Amar al hombre más guapo de la capital - Capítulo 313
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Después de que Mu Yun les contara que pensaba curar a la esposa de Zheng He para que este le ayudara a ingresar por la puerta trasera en la secta llamada Mundo Nublado de esta dimensión, los demás se reunieron para ofrecerle consejos.
—Maestro, creo que debería disfrazarse como alguien de mayor edad —sugirió Liao Ziyun.
Gu Miaomiao asintió con fuerza.
—Todos sabemos que es súper poderoso, Maestro, pero para los forasteros su apariencia no es nada convincente. Ese tipo podría pensar que no es más que un charlatán guapo.
Wu Wei, que acababa de recuperarse de sus heridas, agregó:
—Es cierto, Maestro. Sólo los fans de hueso colorado como nosotros sabemos de lo que es capaz.
—¿Entonces creen que debo disfrazarme? —preguntó Mu Yun, mirándolos.
—Creo que es buena idea —opinó Luo Feng, considerando útil la sugerencia de Wu Wei y los demás.
—¿Y de quién debería disfrazarme? —preguntó Mu Yun, acariciándose la barbilla, pensativo.
—Maestro, me parece que si se disfraza como ese anciano que fingió ser en el Pueblo Baogong el otro día, funcionará —sugirió rápidamente Luo Qian.
¿Pueblo Baogong? Los demás lo miraron desconcertados, sin recordar ese lugar.
—Me refiero al día en que el Maestro se hizo pasar por el Maestro Long para ganar dinero.
No había terminado de hablar cuando Mu Yun le lanzó una almohada a la cabeza y le espetó:
—¿¡Qué eso de “hacerse pasar por el Maestro Long para ganar dinero”?! ¡Yo no suplanté a nadie! ¡Cuida tus palabras!
—¡Perdón, fue un desliz! Quise decir, el día que el Maestro ayudó amablemente a unos cultivadores atascados en su cultivo —corrigió apresurado Luo Qian.
Solo entonces Mu Yun retiró su mirada. Después de pensarlo un poco, dijo:
—Está bien. Adoptaré la misma apariencia de aquel día, y seguiré usando el nombre de “Maestro Long”.
—¿Quiere que Yuan Ge y yo salgamos a hacer algo de publicidad? —preguntó Luo Qian.
—Sí, pero no se excedan. Basta con que Zheng He crea que soy un maestro chingón. Este lugar no es como el Monte Wu. Si exageramos con la publicidad, nos podríamos meter en problemas —advirtió Mu Yun.
Luo Feng asintió.
—Mu Yun tiene razón. Sólo tienen que hacer que Zheng He se entere. Él busca desesperadamente a alguien que cure a su esposa. Si lo convencen de que Mu Yun es ese maestro, será suficiente.
—Entendido. Sabemos qué hacer —respondió Luo Qian.
Últimamente, Luo Qian había estado haciendo mandados con Yuan Ge con bastante frecuencia. Era como si hubiera tomado el lugar de Leng Yi como compañero.
Ambos eran prudentes, meticulosos, observadores y muy competentes. Al trabajar juntos, lograban el doble de resultados con la mitad de esfuerzo.
Mientras tanto, en la mansión de Zheng He, en la Villa Jardín, un hombre alto, vestido con un traje verde oscuro, se hallaba sentado en el sofá de la sala conversando con Zheng He.
Al notar la expresión preocupada de Zheng He, el hombre le preguntó:
—Señor Zheng, ¿le pasa algo?
No viajaba a esta dimensión con frecuencia, pues conseguir un pase era muy difícil, y solo podía obtener uno con la ayuda de Zheng He. Por eso, solo venía cuando era absolutamente necesario.
Cada vez que entraba en esta dimensión, Zheng He lo recibía con calidez y, de paso, le sacaba buena mercancía como pago por ayudarle a conseguir el pase.
Pero esta vez, Zheng He no le había pedido nada a cambio, lo cual le causó sorpresa.
—Ay… Ying no ha estado bien últimamente. He buscado ayuda de muchos maestros y médicos, pero ninguno ha podido hacer nada. Hong, escuché que una vez conociste a un Maestro Espiritual muy poderoso, que te ayudó a alcanzar el Reino de Transformación Divina en un parpadeo. ¿Eso es cierto? —preguntó Zheng He, mirando al hombre frente a él.
