El demonio celestial te dará un masaje - Capítulo 255

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—Sí. Un helicóptero. ¿Tal vez no te agradan mucho?

—Bueno, no es que me guste o no…

Kang Hoyeon respondió a las palabras de Rigel con una voz nerviosa.

Para saber si te gusta o no algo, primero tienes que experimentarlo. Solo así puedes decir si te agrada o no.

Y en ese sentido, los helicópteros eran territorio desconocido para Kang Hoyeon. Esta era apenas la segunda vez que se subía a un avión, así que no había forma de que ya hubiese montado en helicóptero.

De entrada, ¿cuántas personas tienen la oportunidad de subirse a uno? Aunque la mayoría sabe qué son, se puede decir que la gente común prácticamente nunca tiene la experiencia de estar en uno. Especialmente en Corea del Sur.

Pero que de repente te pregunten si quieres ir en helicóptero…

Se sentía surrealista, por decir lo menos. Era natural que Kang Hoyeon se quedara perplejo. Al grado de que la idea de una limusina esperándolos le parecía más lógica.

—Hmm. Padre, ¿usted qué prefiere?

Kang Taehan tampoco había montado en helicóptero antes. Sin embargo, simplemente le preguntó a su padre con su típica expresión indiferente.

—Pues… suena interesante lo del helicóptero, pero…

Kang Hoyeon se quedó a medio decirlo, mirando de reojo al guardaespaldas Rigel que estaba frente a él. Al cruzar miradas, Rigel se encogió ligeramente de hombros y habló.

—Bueno, el helicóptero sería más rápido, pero siendo honesto, recomendaría la limusina. El viaje es más suave en tierra.

—Él lo dice.

—S-Sí, supongo que tiene razón.

Kang Hoyeon asintió lentamente con la cabeza.

Aunque sentía curiosidad y tentación por el helicóptero, su vacilación ante algo completamente nuevo pesaba un poco más.

—Entonces, tomemos la limusina.

—¿Escuchaste? Procede conforme a eso.

Kang Taehan sonrió levemente ante la respuesta de su padre.

—Entendido. Entonces, vayamos de inmediato a la limusina.

Rigel, que había estado esperando la respuesta, inclinó la cabeza y comenzó a caminar al frente como si guiara el camino.

—Primera clase… helicópteros…

Mientras caminaban detrás de él…

Kang Hoyeon, que había estado en silencio y perplejo un rato, murmuró en voz baja. Luego miró a Kang Taehan y preguntó:

—¿Dijiste que el lugar que te invitó se llama Heavy Night?

—Se llama Heavynaights. Miami Heavynaights. Es un equipo de fútbol americano de la costa este.

—Ah, sí, cierto.

Kang Hoyeon asintió ante las palabras de Kang Taehan. Luego habló con una voz impresionada.

—De cualquier forma, parece un lugar bastante impresionante. Su nivel de hospitalidad es otro rollo, la neta.

—¿Qué nivel esperabas?

Cuando Kang Taehan devolvió la pregunta, Kang Hoyeon se llevó una mano al mentón y se quedó pensando un momento. Luego, ladeando un poco la cabeza, habló en voz baja.

—Pues… tal vez al nivel de un equipo de beisbol de la KBO… ¿no?

—Jajaja. Supongo que superaron tus expectativas.

Kang Taehan soltó una carcajada ante las palabras de su padre.

Así, los dos comenzaron un cómodo trayecto en limusina hacia el hotel mientras charlaban. Aunque, hubo otro momento en que Kang Hoyeon volvió a quedarse sorprendido y sin palabras al ver la limusina, que era casi del tamaño de un autobús, esperándolos fuera del aeropuerto.

⟢⟢⟢⟢⟢⟢

—…Hmm.

Mientras tanto, en otro avión en vuelo.

El hombre negro recostado en un asiento amplio gruñó como si acabara de despertar, quitándose la máscara para dormir que llevaba puesta.

—¿Qué tanto hemos avanzado?

—Parece que ya recorrimos un buen tramo. A ojo de buen cubero… hmm, como unos treinta minutos para llegar.

—¿Aún? Ugh.

Refunfuñó y dejó caer la cabeza que apenas había levantado de nuevo contra el respaldo del asiento con un golpe seco. Su voz estaba cargada de molestia.

