Amar al hombre más guapo de la capital - Capítulo 318
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- Capítulo 318 - Memorización del Reglamento de la Secta
Con la cama reparada, Mu Yun y Wu Wei se sentaron en sus respectivos lechos para leer sus manuales del reglamento de la secta.
A Wu Wei le dio dolor de cabeza tan solo con ver la primera página. Por más que lo intentaba, no lograba concentrarse en el libro, así que giró la cabeza hacia un lado y, mirando a Mu Yun sentado en la cama de al lado, dijo:
—Maestro, siento como si no hubiera leído un solo libro en años. Aprender esto de memoria es realmente una tarea imposible para mí.
—Deja de hablar y concéntrate. Son reglamentos de la secta. O los memorizamos, o nos castigan —dijo Mu Yun con indiferencia.
Wu Wei se rio divertido.
—Maestro, creo que se lo está tomando demasiado en serio. Digo, este tal Mundo Nublado es nuestro rival, no nuestra secta real. No tiene sentido aprenderse esto.
Justo entonces vio cómo Mu Yun giraba la cabeza y lo miraba fijamente con una expresión tan sombría que le puso la piel de gallina. Apresurado, Wu Wei levantó el manual y prometió:
—¡Ya voy, ya voy! ¡Ahora mismo!
En poco tiempo, Wu Wei estaba completamente sumergido en el proceso miserable de memorización, sin darse cuenta de que Mu Yun, en la cama de al lado, hojeaba las páginas de su manual.
Mu Yun estaba asombrado. ¿Por qué estas reglas le resultaban tan familiares? En cuanto sus ojos cayeron sobre la primera oración, supo de inmediato cuál era la siguiente, y la que venía después, y la siguiente página también.
Esto no hizo más que intensificar su deseo de investigar más sobre esta secta llamada Mundo Nublado. ¿Por qué había sentido, desde el primer momento que vio el cartel de entrada, una especie de conexión con ella?
Ya estaba oscureciendo. Mu Yun se sobó el estómago, giró la cabeza y, al ver a Wu Wei en la cama de al lado con la cabeza ladeada, profundamente dormido desde hacía rato, lo llamó:
—¡Despierta, Wei! ¡Tenemos muslos de pollo!
—¿¡Muslos de pollo!? ¿Dónde? —Wu Wei se incorporó de golpe, abriendo los ojos y mirando en todas direcciones.
‘¿No hay muslos? ¿Por qué el Maestro me mintió?’, pensó, mirando a Mu Yun con expresión dolida.
—Vamos a buscar comida. No creo que alguien nos vaya a traer la cena —dijo Mu Yun, bajando las piernas de la cama.
—Okey —dijo Wu Wei, sobándose el estómago mientras salía con Mu Yun a buscar algo de comer.
Al verlos salir de la habitación supuestamente maldita, los rostros de los discípulos que andaban cerca se llenaron de miedo. No podían creer que ambos seguían con vida. Estaban convencidos de que ya habrían estirado la pata.
Eso demostraba cuán profundamente había calado en ellos la creencia de que esa habitación estaba maldita.
Por supuesto, Wu Wei y Mu Yun no tenían idea de dónde conseguir comida. Wu Wei detuvo al azar a un discípulo y le preguntó:
—Oye, amigo, ¿puedes decirme dónde está el comedor?
—¿Son nuevos, verdad? ¿Todavía no les dio su hermano mayor sus tarjetas temporales de comida? —dijo el discípulo.
Wu Wei intercambió una mirada con Mu Yun, luego negó con la cabeza y respondió:
—No.
El discípulo asintió con comprensión y preguntó:
—¿Quién es su maestro?
—El Maestro Zheng He —respondió Mu Yun.
—Ah, ya veo. Entonces su hermano mayor debe ser Wan Yuan. Bueno, lamento decirles esto, pero están fregados. Wan Yuan tiene fama de ser duro con los novatos. Por costumbre, debería haberlos ayudado a sacar sus tarjetas temporales y luego, al tercer día, llevarlos a la sala de referencia, donde deben recitar palabra por palabra el reglamento de la secta. Si la recitación es correcta, cambian las temporales por las oficiales. Pero Wan Yuan nunca les da esa oportunidad, por eso todos saben que la vida es más dura para los nuevos discípulos del Maestro Zheng. Nadie sobrevive al noviciado sin pasar por el infierno —explicó el discípulo.
