Amar al hombre más guapo de la capital - Capítulo 264

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  4. Capítulo 264 - La tercera encarnación — Vínculo entre soberano y súbdito
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Xu Yang llegó corriendo y, antes de que Luo Feng pudiera ayudar a Mu Yu a sentarse, lo envolvió en sus brazos.

Tal como había sucedido en su encarnación anterior, Xu Yang se sumió en una profunda desesperación, como si su mundo entero se derrumbara. Sin embargo, al notar que la temperatura corporal de Mu Yu no había cambiado, comprendió que, en esta encarnación, Mu Yu sólo estaba inconsciente, no muerto.

Al darse cuenta de ello, rápidamente lo cargó y, sin voltear atrás, dijo:
—Feng, enséñale una lección que jamás olvide.

Lu Quan intentó perseguirlo, pero Luo Feng se le interpuso en el camino. En ese momento, Wu Wei, Liao Ziyun, Luo Qian y Mu Yun llegaron apresurados a la escena. Lu Quan se quedó atónito ante la repentina aparición de tantas personas, y, demasiado alarmado como para pensar en la razón por la cual todos habían llegado al mismo tiempo, se dio la vuelta y salió disparado hacia el lugar donde había estacionado su auto.

Lu Quan abrió la puerta con el control, se metió de inmediato, encendió el auto y arrancó a toda velocidad.

Wu Wei refunfuñó:
—¡Mierda! No puedo creer que lo dejamos escapar…

¡BANG!

Antes de que Wu Wei pudiera terminar su frase, el auto de Lu Quan chocó de frente contra otro vehículo. Fue una escena devastadora.

Todos se quedaron paralizados por el asombro.

—E… esto es… —Liao Ziyun apenas podía articular palabra.

Wu Wei se frotó los ojos, sin poder creer que las cosas hubieran tomado semejante giro de repente.

Luo Feng también estaba atónito. ¿Cómo había ocurrido ese accidente automovilístico sin previo aviso? Y, por la escena del choque, era seguro que Lu Quan había muerto.

Mu Yun dijo:
—Vamos a ver si hay sobrevivientes.

Sus palabras despertaron a los demás, que se apresuraron a revisar la situación, pero cuando los ojos de Liao Ziyun se posaron en la persona que estaba en el otro auto, quedó petrificada otra vez.

—¿¡Lin Zhi!? —¡Ese era el camino que llevaba al lugar de la fiesta!

¿Entonces el auto de Lu Quan había chocado con el de Lin Zhi, que iba rumbo a la fiesta?

Por un buen rato, Liao Ziyun no pudo aceptar que, sin darse cuenta, había logrado la venganza que tanto tiempo había esperado.

Al mismo tiempo, en el auto al que Xu Yang había llevado a Mu Yu, este último comenzó a recobrar el conocimiento. Apenas abrió los ojos, vio a Xu Yang arreglándole la ropa y murmuró:
—Tío Xu…

—¡Xin! —gritó Xu Yang, sobrecogido por la incredulidad y la alegría.

Pero, en el siguiente instante, antes de que pudiera decirle algo más a Luo Xin, perdió el conocimiento y cayó desmayado…

…

En el estudio.

Al ver la escena, Gong Cangnan giró la cabeza hacia el anciano y dijo:
—Su segunda prueba ha terminado. Todo va tal como usted predijo. Solo queda una más.

El anciano asintió con la cabeza:
—Entonces continuemos. Mi misión se cumplirá al finalizar la tercera prueba.

Gong Cangnan estaba por hablar cuando escuchó que el anciano añadía:
—Como ya está garantizado el éxito de la tarea, no es necesario que siga aquí.

—¿A dónde va, maestro? —preguntó apresurado Gong Cangnan.

El anciano lo miró y le articuló unas palabras con los labios. Aunque no emitió sonido alguno, Gong Cangnan entendió perfectamente. Abrió la boca, dispuesto a responderle, pero el anciano solo agitó la mano y se marchó directamente.

Gong Cangnan: «…»

…

Cuando Luo Feng despertó y vio las cortinas blancas de la cama, los recuerdos le inundaron la mente. Para su sorpresa, estaba en otra de sus encarnaciones anteriores.

Los recuerdos de esta nueva vida llenaron rápidamente los vacíos en su memoria.

Cuando recobró por completo la lucidez, soltó un resoplido:
—¿Y la prueba? ¿Alguien me puede decir qué parte de todo eso fue la prueba?

