El demonio celestial te dará un masaje - Capítulo 257

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—…Pero ¿por qué te interesa saber eso?

Rigel, que observaba a Kang Taehan, preguntó con cautela.

Muchos turistas se preocupan por la seguridad al viajar a Estados Unidos. Siendo honestos, es una preocupación válida. La seguridad en EE.UU. no es tan buena, salvo en unas pocas ciudades.

Con tanta gente y un territorio tan extenso, da la sensación de que falta control.

Quizá por eso el margen legal para la defensa propia es tan amplio. Como la policía no puede proteger a todos, pareciera que el sistema dice: «Cuídense ustedes mismos».

Sin embargo, la mayoría de las personas solo se preocupan por el “¿Qué pasa si me asaltan?” En el mejor de los casos, buscan cómo reaccionar ante una emergencia.

Pero preocuparse por “¿Hasta qué punto puedo someter al otro si me asaltan?” no es algo común ni ordinario. Y menos si eres turista, no local.

—Solo por si acaso… No estarás portando un arma de fuego, ¿verdad?

Rigel preguntó con una expresión bastante seria. Esto porque el tema de la «supuesta represión excesiva» está directamente relacionado con el uso de armas en EE.UU.

Desde su perspectiva, el simple hecho de preocuparse por «excederse» al defenderse ya lo hacía sonar como si portara un arma.

—Jajaja. Claro que no. Viajamos juntos desde el aeropuerto hasta acá, y acabamos de cenar juntos.

—Bueno, eso sí, pero…

Kang Taehan respondió riéndose.

—No es nada especial. Es mejor que los turistas sean precavidos. ¿No crees?

Rigel asintió, porque no estaba equivocado.

—Lo pregunté porque quiero saberlo de antemano, por si sucede algo inesperado. Si yo, como extranjero, causo algún problema, mi viaje se arruinaría de muchas maneras.

Dijo Kang Taehan, cerrando y abriendo su puño derecho. Rigel soltó una ligera risa, luego volvió a golpearse el pecho con confianza y dijo con voz segura:

—No se preocupe. Como dije, nuestro equipo no es solo una simple guía turística, también somos profesionales en seguridad. Disfrute seguro. Ese es el lema de nuestra empresa.

Los clientes no deben resultar heridos bajo ninguna circunstancia, y tampoco deben ponerse en situaciones peligrosas. Esa es la base de todo sistema de seguridad.

—Sea un robo, un hurto o lo que sea, el señor Kang Taehan nunca estará en esa situación.

—Hmm. Eso tranquiliza bastante.

Mientras tanto, Kang Taehan respondió con voz algo apagada. Una reacción un tanto indiferente. Por alguna razón, parecía menos interesado que antes.

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Y al día siguiente.

—¡Muy bien, buenos días a todos!

El entrenador Edwin, que entró tras abrir la puerta, saludó con voz fuerte como para apoderarse del ambiente apenas pisó el lugar. La atención de los jugadores, que estaban esparcidos por las mesas, se centró en él.

—…Buenos días, Edwin.

—¿Qué pasa? ¿Por qué algunos de ustedes están en ese estado?

Solo con mirar por la ventana, era una mañana bastante clara, pero algunos jugadores estaban tan desparramados que no parecían listos para un “buenos días”. Ante la pregunta del coach, el capitán del equipo, Cedric Roper, se encogió de hombros.

—Pues, como estábamos tan emocionados por estar en Las Vegas otra vez, salimos toda la noche.

Las Vegas es una ciudad de entretenimiento por excelencia en EE.UU. Es decir, difícilmente hay mejor lugar para divertirse en todo el país.

¿No sería casi una ofensa venir hasta aquí y no aprovechar?

Claro, el objetivo de venir era recibir un masaje, pero también se trataba de relajarse antes del inicio de la temporada, así que no era algo problemático.

Por supuesto, no todos pensaban igual, y la mayoría de los jugadores terminaron el primer día de viaje descansando tranquilamente, pero… también había quienes no lo hicieron.

—…Suspiro. Aun así, debieron beber con moderación.

Edwin soltó un suspiro corto, luego se llevó una mano a la frente y negó con la cabeza, mostrando su desaprobación. Pero ¿qué podía hacer? No tomaron drogas ni nada grave, y no podía regañarlos solo por beber de más.

—…Espera, Paul. ¿Estás bebiendo ahorita?

En eso, una escena llamó su atención. Paul, sentado en una esquina, estaba tomando de una copa cuyo contenido era un oscuro whiskey.

—No, coach. A esto se le llama “bebida para la cruda”. ¡Jajaja!

—¿Whiskey para la cruda?

Suspiro. Edwin volvió a suspirar.

Pero no tenía nada más que decir. Aunque hablara, no lo iban a escuchar, y además él mismo había dicho que era un viaje para relajarse antes de la temporada.