—¿Y nadie ha hecho nada al respecto? —preguntó Wu Wei.
El discípulo se encogió de hombros.
—¿Quién lo haría? Solo son novatos. A nadie le importa.
—Entonces, ¿recitar el reglamento en la sala de referencia es nuestra única opción? ¿Y si no pasamos a la primera? ¿Hay segundas oportunidades? —insistió Wu Wei.
—No. Si fallan, Wan Yuan los exilia al Patio de lo Trivial —respondió el discípulo.
Wu Wei y Mu Yun guardaron silencio.
Después de unos momentos, Wu Wei le dijo a Mu Yun:
—¿Qué hacemos, hermano? No me sé nada. ¡Esto es ridículo! ¡¿Cómo que tenemos que recitar el reglamento para poder comer?!
Wu Wei estaba frustrado. No recordaba ni una sola línea del reglamento.
—Vamos a morir de hambre.
—Tú vas a morir, no nosotros —replicó Mu Yun, y luego se giró hacia el discípulo.
—¿Dónde está la sala de referencia?
—Unos cien metros a la izquierda de la entrada principal —respondió el discípulo.
—Gracias —dijo Mu Yun, y echó a andar con Wu Wei hacia la puerta de entrada.
A medio camino, se toparon con Wan Yuan, su hermano mayor de secta, quien al verlos soltó:
—Justo a tiempo. Vengan conmigo a la sala de referencia. Tienen que recitar el reglamento. ¡No se les ocurra hacerme pasar vergüenza o mañana mismo los mando al Patio de lo Trivial!
—¿Qué es el Patio de lo Trivial? —susurró Wu Wei. Había querido preguntar antes, pero se contuvo.
Mu Yun respondió con expresión neutra:
—Un lugar donde solo haces labores domésticas.
Wan Yuan giró ligeramente la cabeza y dijo:
—Parece que conoces bien nuestra secta. Me sorprende que sepas qué es el Patio de lo Trivial. Así es: es donde se hacen solo quehaceres. Si entras ahí, no aprenderás ni una pizca de cultivo y ni soñarás con ser admitido en la Cumbre Luyuan.
—¿Y qué es la Cumbre Luyuan? —fue la siguiente pregunta de Wu Wei para Mu Yun.
Mu Yun explicó:
—Mundo Nublado tiene doce cumbres. Cuatro pertenecen a la secta principal, el resto a la secundaria. La Cumbre Luyuan es una de ellas. Cada cumbre está a cargo de un jefe de cumbre. Creo que nuestro maestro es el jefe de la Cumbre Luyuan.
Wan Yuan se detuvo, volvió a mirar a Mu Yun y le preguntó con suspicacia:
—¿Cómo sabes tanto sobre Mundo Nublado, amigo?
Mu Yun sacó el manual de su bolsillo y respondió:
—Todo viene en este librito.
Los ojos de Wan Yuan se oscurecieron levemente. ¿Ese tipo se había aprendido todo el manual en una tarde? Seguro que había investigado antes de llegar…
—Humph. No te creas mucho. Si no lo recitas palabra por palabra, yo mismo los llevo al Patio de lo Trivial.
No tardaron en llegar a la sala de referencia, donde un hombre aún estaba de turno. Al oírlos entrar, levantó la vista con desinterés y dijo:
—¿Rookies? Vayan allá y reciten el reglamento.
Mu Yun dirigió la mirada al lugar que el hombre señalaba. Había una máquina que parecía un grabador. Probablemente detectaba la precisión de quien recitaba.
Le dio una palmada en el hombro a Wu Wei, y una tenue luz blanca emergió de entre sus dedos, colándose en el cuerpo de Wu Wei.
—Yo voy primero —dijo.
Luego se dirigió al aparato y comenzó a recitar.
Al principio, Wan Yuan solo se quedó de brazos cruzados mirando. Para él, no había forma de que esos dos novatos pasaran. Solo tenía que esperar a que fallaran y mandarlos al Patio de lo Trivial.
De hecho, casi ningún novato pasaba esa prueba. Los que lo lograban era porque el maestro se apiadaba, y en esos casos él no podía hacer nada.