En la primera encarnación a la que habían regresado, se podía decir que decidir si perdonaban a Luo Qian había sido una prueba para todos, pero ¿y la segunda? ¡No había absolutamente nada que pudiera considerarse una prueba!

Luo Feng empezó a sospechar que Mu Yun había sido engañado por ese viejo. Tenía la sensación de que no los habían enviado atrás en el tiempo para ser probados, sino para cambiar el curso de sus vidas.

En su primera encarnación, él había evitado el destino de ser un paria que traía desgracia a su familia; Liao Ziyun había evitado casarse con un ludópata empedernido; Mu Yun había escapado de morir a golpes a manos de los guardias de su casa; Wu Wei se había librado de morir de peste tras ser incriminado por Luo Qian; Xu Yang no se había convertido en monje budista; su hermano, Luo Xin, había sobrevivido, al igual que Luo Qian.

Pero en la segunda encarnación, solo él, Luo Qian, Liao Ziyun y su hermano habían cambiado su destino. No había manera de saber si Mu Yun, Xu Yang y Wu Wei también lo habían hecho.

Sus destinos fatales ocurrirían unos años después, así que ninguno de ellos podía saber cómo acabarían las cosas en ese plano temporal.

En cuanto a esta encarnación…

Luo Feng frunció el ceño, con el rostro lleno de preocupación.

—Ge… general… ¿s-se encuentra bien? —Mientras Luo Feng reflexionaba sobre esta encarnación, una voz vacilante interrumpió sus pensamientos.

Levantó la mirada y vio a uno de sus asistentes de pie a un lado, mirándolo fijamente con temor en el rostro, como si viera a un monstruo.

Luo Feng comprendió que probablemente el tipo se había asustado al verlo hablar solo.

—Estoy bien. Prepárate. Voy a ir al palacio. —En esta encarnación, Mu Yun era nada menos que el emperador, ¡y Luo Feng era un general conspirador que planeaba tomarlo prisionero y usurpar el trono!

Esa era su verdadera naturaleza.

En apariencia, siempre había sido un leal servidor de Mu Yun.

Originalmente, en esta vida, había tenido una muy buena relación con Mu Yun. Pero alguien, por alguna razón desconocida, se enteró de sus intenciones hacia el emperador y también de que Mu Yun sentía algo por él, su propio general. Temiendo que ese vínculo entre soberano y súbdito se fortaleciera si se involucraban sentimentalmente, esa persona ideó un plan vil para enemistarlos: le ofreció a Luo Feng una mujer como regalo, algo que él no pudo rechazar.

Posteriormente, esa información llegó a oídos de Mu Yun, quien, furioso, creyó erróneamente que Luo Feng jugaba con sus sentimientos. Para vengarse y cortar toda relación con él, tomó como concubina a una de las hermanas menores de Luo Feng.

Después, la situación se volvió desastrosa. En su furia, Luo Feng cometió actos imperdonables contra Mu Yun, y este intentó matarlo con un sable.

Naturalmente, Luo Feng no se quedó de brazos cruzados esperando ser asesinado. Reunió a sus tropas, se rebeló, tomó el control del palacio y encerró a Mu Yun en sus profundidades, poniendo en marcha su plan largamente gestado.

Además, ejecutó a todas las concubinas de Mu Yun, pues aunque sabía que el emperador nunca había tocado a ninguna de ellas, su sola existencia le resultaba intolerable.

Como si fuera poco, después de autoproclamarse emperador, comenzó a tomar concubinas con frecuencia, aunque jamás tocó a ninguna. Lo hacía únicamente para irritar a Mu Yun.

Ahora, al recordar sus acciones pasadas, Luo Feng se sentía profundamente arrepentido. No podía creer que le hubiera hecho tales cosas a Mu Yun. Por fortuna, había regresado en el tiempo y aún no había llegado a ese punto.

Luo Feng se cambió de ropa apresuradamente y se dirigió al palacio imperial.

…

Cuando Mu Yun abrió los ojos, lo primero que vio fueron las cortinas amarillas de la cama. Se frotó las cejas, con la mente en blanco. Ni siquiera recordaba quién era.

Pero pronto, los recuerdos comenzaron a invadir su mente. Observó las cortinas por un momento y, apoyándose en un codo, ordenó:
—Que alguien entre a ayudarme a vestir.