Zhang Hong asintió.
—Sí. Ese tipo es realmente formidable. No fui el único que logró un avance gracias a su guía. No sé mucho de él, sólo que le dicen Maestro Long. Pero curiosamente, después, cuando estuve en el Monte Wu, escuché de otro prodigio. Wang Lin, el Inigualable Maestro Herrero, que últimamente ha ganado mucha fama, fue curado de una enfermedad que se creía incurable tras recibir dirección de ese sujeto. Incluso recuperó su reputación como refinador de píldoras. No hace mucho, fue reclutado por un dignatario y logró entrar al Reino del Cultivo. Ahora también es bastante famoso en esta dimensión. El que ayudó a Wang Lin también es un Maestro Espiritual, uno muy joven. Se llama Mu Yun. Si quieres, puedo ayudarte a encontrarlos a ambos.
—¿En serio?! Siempre pensé que los verdaderos maestros sólo estaban en el Reino. Me sorprende que haya alguien tan impresionante en un lugar como el Monte Wu. Parece que subestimé a los del otro mundo —exclamó Zheng He, sintiendo una chispa de esperanza.
—Y lo hiciste. Aun así, no será fácil encontrarlos. No he sabido nada de ese Maestro Long desde aquel encuentro en el Pueblo Baogong, y Mu Yun también dejó el Monte Wu. Nadie sabe dónde están, pero puedes estar tranquilo: me encargaré de averiguarlo —aseguró Zhang Hong.
—Muchas gracias, Hong. Ying está en una situación crítica. Tú sabes cómo son las cosas entre ella y yo. No… no puedo vivir sin ella —dijo Zheng He, con el rostro serio.
—No te preocupes. ¡Te aseguro que lo lograré!
—Lo sé. Vamos, busquemos un lugar para tomar algo. No vienes a esta dimensión todos los días —le dijo Zheng He, poniéndose de pie.
—¿Seguro que no necesitas quedarte con Ying? —preguntó Zhang Hong.
—Ya tiene compañía. Ahora que estás aquí, no te vas sin brindar conmigo —respondió Zheng He.
Luego subió, le informó a Liu Ying, y regresó para salir con Zhang Hong.
Al verlos salir de la mansión, Luo Qian envió un mensaje de texto a Yuan Ge indicándole que se preparara para intercambiar autos en el punto acordado y seguirlos discretamente.
Cuando el coche arrancó, comenzaron a seguirlo.
Mantuvieron distancia suficiente para no alertar a Zheng He.
Después de casi media hora de persecución, y de cambiar de vehículo tres veces, finalmente vieron que el auto de Zheng He se detenía frente a un restaurante.
Ya adentro, pasaron por todas las mesas y se sentaron en la que estaba junto a la de Zheng He y Zhang Hong.
Pidieron algo de comida y charlaron un rato, hasta que entraron en materia.
—Antier me pasó algo curioso. ¿Has oído del maestro que vino a Ciudad Wang hace poco? Se hace llamar Maestro Espiritual o algo así. Yo he tratado con casi todos los Maestros Espirituales locales, pero nunca había visto a ese tipo. Estaba seguro de que era un charlatán, así que fui a confrontarlo para desenmascararlo, pero cuando mostró sus habilidades, me dejó boquiabierto —dijo Yuan Ge con tono relajado tras un sorbo de té.
—¿Hasta el joven Yuan quedó sorprendido? Eso es nuevo. ¿Qué clase de habilidad mostró? —preguntó Luo Qian con fingida curiosidad.
—¡Me ayudó a romper el cuello de botella y alcanzar el sexto nivel de mi método de cultivo en menos de diez minutos! Tú sabes lo que me costó llegar al quinto nivel, pero ese tipo me dio unas instrucciones, me dio un par de toques, ¡y de pronto ya estaba en el sexto! ¡Fue milagroso! —dijo Yuan Ge entusiasmado.
—¿En serio? Tal vez debería visitarlo yo también —respondió Luo Qian.
—¿Por qué mentiría? Ese viejo es muy competente. Ah, y su asistente lo llama Maestro Long. Estoy pensando en convencer a mi padre de que lo contrate. Con un Maestro Espiritual así, estoy seguro de que nadie se atrevería a meterse con nosotros.