En otras palabras, aunque había actividades programadas, el resto del tiempo era como tiempo libre.

Si mostraban este tipo de indisciplina durante el entrenamiento, Edwin tendría que reprenderlos sí o sí. Pero en este momento, darles instrucciones específicas sería extralimitarse.

—De todos modos, ¿todos recibieron el aviso del personal ayer?

—Sí, coach.

—Como dice ahí, el orden de los masajes se determinó según quiénes se apuntaron primero. ¿Alguien tiene alguna queja sobre esto, o sobre otra parte?

Los jugadores se miraron entre ellos, y pronto todas las miradas se centraron en una persona. Era Paul Raizen, quien había mostrado más descontento con el itinerario.

—…¿Qué? ¿Por qué todos me miran?

—Porque hiciste todo un escándalo en el avión ayer, ¿recuerdas?

Ante las palabras de Cedric, Paul hizo una expresión incómoda y bajó la copa que tenía en la mano. Luego se encogió ligeramente de hombros y habló.

—Bueno, reflexioné un poco. Todavía no me gusta que ese masajista ande dando órdenes, pero ya que estamos aquí, ¿qué más da?

—Hmm…

—¿Qué? ¿Todavía no confían en mí?

—No, es solo raro escucharte hablar con sentido común.

Ante las palabras de Cedric, estalló la risa entre los miembros del equipo. Paul mostró una chispa de enojo, pero… pronto agitó la mano y se rió también.

—No es como si siempre causara problemas. Leí el aviso esta vez y respondí de inmediato. Mi turno es el tercero, ¿cierto, coach?

—Así es.

Eso en sí mismo indicaba que estaba dispuesto a participar activamente. Los jugadores reaccionaron nuevamente con sorpresa ante la respuesta inmediata de Edwin.

—¿Pero el tipo que va a recibir un masaje en breve está bebiendo desde la mañana?

—Oh… ya sé, ya sé.

Ante el nuevo comentario, Paul puso la copa a un lado y la empujó hacia el frente. Fue un gesto breve, pero al menos fue una reacción.

—En fin, el Maestro dijo que pronto estará listo, así que cuando el personal los llame, vayan saliendo según el orden establecido. Los que tengan turno mañana pueden retirarse, y el resto, aunque sea aburrido, aguanten aquí un rato. Eso es todo.

—¡Sí, coach!

—¡Entendido!

Al menos respondieron con energía a sus últimas palabras. Aunque el lugar se volvió algo caótico cuando todos se empezaron a mover al mismo tiempo.

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—¿Cedric era el primero?

—Así es. Yo soy.

—Todo un alumno modelo.

—Entonces dime si duele o no cuando regreses.

—¿Qué? Oye, actúa según tu tamaño. Un masaje es solo eso. ¿Un liniero quejándose por dolor?

—Es que siempre que me dan masaje, lo único que recuerdo es el dolor.

—Entonces mis impresiones no te servirán mucho. Yo aguanto sin problema ese tipo de cosas.

Eso fue lo que dijo Cedric.

—Ugh… Uh… ¡Ugh…!

Con la mente completamente blanca por el dolor y el éxtasis, Cedric recordó de repente aquella conversación con sus compañeros. Un masaje es solo un masaje, ¿cierto? Él mismo lo había dicho.

No lo decía por presumir.

De hecho, era bastante insensible al dolor, y nunca gritó ni cuando se lesionó en un partido ni en el dentista.

—Maestro… No, ¡Maestro! ¡Suave, por favor!

Pero esto era distinto.

Era como… si estimularan directamente sus nervios. Como si estos hubieran estado inactivos hasta ahora y esa era la verdadera sensación del dolor.

—Qué exagerado por esto.

—¿¡Exagerado!? ¡En serio duele!

—Entonces tomaré medidas apropiadas.

Al mismo tiempo, presionó un punto en su espalda superior.

Pero Cedric estaba a punto de quejarse otra vez por el dolor que no cedía.

‘¿No puedo hablar?’

Recién entonces se dio cuenta de qué medida había tomado.

No era que le quitara el dolor, sino que había evitado que pudiera gritar.

‘Esto es ridículo… ¡Ugh!’

Cedric estaba atónito, pero no tuvo tiempo para quedarse paralizado, ya que otro punto de presión lo golpeó, cortando incluso sus pensamientos.

‘Sí que tiene problemas en todo el cuerpo.’

Mientras tanto, Kang Taehan, que le estaba dando el masaje.

Al examinar el estado físico del primer jugador que llegaba, dejó escapar un suspiro interno.

Era similar a lo que encontró la primera vez que revisó a Caliber.

Había recibido incontables impactos que afectaban sus órganos internos, lo que había alterado el equilibrio de sus meridianos, causando problemas por todo el cuerpo.

