Amar al hombre más guapo de la capital - Capítulo 391
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- Capítulo 391 - La Escama de Sirena Recuperada
Gong Cangnan regresó a la secta con una bolsa en la mano. Apenas se acercaba a la habitación de Mu Xuan cuando vio a una discípula tocando la puerta.
Se detuvo y observó cómo Mu Xuan abría para dejarla entrar.
Gong Cangnan miró la bolsa en su mano y, tras un momento de silencio, volvió a avanzar, llegó hasta la entrada y llamó.
No tardó en abrirse la puerta, revelando a Mu Xuan en el umbral, quien, al verlo, lo invitó a pasar.
—Nan, ¿a qué debo el honor?
—Salí a comprar unas cosas, y ya que estaba, te traje algunos de tus platillos favoritos —respondió Gong Cangnan, levantando la bolsa para mostrársela antes de entrar.
Apenas dio unos pasos dentro cuando vio a la discípula en la cocina. Gong Cangnan lanzó una mirada en esa dirección y preguntó:
—¿Tienes visita?
—Es Zhang Han. Me trajo una sopa nutritiva. Dice que estos días he tenido un cultivo agotador —explicó Mu Xuan.
Gong Cangnan asintió y luego entró a la cocina, poniéndose al lado de la discípula, quien, al verlo, saludó con cierta timidez:
—Maestro.
—No vengas aquí a menos que sea necesario. Él está comprometido con alguien. Acciones como esta podrían causar malentendidos innecesarios —le advirtió Gong Cangnan, tomando unos tazones y palillos del estante.
El rostro de Zhang Han cambió un poco ante sus palabras. Miró de Gong Cangnan a Mu Xuan, quien sacaba una botella de licor de la alacena del comedor, y luego se apresuró a salir de la cocina:
—Lo siento, Xuan, pero acabo de recordar que tengo un asunto pendiente. Puedes tomar la sopa con nuestro maestro.
Dicho esto, se marchó rápidamente.
Mu Xuan acababa de llegar con la botella cuando vio a la discípula salir apresurada. Confundido, no pudo evitar preguntar:
—¿Por qué se fue? ¿Fuiste tú quien la espantó, Maestro?
—No creo que sea tan aterrador.
Gong Cangnan “accidentalmente” golpeó con el codo la fiambrera sobre la mesa que contenía la sopa, la cual se volcó y cayó, derramando el contenido por el suelo.
Mu Xuan se apresuró a acercarse:
—¡¿Estás bien?!
Gong Cangnan se sorprendió un instante. Al ver que Mu Xuan le revisaba la mano, sonrió con un gesto inexplicable.
—Estoy bien. Perdón por arruinar tu sopa.
—No pasa nada. Vamos afuera. Haré que alguien limpie el piso —dijo Mu Xuan.
Gong Cangnan salió. Mu Xuan fue a la puerta, la abrió y se marchó. Minutos después, alguien llegó a limpiar la cocina. Gong Cangnan puso la comida que había comprado sobre la mesa del comedor y comentó:
—Te traje costillas en salsa de ajonjolí, tus favoritas, junto con unos acompañamientos.
Sosteniendo la botella de licor, Mu Xuan se acercó a la mesa, y ambos empezaron a comer y charlar.
En ese momento, sonó el teléfono de Mu Xuan. Él lo sacó, miró la pantalla y dijo:
—Es Yun.
Contestó:
—¿Qué pasa, Yun?
—¿Sabes dónde están nuestros padres? Ninguno contesta el teléfono —preguntó Mu Yun.
—Oh, seguro están en la Cima Dan viendo a Maestro Wu hacer píldoras. Nunca llevan el teléfono cuando van allá. ¿Quieres hablar con ellos? Puedo mandar a alguien a buscarlos ahora mismo.
—Sí, hazlo. Ya estoy en su habitación —respondió Mu Yun.
Mu Xuan se sorprendió:
—¿Ya regresaron?
—Sí, acabamos de llegar. Tráelos lo más rápido que puedas —dijo Mu Yun antes de colgar.
Gong Cangnan preguntó:
—¿Qué pasa? ¿Yun volvió?
—Sí. Dijo que acaban de llegar y quiere que busque a mis padres enseguida. Disfruta la comida. Yo voy por ellos —dijo Mu Xuan, saliendo apresurado.
Gong Cangnan no siguió comiendo. Dejó los palillos y también salió, pero en lugar de buscar a Mu Tianwei y Lu Min, fue directamente a su casa para ver a Mu Yun y Luo Feng.
—¿Nan? ¿Cuándo volviste? —Mu Yun, ocupado los últimos días, había olvidado por completo a Gong Cangnan. No esperaba verlo a su regreso. Evidentemente, había vuelto antes de lo previsto.
—Anteayer. ¿Por qué volvieron ustedes? —preguntó Gong Cangnan, pero en ese momento notó a una cuarta persona en la habitación. Estiró el cuello y, al ver el rostro de quien estaba en la cama, exclamó sorprendido—: ¡Lo trajeron aquí!
—Sí. La escama está dentro de él y necesito que mi madre esté presente para extraerla. Por eso lo traje —explicó Mu Yun.
Gong Cangnan lanzó una mirada inconsciente a Luo Feng, pero luego recordó que incluso el padre de Luo Feng había decidido dejarlo libre, lo que significaba que no era necesario que él interviniera. Retiró la mirada y dijo:
—¿Así que lo secuestraron así nada más? ¿Su familia no se dio cuenta?