—Ah, en serio. ¿De verdad es necesario cruzar todo Estados Unidos en grupo solo para un masaje?

Finalmente soltó una queja directa. Siendo sincero, era algo que ya había dicho más de diez veces ese mismo día.

—Paul, ya está decidido. Es una orden directa del coach, así que no podemos negarnos.

—¡¡Exacto!! ¡¡Por eso me molesta aún más!!

Ante las palabras de su compañero, el hombre, Paul Raizen, golpeó con fuerza el descansabrazos del asiento y habló con una voz aún más molesta, como si diera un discurso.

—Con sentido común, ¿qué es más razonable? ¿Que una persona vaya a dar el masaje o que más de veinte vayan a recibirlo?

El avión en el que estaban era el jet privado de los Miami Heavynaights, y todos a bordo eran jugadores o personal del equipo.

Aunque era un vuelo privado, seguía siendo un movimiento a gran escala.

Y a Paul no le gustaba eso. No le parecía bien que todo el equipo se movilizara solo para recibir un masaje.

—Bueno, Paul no tiene del todo mal punto.

—Sí. Se siente un poco exagerado.

Parecía que Paul no era el único que pensaba así, ya que comenzaron a surgir voces de acuerdo una por una. Entonces, el hombre sentado frente a Paul se encogió de hombros y dijo:

—Bueno, se entiende que nuestro coach pelón haga tanto escándalo. Ustedes también lo vieron, ¿no? El video donde Caliber anda como si nada y hasta hace press de banca.

Todos asintieron ante esas palabras.

¿Fue Denver Jeong? Caliber, que no se había dejado ver desde que se fue a Corea, apareció de repente un día en un video de WatTube, milagrosamente recuperado.

La noticia sobre la estrella deportiva que había estado en silencio tras una lesión terrible. Aunque no se había anunciado oficialmente, entre los fans era un secreto a voces que estaba en un estado del que no podía recuperarse.

Pero de pronto aparece en el video, como si nada hubiera pasado, contando cómo está, haciendo ejercicio, paseando, e incluso haciendo mukbang con una cara feliz.

Los fans del fútbol americano lo vitorearon y apoyaron por su apariencia saludable y enérgica, mientras que sus compañeros de equipo en los Heavynaights quedaron impactados. Para ellos, que habían visto de primera mano su condición física, era como si hubiera ocurrido un milagro.

—Escuché que fue ese masajista quien trató a Caliber. Así que es natural que el coach tenga esperanzas, ¿no?

Era un argumento bastante lógico y persuasivo.

Sin embargo, eso no significaba que todos estuvieran convencidos. Paul cruzó los brazos y habló con voz aún molesta.

—Entonces deberían haber mandado solo a los jugadores lesionados. En fin, no me agrada esto. La temporada está por comenzar, ¿de verdad es correcto andar corriendo en grupo así en un momento tan importante?

—Bueno… no le des tantas vueltas.

—Desde el inicio, ese masajista me parece una exageración. ¿Quién se cree para estar dando órdenes?

Mientras las quejas continuaban, otro compañero que había estado escuchando en silencio no pudo aguantarse más y se metió a la conversación.

—Oye, Paul. ¿Por qué has estado tan patán últimamente?

De inmediato, el ambiente se volvió hostil.

—Te quejas a cada rato. Parece que tienes menos paciencia que un niño de cuatro años.

—¿Qué? ¿Qué dijiste?

Paul se levantó de golpe de su asiento, enfurecido por esas palabras.

Su posición era mariscal de campo, pero su complexión naturalmente grande y musculosa, no menor a la de un liniero, era suficiente para intimidar a cualquiera.

—Compórtate como un adulto, hermano.

Pero su oponente también era un jugador musculoso de fútbol americano. Tampoco se echó para atrás ante la intimidación y siguió hablando.

—Entiendo que estás nervioso por perder tu puesto como quarterback estrella ahora que Caliber parece volver, y entiendo que no te caiga bien ese masajista, pero no arruines el ambiente para los demás. ¿Entiendes…?

¡Thud!

En ese momento, un golpe fuerte interrumpió sus palabras. El puño de Paul salió disparado sin aviso, directo al rostro del otro.

—¿¡Whoa, lo golpeó!?

Pero le dio al respaldo del asiento. Por suerte, el otro se levantó justo a tiempo y esquivó el golpe.