—¿Qué acabas de decir?! —interrumpió Zhang Hong, volviéndose hacia Yuan Ge.
Yuan Ge lo ignoró y siguió conversando con Luo Qian. Zhang Hong, dándose cuenta de que se había dejado llevar, se calmó y preguntó:
—Disculpen la intromisión. ¿El Maestro Long que mencionan es un anciano canoso, de rostro demacrado, estatura media y barbilla afilada?
—Sí, ¿por qué? ¿También quieres su ayuda? Te advierto que no lo verás a menos que tengas suficientes monedas espirituales —replicó Yuan Ge con desdén.
—¿Cuánto te costó? —preguntó rápido Luo Qian.
—Quinientas monedas espirituales —respondió Yuan Ge.
—¡No manches! ¿¡Quinientas!? ¡Eso es un robo! —exclamó Luo Qian.
Yuan Ge le lanzó una mirada y dijo:
—Un avance de nivel lo vale.
—Disculpe, ¿me podría decir dónde puedo encontrar a ese Maestro Long? —preguntó Zhang Hong.
—¿Seguro que puedes pagar esa cantidad? —respondió Yuan Ge en lugar de contestar.
Zhang Hong miró a Zheng He, quien asintió, y luego dijo:
—Sí puedo.
—Muy bien. Vive en el callejón viejo. Hay un árbol enorme allí, y la casa vieja junto a él es donde vive —le indicó Yuan Ge.
—¡Muchas gracias! —agradeció Zhang Hong. Ya sin apetito, él y Zheng He se levantaron y se fueron.
Al ver que habían mordido el anzuelo, Yuan Ge y Luo Qian le enviaron un mensaje a Mu Yun para que se preparara.
Mientras tanto, en el auto, Zhang Hong le dijo a Zheng He:
—Vamos a ver si ese Maestro Long es el mismo que conocí en Pueblo Baogong. Si lo es, tendremos mucha suerte.
—Sí. Conozco ese callejón. ¡Vamos de inmediato! —respondió Zheng He, entusiasmado.
Esperaba que esta visita no fuera otra decepción. Ni él ni Liu Ying podían permitirse otra.
Después de más de diez minutos de trayecto, apareció el árbol enorme que Yuan Ge había mencionado. Estacionaron el auto y se dirigieron a la vieja casa junto al árbol. Ya frente a la puerta, Zhang Hong levantó la mano y tocó.
Esperaron varios minutos, pero nadie respondió.
Miró a Zheng He y dijo:
—Tal vez no está en casa.
Volvió a tocar. Segundos después, oyeron claramente pasos desde el interior. Retrocedieron un par de pasos y aguardaron.
Cuando la puerta se abrió, revelando a un joven, Zhang Hong exclamó emocionado:
—¡Señor Bai, de verdad es usted! ¡El Maestro Long está aquí, ¿verdad?!
Zheng He sintió una oleada de esperanza al ver que Zhang Hong conocía al hombre.
Tal vez el salvador de Ying realmente estaba allí.
La verdad, Luo Feng estaba algo desconcertado cuando Zhang Hong lo llamó “Señor Bai”. No tenía idea de por qué actuaba como si ya lo conociera.
¿Señor Bai? Recordaba vagamente que Shu Mingwei, cuando fingió ser el asistente de Mu Yun, había usado ese apellido.
¿Pero cómo sabía eso este sujeto?
Luo Feng estaba completamente confundido sobre quién era este hombre y por qué conocía al Maestro Long.
Tras un instante de confusión, Luo Feng reaccionó y preguntó:
—¿Vienen a ver al Maestro Long?
—¡Sí, vengo a ver al Maestro Long! ¡Jamás imaginé que lo volvería a ver en Ciudad Wang! He querido agradecerle por ayudarme a alcanzar el Reino de Transformación Divina, pero el Maestro Long es tan discreto que nunca pude hallarlo. ¡No creí que estuviera aquí!
Luo Feng asintió y dijo:
—Si ya recibiste ayuda del Maestro Long, supongo que conoces sus reglas.
Zhang Hong asintió rápido y miró a Zheng He, quien sacó una tarjeta de monedas espirituales y preguntó:
—¿Son quinientas monedas espirituales, verdad? ¿Puedo pagar con tarjeta?
Luo Feng: “…”