—Por fin despertó, majestad. El general Baili ha estado esperando afuera un buen rato —informó Gonggong Ming (título respetuoso para un viejo eunuco de alto rango), quien enseguida hizo pasar a una doncella que comenzó a vestir y asear a Mu Yun.

—Dile que se largue —respondió Mu Yun fríamente.

Gonggong Ming se sobresaltó. Sabiendo que el emperador estaba de mal humor, se retiró rápidamente y le dijo a Luo Feng, que esperaba en la entrada de la cámara imperial:
—General Baili, su majestad está ocupado y no podrá recibirlo. Creo que lo mejor sería que regresara.

—Le agradecería que entrara de nuevo y le dijera a su majestad este nombre: Luo Feng —respondió Luo Feng.

Viendo que no tenía intenciones de marcharse, Gonggong Ming suspiró resignado y regresó al interior, donde se acercó a Mu Yun y le dijo:
—Majestad, el general Baili me pidió que le dijera un nombre.

—¿Cuál es? —preguntó Mu Yun con indiferencia.

—Luo Feng —respondió el eunuco.

—¿Luo Feng? ¿Quién es ese? —preguntó Mu Yun, desconcertado.

—No lo sé, majestad —respondió Gonggong Ming, negando con la cabeza.

Mu Yun agitó la mano:
—Voy a mi estudio. Prepárense.

—Sí, majestad.

Al escuchar que el emperador se dirigía al estudio imperial, Luo Feng frunció el ceño. Su desconcierto aumentó cuando vio salir a Mu Yun, vestido con su túnica imperial, caminando con la mirada fija al frente, sin siquiera mirarlo.

Luo Feng detuvo a Gonggong Ming:
—Gonggong, ¿le dijiste a su majestad el nombre? ¿Qué respondió?

—Claro que sí, general. Pero su majestad dijo que no conoce a esa persona —respondió el eunuco, también perplejo.

¿Estaba recomendando a alguien? No lo entendía.

—¿¡No conoce a esa persona!? ¡Eso no es posible! —Luo Feng estaba impactado. Teóricamente, si Mu Yun también había regresado en el tiempo, no habría respondido así.

—Quiero que seas sincero. ¿Le dijiste o no ese nombre? —insistió Luo Feng, pidiendo papel, tinta y un pincel. Escribió los nombres «Luo Feng» y «Wu Wei», y amenazó:
—Entrégale esto a su majestad. Si no lo haces, o lo rompes, ¡te las verás conmigo!

El pobre Gonggong Ming se sintió injustamente acusado. ¡Claro que había dicho el nombre! ¿Cómo podía culparlo el general?

Romper el papel, ni pensarlo. Todo el mundo sabía que el general Baili era el mismísimo diablo. Nadie se atrevía a provocarlo.

—General, puede estar tranquilo. Se lo entregaré personalmente a su majestad —prometió el eunuco, marchándose de inmediato.

Al llegar al estudio imperial, Gonggong Ming encontró a Mu Yun revisando memoriales. Se acercó y dijo:
—Majestad, el general Baili me pidió que le entregue esto.

—¿Qué es? —preguntó Mu Yun sin levantar la vista.

—Son dos nombres. No entiendo bien las intenciones del general —respondió el eunuco, dejando el papel sobre el escritorio.

Mu Yun hizo una pausa, tomó el papel y le echó un vistazo.

—¿Luo Feng? ¿Wu Wei? ¿Está recomendándome a estas personas? —preguntó.

—No lo sé, majestad. ¿Desea que lo mande llamar para que le aclare? —ofreció Gonggong Ming.

—No es necesario —respondió Mu Yun, arrugando el papel, arrojándolo al brasero y retomando sus tareas.

El pobre Luo Feng esperó afuera un buen rato, pero no le concedieron audiencia…

…

Liao Ziyun despertó con la mente llena de recuerdos de esta encarnación, y se incorporó rápidamente del frío suelo.

Este ir y venir en el tiempo la estaba matando. Recordaba que había visto el auto de Lu Quan estrellarse contra el de Lin Zhi, pero en el siguiente instante había perdido el conocimiento. Y ahora, al despertar, estaba en otra encarnación más.

¿Acaso volvería a encontrarse primero con su hermano de secta, como en las dos encarnaciones anteriores?

Sin embargo, su rostro se ensombreció al recordar la situación en la que se encontraba en esta vida. Sin perder tiempo, se levantó de un salto y salió corriendo del cuarto…

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