro. Debes despedirte.”
No sabía cómo se conocieron, pero él merecía darle el adiós.
Me hice a un lado, y el Rey Serpiente de Corona Dorada abrió la boca y acercó la cabeza a los labios de Cheongyu.
‘Espera… ¿qué—no, no puede ser, ¿se la va—?!’
No había forma de que una bestia espiritual como él hiciera eso—pero parecía que estaba a punto de tragársela entera, empezando por la cabeza.
Sobresaltado, casi salto a detenerlo.
Pero entonces algo empezó a fluir desde la boca de Cheongyu.
Algo indescriptible.
Algo que se elevó como una bruma luminosa y entró en la boca del Rey Serpiente.
–¡Shiaaaa!–
Sus ojos comenzaron a arder con una mezcla de luz dorada y azul, estallando en energía.
Sus ojos, sus escamas—todo brillaba con resplandor áureo.
Entonces, de pronto, su piel empezó a desprenderse, comenzando por la cabeza.
–¡Churrrrrk!–
Aunque ya había mudado recientemente—la piel vieja aún estaba cerca—su muda comenzó otra vez. Eso, en sí mismo, era extraño.
Poco a poco, la piel se abrió desde la coronilla, revelando debajo una corona dorada radiante… y cabello.
“¡¿C-cabello?!”
Lo que me impactó no fue solo que mudara otra vez—sino lo que salió de dentro.
Era una serpiente.
Pero no solo una serpiente.
Era un ser magnífico con la parte superior del cuerpo de Oh Cheongyu—empapada y reluciente—adornada con una gloriosa corona dorada.
Eso…
Ese era el verdadero aspecto del Rey Serpiente de Corona Dorada.
“¿Ch-Cheongyu?”