Amar al hombre más guapo de la capital - Capítulo 322
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- Capítulo 322 - Voy a contarte un secreto
—No lo sé. Yo tampoco he estado ahí antes —respondió Wu Wei.
El hombre miró hacia adentro y, al ver a Mu Yun, dijo:
—Buen día, amigo. ¿Por casualidad tú lo sabes?
—¿Acaso tengo cara de estar teniendo un buen día? —respondió Mu Yun de mala gana, con el rostro todo amargado.
A Wu Wei se le contrajeron las comisuras de los ojos.
El hombre: “…”
Mu Yun era como un barril de pólvora hoy, ¡y quien encendiera la mecha iba a salir volando!
—Bueno… ¿podrías decirme dónde está el Pico Luyuan? —preguntó el hombre.
—No estarías viéndonos en este cuarto si yo supiera dónde está —respondió Mu Yun con tono agrio.
El hombre quedó desconcertado por su tono agresivo. Solo estaba pidiendo direcciones, ¿ok?
En ese momento, una voz clara se escuchó desde afuera:
—Yo sé cómo llegar, y de hecho voy para allá. Te puedo llevar.
—¡Ah, muchas gracias! —El hombre se apresuró a acercarse a un joven de gran estatura que estaba un poco más adelante, y se fue con él alejándose de la casa.
Wu Wei echó un vistazo al joven alto, dio media vuelta y volvió a entrar a la habitación. Tras mirar a Mu Yun, quien seguía absorto en el informe que tenía en las manos, comentó:
—Maestro, no es la primera vez que me dan una paliza, pero nunca lo había visto tan molesto. ¿Por qué está tan enojado esta vez? Me hace sentir halagado.
—¿Halagado? Deja de decir pendejadas y no seas tan narcisista. Mi enojo no tiene nada que ver con que te hayan pateado el trasero —le soltó Mu Yun con una mirada de desprecio.
—Ya sabía yo que no era por mí —respondió Wu Wei con voz lastimada.
—Bueno, tú quédate aquí y descansa. Yo iré a entregarle esto a Zheng He —dijo Mu Yun, bajando las piernas de la cama.
—Cuídese, Maestro —le advirtió Wu Wei desde atrás.
—Está bien.
Después de salir de la casa, Mu Yun salió a buscar a alguien que le indicara cómo llegar al Pico Luyuan.
Por suerte, se topó con el mismo hombre que le había preguntado a él y a Wu Wei por las direcciones hacía un rato. Al enterarse de que Mu Yun también iba al Pico Luyuan, el hombre —que al parecer ya había olvidado lo grosero que Mu Yun había sido momentos antes— le ofreció amablemente:
—¿Por qué no vienes con nosotros? Vamos para el mismo lado.
—¡¿Quién dijo que él podía venir con nosotros?! —saltó una voz femenina con tono arrogante. Mu Yun levantó la mirada y vio que también estaba presente Wei Yan, la hija del líder de la secta, y quien hablaba era Wen Lu, una de sus seguidoras, que ahora lo miraba con repugnancia.
Sin embargo, Wei Yan intervino a tiempo:
—Lu, ya basta. Somos compañeros de secta. Sé más amable.
Wen Lu estaba a punto de replicar cuando Wei Yan desvió la mirada hacia el joven alto que estaba a su lado y dijo:
—Nan, ven a conocer a este nuevo discípulo. Nuestro maestro lo aceptó apenas ayer.
Luego, volvió a mirar a Mu Yun y añadió:
—Él es Shen Nan, tu segundo hermano mayor de secta.
Shen Nan era el mismo sujeto que hacía un rato había dicho que sabía el camino al Pico Luyuan y se ofreció a guiar al hombre frente a la puerta. Echó un vistazo a Mu Yun, un gordito, y preguntó:
—¿Ya pasaste la prueba de recitación de reglas de la secta?
—Sí —respondió Mu Yun.
—Entonces, vamos —dijo Shen Nan, dándose la vuelta y echando a andar con los demás. Mu Yun y el otro tipo que había pedido direcciones los siguieron.
El hombre se presentó con Mu Yun:
—Soy Zhou Liang. ¿Cómo te llamas tú?
—Luo Wei —respondió Mu Yun. Su actitud hacia Zhou Liang ya no era agresiva. Aunque su tono era algo frío, Zhou Liang no pareció tomárselo a mal.
—¡Qué logro haberte convertido en discípulo del Maestro Zheng! —comentó Zhou Liang.
Mu Yun lo miró de reojo y preguntó:
—¿Tú viniste a buscar maestro?