Por eso la Cumbre Luyuan tenía tan pocos discípulos, pero su maestro nunca se había quejado, no porque no lo supiera, sino porque simplemente no le importaba. Así que Wan Yuan se volvió cada vez más descarado.
Sin embargo, un par de minutos después, Wan Yuan se enderezó con incredulidad. Hasta ahora no había escuchado ni un solo pitido de error de la máquina, ¡lo que significaba que ese tipo no había cometido ni un solo error!
¿¡Cómo era posible!?
Aunque supiera las palabras de memoria, al menos debería haberse equivocado en alguna pronunciación. ¡Había muchos caracteres con pronunciación doble! ¡No podía haberlos dicho todos bien!
El encargado también miraba a Mu Yun con asombro. Este novato tenía el nivel de precisión más alto que había visto. La mayoría de los que pasaban la prueba tenían entre un 90% y 95%, pero este tipo aún no cometía ni un solo error.
Interesante.
La actitud desganada del hombre desapareció. Se acercó al dispositivo, observando fascinado cómo el gordito recitaba una frase tras otra. Había perdido la cuenta de cuántos había escuchado recitar allí, pero era la primera vez que quedaba cautivado por la voz de alguien.
Seguía embelesado cuando Mu Yun terminó. Entonces la máquina anunció:
—Precisión: 99%.
—¡¿Cómo que 99%?! ¡Es 100%, ¿ok?! ¡Esta máquina idiota está fallando! ¡Su recitación fue perfecta! ¡Voy a mandarte a reparar mañana! —rugió el encargado.
La máquina: «…»
Mu Yun: «…»
Wu Wei: «…»
Wan Yuan miraba a Mu Yun como si viera un fantasma. ¡Él mismo había pasado con apenas un 91%, y ese tipo sacaba 99! ¡Esto no podía estar pasando!
Mu Yun regresó junto a Wu Wei, y justo al levantar la vista notó en los ojos de Wan Yuan un destello de envidia y odio. No entendía por qué. ¡Ni siquiera se conocían antes!
Era el turno de Wu Wei. Le echó una mirada temerosa a Mu Yun, solo para descubrir que su maestro ni siquiera lo miraba.
Resignado, se acercó a la máquina… y de repente, las palabras comenzaron a fluir en su mente.
¿¡Qué demonios!? ¡No se había memorizado nada! ¿¡Entonces por qué su cabeza estaba llena de frases que no entendía!? ¡Y las estaba recitando como si nada!
¡¿Qué carajos?! ¡¿Cuándo activé el modo Dios?! ¡Con razón el maestro pudo recitarlo todo! ¿Será que él también recibió ayuda secreta?
Después del asombro inicial, Wu Wei se tranquilizó y continuó recitando con naturalidad, incluso fingiendo equivocarse un par de veces. Diez minutos después, terminó, y la máquina anunció:
—Precisión: 93%.
Miró un cartel en la pared: el mínimo para aprobar era 90%.
¡Eso significaba que él y su maestro habían pasado!
¡Un milagro!
Wu Wei pensó erróneamente que Mu Yun había recibido la misma “ayuda mágica” que él. No sabía que Mu Yun había aprobado por su cuenta, y que él, Wu Wei, lo había logrado porque Mu Yun le había lanzado un hechizo que le grabó todo el manual en la memoria. ¿Qué otra explicación había?
—¡Impresionante! ¡Ambos pasaron! Aquí tienen sus tarjetas de comida. Desde mañana, ¡son oficialmente discípulos de Mundo Nublado! Por cierto, ¿con qué maestro están?
—El Maestro Zheng He —respondió Mu Yun.
—Ah, el Maestro Zheng. Bien. No puedo creer que haya conseguido otro aprendiz tan talentoso. Tomen sus tarjetas. Trabajen duro y enorgullezcan a su maestro.
Mu Yun no estaba seguro de haberlo imaginado, pero sintió que, en cuanto mencionó a Zheng He, el entusiasmo del hombre se desvaneció.
Tanto él como Wu Wei quedaron confundidos.
Con sus tarjetas en mano, siguieron a Wan Yuan fuera de la sala de referencia. No caminaron mucho cuando este tomó otra dirección sin decir una palabra, dejándolos atrás…