—¿¡Otra vez con tu maldito hábito de golpear gente!?

—¿¡Y tú quién te crees para andar de bocón!?

—¡Ya basta! ¿Qué les pasa a los dos?

—¡Si van a pelear, háganlo después de bajarse! ¡¿Qué les pasa, esto es terrorismo aéreo o qué!?

Al final, todos los compañeros se levantaron y los separaron.

Aunque fue un enfrentamiento feroz entre dos tipos corpulentos, los que los separaban también eran jugadores de fútbol americano. Los contuvieron de inmediato y los mandaron a los asientos más alejados entre sí.

—¡Michael! Entiendo que estés frustrado, pero tus palabras fueron muy duras. Estás sacando conclusiones apresuradas, y eso no es algo que se le dice a un compañero.

—…Suspiro. Sí, tienes razón.

Michael asintió ante las palabras del mediador. Aunque se había alterado, sabía que tampoco había actuado bien.

—¡Paul, tú también! Si tienes una queja, dísela directo al coach o al masajista. ¿De qué sirve estar quejándote con tus compañeros?

—Sí, sí…

Paul respondió con voz áspera, pasándose una mano por el cabello. No es que estuviera convencido, era más una forma de cerrar el tema.

‘¿Directo al masajista…?’

Pero en ese momento…

Paul encontró inspiración en esas palabras. Directo al masajista. Repitió esa parte en su mente.

‘Cierto… eso es lo que haré.’

El hecho de que no le agradara el regreso de Caliber…

Su compañero lo llamó suposición exagerada, pero no lo era. En realidad sí le preocupaba el regreso de Caliber.

En el fútbol americano, cada jugador tiene su posición asignada.

Y entre ellas, la más central y visible sin duda es la del quarterback. No es exagerado decir que es el alfa y omega del juego.

Pero solo puede haber un quarterback en el campo al mismo tiempo. Por eso, mientras más jugara Caliber, menos oportunidades tendría Paul, aunque él había sido quien se estableció primero en el equipo.

Pero entonces, al final de la temporada pasada, Caliber se lesionó y prácticamente lo dieron por irrecuperable.

Para ser sinceros, en secreto se alegró.

El puesto de quarterback estrella estaba libre, así que naturalmente sería suyo. De hecho, los entrenamientos de esta pretemporada se hacían bajo la premisa de que él era el titular.

¿Y ahora que ya está completamente recuperado?

¿Y encima va a volver esta temporada?

Por supuesto que era molesto.

Era natural que estuviera sensible y guardara rencor al masajista, a quien ni siquiera conocía aún. Al menos, dentro de su mente estrecha.

‘Pero tal vez esto sea una oportunidad.’

Hasta donde sabía, la condición física de Caliber aún no estaba al cien. Podía hacer ejercicio y pasear, pero no había vuelto a su forma física anterior.

Claro, no era información confirmada, pero…

Al menos, considerando que aún seguía en Corea y no había regresado a Estados Unidos, era fácil suponer que algo le faltaba en su recuperación.

¿Y no necesitaría del masajista para eso?

Entonces, si el masajista no pudiera darle masajes, la recuperación de Caliber se retrasaría. Era un cálculo simple y directo.

—Así que Paul, ya que vinimos hasta acá, trata de relajarte y seguir el ambiente, ¿sí?

—Está bien. Lo siento. Supongo que sí estaba muy alterado.

—…¿Eh? ¿Qué?

Una disculpa inmediata ante las palabras de su compañero.

El compañero incluso se quedó sorprendido. Era raro ver al tipo que siempre estaba de malas disculparse así de fácil.

—Estaba demasiado sensible. Lo siento. Disculpen todos.

—Ah… sí, está bien.

Con el tipo más problemático disculpándose, la situación se calmó de inmediato. Aunque todos se quedaron un poco desconcertados. En medio de ese ambiente confundido, Paul estaba inmerso en sus propios pensamientos.

‘¿Con romperle un brazo será suficiente…?’

Ya había golpeado a personas antes.

Y sabía por experiencia que con su fuerza, podía romperle el brazo a un adulto sin mucho esfuerzo si quería.

—Hmm.

Paul dejó escapar un leve murmullo mientras miraba por la ventana. A diferencia de su expresión molesta de hace un momento, ahora en sus labios se dibujaba una leve sonrisa.

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