Zhou Liang negó con la cabeza:
—No. Vine a buscar ayuda médica para mi joven amo. Hace un par de meses tuvo un accidente de auto y casi muere en la mesa de operaciones. Por suerte, su padre volvió justo a tiempo para prolongarle la vida. Luego, su padre se fue y nadie sabe a dónde. No podía quedarme con los brazos cruzados viendo sufrir a mi joven amo, así que decidí buscar a alguien capaz de curarlo. Escuché que el Maestro Zheng He es muy poderoso, así que vine a pedir su ayuda.
Mu Yun asintió con la cabeza y no dijo nada más.
Wei Yan, que caminaba frente a ellos, de pronto se molestó:
—¡¿Cómo pudiste decir eso, Nan?!
Mu Yun levantó la vista hacia ella y vio que Wei Yan intentó entrelazar su brazo con el de Shen Nan, pero él se hizo a un lado.
—Eso fue de lo más grosero. Deberías ser más tolerante con tu chica frente a otros, ¿sabes? —dijo Mu Yun.
Shen Nan le lanzó una mirada filosa y, con eso, su sirviente lo regañó:
—Te estamos guiando. Mejor cierra la boca. Si no quieres ir con nosotros, puedes largarte.
—Me retracto —dijo Mu Yun, cruzando los dedos índice sobre los labios.
—Escuché que están saliendo —le susurró Zhou Liang a Mu Yun.
—Entonces deben estar peleando. Ese tipo es tan estrecho de mente. Debería tener más paciencia cuando su novia está enojada —observó Mu Yun con desdén.
Zhou Liang se sintió apenado. ¿Tenías que decirlo tan fuerte, hermano?
Shen Nan: “…”
El sirviente de Shen Nan se giró de inmediato, dispuesto a correr a Mu Yun, pero Shen Nan lo detuvo:
—Déjalo.
—Pero él…
—Finge que es un pedo —añadió Shen Nan.
El sirviente: “…” Eso sería un pedo enorme.
Mu Yun: “…”
Divertido, Zhou Liang le dio una palmada en el hombro a Mu Yun y sonrió:
—Ya, dejemos de hablar y sigamos.
Mu Yun se calló al instante y se enfocó en memorizar la ruta hacia el Pico Luyuan.
Tardaron más de veinte minutos en llegar. Una vez allí, Shen Nan y Wei Yan se fueron. Zhou Liang se despidió de Mu Yun y fue a buscar a alguien que le dijera dónde encontrar a Zheng He.
Mu Yun, por su parte, buscó la oficina de Zheng He, la encontró unos minutos después y se coló en ella. Estaba por dejar el informe con los antecedentes de Wan Yuan sobre el escritorio de Zheng He, cuando alzó la mirada y se topó con los ojos de Zhou Liang, quien estaba sentado en un sofá esperando al maestro.
Mu Yun: “…”
Zhou Liang: “…”
—¡Luo Wei, ¿cómo puedes meterte así a la oficina del Maestro Zheng?! —susurró Zhou Liang, alarmado.
Mu Yun miró hacia la puerta y luego respondió:
—Solo quiero dejar algo aquí. ¿No fuiste a buscar al Maestro Zheng?
—Sí. Me dijo que lo esperara aquí —respondió Zhou Liang. No esperaba que alguien entrara de forma tan sigilosa justo después de que él se sentara.
Mu Yun, sin pizca de vergüenza, dijo:
—Entonces dejaré esto aquí. Si mi maestro pregunta, solo dile que no sabes quién lo dejó.
—Está bien… —dijo Zhou Liang. Al ver la calma con la que Mu Yun había entrado y salido sin un atisbo de culpa, lo consideró admirable por su compostura. Cuando Mu Yun desapareció de su vista, negó con la cabeza y volvió a mirar su celular, esperando a que Zheng He llegara.
Mu Yun, tras salir de la oficina, giró hacia el pasillo y se topó con alguien parado allí.
—¡No mames! ¿¡Por qué estás parado ahí como un pinche fantasma en pleno día?! —dijo Mu Yun, dándose un golpecito en el pecho al ver a Shen Nan recargado en la pared con los brazos cruzados.
—Vi todo lo que hiciste. El tipo de adentro quizá guarde tu secreto, pero eso no significa que yo no se lo vaya a contar a mi maestro —dijo Shen Nan.
—Haz lo que quieras. ¿De verdad crees que puedes amenazarme con eso? —replicó Mu Yun con desprecio, dándose la vuelta para irse.
Shen Nan desapareció en un parpadeo y, reapareciendo frente a él para bloquearle el paso, dijo:
—Tal vez hasta le agregue un poco de drama a la historia.