—Aunque se hayan dado cuenta, ¿qué podrían hacer? Ahora está en el Mundo Nube, así que yo decido cuándo dejarlo ir —respondió Mu Yun con indiferencia.
—Tienes razón. Aquí está en nuestro territorio. Depende totalmente de nosotros si lo devolvemos o no —dijo Gong Cangnan, sentándose a su lado. Luego, mirando a Luo Feng beber té, propuso—: Hace tiempo que no nos vemos. Cuando terminemos con esto, ¿vamos a beber algo?
—Claro —aceptó Luo Feng.
Mu Tianwei y Lu Min regresaron apresurados. Al entrar, vieron a Mu Yun y los otros dos conversando.
Mu Yun se emocionó al ver a sus padres. Aunque sabía que no había pasado tanto tiempo, no pudo evitar sentir alegría.
Se acercó a ellos y preguntó cómo les había ido en el Mundo Nube. Luego tomó la mano de su madre:
—Madre, ven conmigo. Necesito tu ayuda con algo.
—¿De qué se trata? —preguntó Lu Min, poniéndose de pie.
—Siéntate aquí, madre —Mu Yun la llevó a la cama. Fue entonces que Lu Min y Mu Tianwei notaron la presencia de otra persona.
—¿Qué hace él aquí? —el rostro de Lu Min se ensombreció al ver a Lan Cheng. Mu Tianwei se acercó a la cama, con un gesto ligeramente molesto.
—Padre, madre, hay algo dentro de él que necesito extraer. Después lo enviaré de vuelta —explicó Mu Yun.
—¿Qué quieres que haga? —preguntó Lu Min.
Mu Yun sentó a su madre al borde de la cama y le puso en la mano la escama de sirena que llevaba consigo.
Al tocarla, Lu Min sintió una oleada de calor recorrerla. Era una sensación muy familiar, como si esa escama alguna vez hubiera sido parte de ella.
Levantó la vista hacia su hijo:
—¿Qué es esto? Es hermosa.
Mu Yun, notando su reacción y comprendiendo que todavía había un vínculo espiritual entre su alma y la escama, respondió:
—Es un objeto mágico, una escama de sirena.
—Una escama de sirena… —murmuró Lu Min.
—Madre, sujétala bien y dame tu mano.
Lu Min le tendió la mano, y él la tomó, colocando la otra sobre el pecho de Lan Cheng.
Mu Tianwei y los demás observaron desde un lado. Vieron una tenue luz dorada brotar de la palma de Mu Yun, mientras la escama en la mano de Lu Min también empezaba a brillar.
—¡Está funcionando! ¡Feng, ven a ver! ¡Funciona! —exclamó Mu Yun con alegría.
Luo Feng se acercó y observó:
—La escama se extraerá pronto.
Mu Yun asintió con fuerza, volvió a mirar a su madre y prometió:
—¡Madre, te la devolveré!
Lu Min lo miró confundida, pero al ver que él concentraba su atención en el pecho de Lan Cheng, guardó silencio.
Un segundo después sintió que la escama vibraba en su mano, y al mismo tiempo una sucesión de imágenes invadía su mente: eran extrañas y familiares a la vez. Entre ellas vio los rostros de su esposo… y de su hijo.
Se alarmó. ¿Por qué aparecían ellos en esas escenas antiguas? ¿Por qué Mu Yun era tan joven? Aunque las imágenes mostraban tiempos remotos, le resultaban muy cercanas.
Al ver al pequeño Mu Yun correr y jugar, sonrió con ternura. No entendía por qué veía aquello, pero si estaban su esposo y su hijo, se sentía feliz.
Tras un lapso indefinido, escuchó una voz familiar y abrió lentamente los ojos, encontrándose con su hijo, su esposo y su hijo mayor junto a la cama.
Entonces se dio cuenta de que su hijo mayor no aparecía en aquellas imágenes, lo que le provocó una extraña sensación de vacío.
—¿Cómo te sientes, madre? —preguntó Mu Yun, tomándole la mano.
—Estoy bien. Yun, ¿qué me pasó? Vi muchas imágenes extrañas… en ellas tú eras un niño, y también vi a tu padre —dijo Lu Min.
Mu Yun sonrió:
—¿Sí? Parece que me extrañas tanto, a mí y a padre, que hasta sueñas con nosotros.
—Deja de burlarte, bribón —replicó ella. No sabía cuándo había terminado acostada en la cama. Se incorporó y preguntó—: ¿Dónde está Lan Cheng?
—Ya lo envié de vuelta.
—¿Y esa cosa? ¿La conseguiste?
—Sí, aquí está —Mu Yun abrió la mano, mostrando la escama.
Lu Min la tomó y sonrió:
—¿También es una escama de sirena?
—Sí. Madre, ¿te gusta? Si quieres, quédate con ella —dijo Mu Yun, con los ojos enrojecidos.
—¿Para qué la quiero? No soy cultivadora, este objeto mágico no me sirve de nada —rechazó ella—. Quédate tú con ella. Algún día la necesitarás.
—Madre, quiero que la guardes por mí. Te la pediré cuando la necesité —insistió él, pensando: Por fin recuperé la escama para ti, madre.
—Bueno… está bien. La guardaré —aceptó, acariciando la escama con gusto.
Ahora las dos escamas estaban en manos de Lu Min. Al ver que las guardaba, Mu Yun se sintió aliviado.
Al fin había cumplido la promesa que debía haber honrado hace diez milenios.
Cuando salieron de la casa de sus padres, Luo Feng preguntó:
—¿Qué vas a hacer con Lan Cheng?