Por supuesto, no al nivel de Caliber, y su fuerte constitución aún estaba sosteniendo esas partes, pero…

Si seguía así y comenzaba a envejecer, surgirían problemas en los meridianos, provocando una vejez terrible.

‘…No, con esto, en diez años ya estaría en problemas.’

Probablemente el estado de los demás jugadores no sería muy diferente. Kang Taehan suspiró brevemente.

Pero ese suspiro era más una expresión de frustración por cómo trataban sus cuerpos, no por preocupación.

Porque ese nivel de síntomas era pan comido para Kang Taehan.

Había tratado a Caliber, que estaba medio inválido, así que esto era aún más fácil.

—Con esto será… suficiente.

Kang Taehan echó un vistazo al reloj tras terminar la acupresión.

Exactamente habían pasado treinta minutos, y había finalizado el masaje justo a tiempo. Puso una mano sobre la espalda de Cedric, que estaba boca abajo, y dijo en voz baja:

—Si solo duermes tranquilo así… ¿Hmm?

Iba a ponerlo a dormir presionando un punto del sueño.

Pero parecía innecesario. En cuanto terminó el masaje, el hombre se desmayó como si su conciencia se apagara.

—Tiene músculos grandes, pero poca fuerza mental.

Kang Taehan soltó ese comentario, presionó un solo punto, apagó las luces y salió del cuarto. Cedric quedó ahí, sin poder mover ni un dedo, y exactamente una hora después despertó, rascándose la cabeza con expresión confundida.

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Mientras seguía dando masajes así…

‘…¿Hostilidad?’

En cuanto el siguiente jugador abrió la puerta y entró, Kang Taehan inclinó la cabeza ante la energía que percibió. Sentía hostilidad dirigida hacia él.

‘¿Lo conozco?’

Le echó un vistazo al rostro, pero no le parecía familiar.

Sacó el archivo con los perfiles y verificó el nombre. Paul Raizen. El nombre tampoco le sonaba.

—¡Hola, jajaja! Mucho gusto, Maestro.

Mientras tanto, Paul lo saludó con una gran sonrisa y gestos exagerados. Su voz arrastraba un poco las palabras, como si estuviera ebrio.

‘Este tipo está tramando algo.’

Y sí, había bebido. El olor a alcohol lo delataba.

Sin embargo, no estaba borracho. Tenía alcohol en el cuerpo, pero la mente estaba lúcida. Fingía estar borracho mientras ocultaba su hostilidad y observaba.

—Primero, por favor recuéstate aquí.

¿Qué estaba pasando?

No lo entendía, pero tampoco era gran cosa. Más bien, le causaba curiosidad.

Kang Taehan, con intención de observar un poco más, señaló la cama preparada a un lado y dijo:

—…¿Qué?

En ese momento, Paul frunció el ceño y preguntó con voz desagradable. Luego señaló a Kang Taehan y dijo en voz aún más alta:

—¿Quién eres tú para decirme que me acueste? ¡Maldito asiático! ¡Me molesta desde que comenzaste a dar órdenes!

Al mismo tiempo, lanzó un puñetazo.

Al parecer, esas palabras no eran parte del teatro. Su pronunciación arrastrada desapareció, y su voz era clara, con enojo.

‘Hmm.’

Por alguna razón, el puño iba dirigido a la muñeca de Kang Taehan. Este extendió lentamente su palma hacia el puño que venía.

En cuanto el puño tocó su mano…

Desvió la fuerza, dirigiéndola directamente a los meridianos del oponente. Aunque era solo la fuerza contenida en un golpe simple, era suficiente para desgarrar los delicados meridianos desde dentro.

Todo esto ocurrió en una fracción de segundo.

Normalmente, habría enviado el impacto hacia dentro, dejando al oponente lisiado. No sería difícil. Bastaba con enviarlo a los dantian superior o inferior.

‘Me he vuelto una persona más amable.’

Kang Taehan soltó una risa leve y sujetó el puño del hombre, inmovilizándolo. Luego, torció la energía que fluía por los meridianos en forma de espiral y la devolvió.

—¿Uh…?

Fue un instante.

El hombre vio con sus propios ojos cómo su brazo, que había lanzado hacia adelante, se iba torciendo poco a poco como un torbellino desde el puño.

Y en cuanto la torsión alcanzó su hombro…

Su enorme cuerpo flotó en el aire, giró una vez, y volvió a su posición original.

No entendía qué había pasado. Paul, en una postura incómoda, miró su brazo con la mente en blanco. Y al comprender la situación, gritó:

—¡Aaargh, mi brazo, mi brazo!

Mientras su cuerpo flotaba y giraba, su puño y su brazo, que estaban en manos de Kang Taehan, no se movieron ni un milímetro.

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