—Sabía que eras un patán, pero no pensé que llegaras al punto de inventar cosas. Nan, siendo discípulo del Pico Luyuan y nuestro segundo hermano mayor de secta, ¿no se supone que deberías darnos el ejemplo? ¿Seguro quieres hacerlo por las malas? —dijo Mu Yun con expresión neutra.
—¿Y quién dijo que el segundo hermano mayor tenía que ser un caballero? ¿No puedo ser un sinvergüenza? —dijo Shen Nan, poniéndole una mano en el hombro, dándole golpecitos con el dedo.
—¿Qué quieres? —Mu Yun empezaba a darse cuenta de que este tipo era un tipo vil. Se preguntaba qué veía Wei Yan en él. “Tal para cual”, pensó.
—Nada especial. Solo quiero que guardes un secreto mío —dijo Shen Nan.
—¿En serio? ¿Vas a confiarle tu secreto a un pedo? —preguntó Mu Yun, sorprendido—. Un momento. ¿Qué secreto quieres que guarde? ¡Ni siquiera conozco ninguno tuyo!
Shen Nan sonrió:
—Pronto sabrás uno. Y tienes que guardarlo bien.
Al decirlo, ejerció presión sobre el hombro de Mu Yun, cuyo rostro cambió al instante. ¡Ese tipo era más fuerte que él!
Levantó la cabeza de golpe y le dijo:
—¿Qué carajos quieres decir? No tengo ningún interés en tus secretos. ¿¡Por qué insistes en confiármelos!?
Al principio le había parecido un tipo decente, pero ahora lo sentía molesto, pegajoso y descarado.
¡No le interesaba en lo absoluto su secreto!
Le empezó a parecer que Shen Nan se le estaba colgando. ¿Estaba loco este güey? ¡Nunca le dijo que quería saber nada!
—Vamos. Es hora de cenar. ¿Me acompañas? —dijo Shen Nan, haciendo un leve gesto con la cabeza y con las manos en los bolsillos.
—¿Puedo no ir? —preguntó Mu Yun. Sabía que este tipo no era fácil, así que pensó que lo mejor era calmarlo primero y luego ver cómo deshacerse de él.
—Tú dime —respondió Shen Nan con una ligera sonrisa.
Diez minutos después, ambos estaban sentados en una mesa del comedor, comiendo la cena que acababan de recoger.
—¿Podrías no contarme tu secreto, Nan? —preguntó Mu Yun.
—No. Me pareces simpático y estoy de buen humor, así que quiero contártelo. Deberías sentirte honrado —respondió Shen Nan con una sonrisa brillante.
—Pero no soy muy bueno guardando secretos. Se me puede salir —dijo Mu Yun, con cara de sufrimiento.
—Entonces asegúrate de que no pase, porque si lo haces, podrían pasarle cosas malas a tu compañero de cuarto —advirtió Shen Nan, muy serio.
Mu Yun: “…”
—Nan, ¿por qué no me dijiste que vendrías a cenar aquí? Este lugar no es digno de nosotros. Mejor vamos a comer fuera —se oyó la voz de Wei Yan a corta distancia. Llegó trotando alegremente, y al ver a Mu Yun sentado frente a Shen Nan, se quedó confundida de por qué comía con un gordo feo.
—¿Por qué tendría que avisarte? —respondió Shen Nan con frialdad, recuperando su típica actitud altiva.
Mu Yun sintió que este hombre tenía doble personalidad. Hace un momento lo molestaba como loco y ahora se comportaba como un príncipe arrogante. ¡Definitivamente algo no estaba bien con él!
—¿Por qué actúas así, Nan? —dijo Wei Yan, sintiéndose confundida. Aunque él nunca le había mostrado cariño, al menos solía evitar hacerla quedar mal en público. Pero hoy la había dejado mal parada una y otra vez.
Ella se había tragado su orgullo y había hecho todo lo posible por no molestarse con su frialdad, pero él ni siquiera se tomaba la molestia de suavizar su tono al hablarle. Con expresión dolida, dijo:
—¿Qué te pasa hoy, Nan? ¿Por qué no puedes tratarme normal? Hasta eres amable con este gordo feo. ¿Por qué no puedes ser así conmigo?
—¿Por qué dices que es feo y gordo? Es adorable. ¿No lo ves? —dijo Shen Nan, mirando con frialdad a Wei Yan.
Mu Yun: “…”
‘Yo qué. ¿Me pueden dejar fuera de esto?’ pensó.
De inmediato sintió la mirada rencorosa de Wei Yan sobre él.
A Mu Yun le pareció que Shen Nan lo estaba usando a propósito para despertar el odio de esta mujer hacia él.
¿¡Estaba loco este tipo!? ¿¡Por qué se empeñaba en arruinarle la vida!?